La primera noticia de esta curiosa historia me llegó a través de la obra Tríptico de la expulsión de los moriscos del profesor Rafael Benítez Sánchez-Blanco (Montpellier, 2012). En ella aparecen una serie de personas que se encontraban en Valencia en calidad de esclavos. La mayoría de ellos habían sido apresados en las refriegas con los barcos corsarios que azotaban las costas levantinas españolas en busca de botín y sobre todo para hacer cautivos por los que pedir rescate o vender como esclavos. Recordemos el trágico saqueo de Oropesa del Mar el 26 de septiembre de 1619 y el fatídico asalto a Calpe el 3 de agosto de 1637, en que se llevaron a todos los vecinos que se encontaban en la población —más de trescientos—, solo por mencionar dos de los ataques más conocidos, por sus graves consecuencias, en el siglo XVII.
Este relato, basado en procesos de la Inquisición de Valencia y en diversa documentación de los siglos XVI y XVII, trata de un intento frustrado de huida hacia Argel de un grupo de aquellos esclavos, doce en total que, si no los he identificado incorrectamente, serían: Pedro Juan Francisco, nacido en Buñol, criado del Sr. de Barcheta; Jacinto Cassim, nacido en Buñol, fue esclavo de Vicente Sanchiz, «que está en la Casa de las Armas»; Domingo Salas, esclavo de «Fulano Perpiñán»; Alonso Méndez, que iba con «sanbenito», y lo conocía Pedro Juan Francisco de Argel; Abrahem, hermano de Alonso Méndez; Amete, «esclavo moro de Gaytán»; Amete, «esclavo moro de Ferrer, que vive junto al hospital d’en Bou»; Amete, esclavo del Sr. de Barcheta, compañero de Pedro Juan Francisco; Vicente Vidal (Lusay), esclavo cochero «de uno que hace sal»; un esclavo de don Pedro Bellvis; Açan, esclavo de don Carlos Juan; Ali Charchico, que vive en Cocentaina, «pero está en Valencia con su amo».
Estos son los que nombraron a Pedro Juan Francisco como «solicitador para que los convocasse» a los aspirantes a la fuga. Por las declaraciones de los encausados apreciamos que la organización del viaje y la convocatoria de los posibles viajeros dejó mucho que desear, y todo apuntaba a que el proyecto de fuga acabaría mal, como así ocurrió.
El grupo en cuestión se concertó con un patrón de barca para que los llevase a Argel, previo pago de ochenta libras, debiéndose realizar el embarque en cierto domingo de mayo de 1624. Acordaron que el día de la salida tenían que reunirse bajo el Puente de la Trinidad, para dirigirse al punto de embarque. Llegado el momento, decidieron ir el patrón con Pedro Juan Francisco y Domingo Salas a preparar la barca al Grao de Valencia. Los otros diez irían a la Creu de la Conca, en la playa de Pinedo, donde se unirían a la expedición. Es de suponer que alguien los delató, y cuando llegaron a sus destinos la justicia los estaba esperando; fueron apresados y trasladados a sant Narcís (cárcel real de Valencia). Ante la sospecha de que algunos podían ser cristianos nuevos, es decir moriscos de los expulsados en 1609, que se hacían pasar por musulmanes turcos, fueron entregados a la Inquisición para hacer las averiguaciones pertinentes. A partir de aquí nos vamos a ocupar de los dos cautivos nacidos en Buñol.
Pedro Juan Francisco quedó preso en la cárcel del Santo Oficio de la Inquisición de Valencia, teniendo lugar la primera audiencia el 17 de mayo 1624. En sus declaraciones insiste en que es originario de Argel y a través de sucesivas audiencias fue relatando la organización de la fuga, nombrando a los diversos implicados, y a otros muchos más, hasta que en 26 de octubre apunta que «entendía que era bautizado…»
Siguió adelante su proceso con declaraciones de varios testigos y hacia mediados de noviembre le presentan la acusación y un testimonio de bautismo extendido por mosén Bautista Ausell, rector de Buñol, por el que se comprueba que había nacido en Buñol en el año 1601, hijo de Bautista Çalema y María Betey(d)a.
Los Çalema están ampliamente documentados en Buñol, y precisamente un Bautista Çalema, que podemos presumir que era su padre, aparece en una escritura de contratación de un censal en el año 1606, tres años antes de la expulsión.
La familia materna, los Beteyri, aparecen documentados desde 1586, en que un Pedro Bateyri, de Buñol, es procesado por asalto y porte de armas prohibidas, siendo los más próximos a la fecha de la expulsión Francisco Beteyri, casado con Ana Potreta en 1605, y que aparece en la contratación de un censal en 1607; Ángela Beteira, que se casa en 1607 con Baltasar Mardanis; y Juan Beteyri, que en 1608 se casa con María Mardanis. Vemos, por el mismo proceso, que entre los expulsados también había una María Beteyra, esposa de Bautista Çalema.
Según cuenta Pedro Juan Francisco, que como musulmán se llama Solimán, lo llevaron a Argel con su familia en el momento de la expulsión; tendría, pues, unos ocho años de edad. Por su testimonio deducimos que allí murieron sus padres y lo crió una tía, hermana de su padre, llamada María (Çalema). En algún momento decidió dedicarse al corso y, según su relato, en 1620 Juan Fajardo, capitán general de la Armada en el Estrecho de Gibraltar, «lo cautivó cuando iba en corso con un baxel de alto bordo, de Amet Arraez» y lo regaló, como esclavo, a Pedro Linares, de Madrid, quien lo vendió a un contador llamado Oliaga, quien a su vez lo vendió a Álvaro Carreño. Éste lo llevó a Sevilla, y estando en casa de Matheo Obregón se hizo con una carta falsificada de liberto, que pagó con dos platos de plata que hurtó a su amo.
Con su carta falsa de liberto emprendió la fuga y acabó instalándose en Valencia, como criado, en casa del señor de Barcheta, que en aquellos momentos debía ser don Francisco Martínez de Marcilla y Díez de Escorón. Y aquí fue donde se concertó con otros esclavos conocidos para su huída a Argel.
En la consulta del 23 de noviembre 1624, Pedro Juan Francisco Çalema fue condenado a ser reconciliado, con cárcel perpetua con tres años en «galeras al remo» y doscientos azotes. El auto de fe se celebró el 1º de diciembre.
Pero aquí no terminan sus desgracias, pues estando preso en las Torres de Serranos, probablemente a la espera de ser embarcado como remero en alguna galera, fue denunciado por actos de sodomía, y en mayo de 1625 volvió a vérselas con la Inquisición, que acabó relajándolo al brazo secular, ejecutándose la sentencia el 16 noviembre de aquel año.
El caso de Jacinto Cassím está menos documentado, pero es previsible que las circunstancias de encontrarse como esclavo en Valencia en 1624 fueran muy similares a las de Pedro Juan Francisco Çalema.
Jacinto había nacido en Buñol en 1602, hijo de Diego Cassim, morisco expulsado en 1609. La extensa familia de los Cassim está documentada en la Hoya de Buñol desde muy antiguo (1488), y concretamente un Diego Cassim, de Buñol, que bien puede ser su padre, aparece como conseller en la toma de posesión de la baronía en 1603 y como vecino contratante de un censal en 1606. También tenemos noticias de un Diego Caçim, de Buñol, juzgado por la Inquisición en 1594, y cuyo proceso quedo en suspenso.
Jacinto Cassim era esclavo de Vicente Sanchiz, vecino de Valencia. Fue de los concertados con Pedro Juan Francisco Çalema para huir a Argel en mayo de 1624. El 30 de octubre entró en la cárcel del Santo Oficio. Primero «y por todo el discurso de su prosesso siempre fue diçiendo que era moro hijo de tales, natural de Metija». Efectivamente la llanura de Metidja, al sur de Argel, es una zona agrícola donde se asentaron muchos expulsados valencianos. Jacinto acabó confesando que «era natural de Buñol y que de ocho o nueve años passó con sus padres a Argel quando la expulsión». En 12 de abril de 1625 «se votó a que en auto público fuesse reconciliado en forma, con hábito y cárcel perpetua y que los primeros tres años sirviese en las galeras de su magestad y le fuessen dados duçientos açotes». Por lo visto su salud se había deteriorado y, revisada su causa, «fue dado en fiado por estar enfermo, y visto por sus señorías este prosesso, mandaron que en acto público fuesse reconçiliado y se le quitasse el hávito luego y se le mandasse a su amo para que lo venda tierra adentro». Así se hizo en el auto de fe del 16 de noviembre de 1625.
De esta información se desprende que la comunidad de esclavos en Valencia era muy numerosa, en parte procedente de las aprehensiones de barcos corsarios de Argel, y que formaban un grupo bastante cohesionado. Vemos que se trata con frecuencia de miembros de las familias expulsadas de este reino y que muchos de ellos se conocían como habitantes de aquella ciudad africana, lo que indica que allí también se relacionaban entre ellos. Declaraciones que encontramos en los procesos tales como «Alí y Brahem, que conoce desde Argel. Alí fue preso cuando le hundieron el barco junto a Denia y a Brahem lo prendieron en corso cerca de Alicante»; «al qual éste conoce de Argel, y allí le ha visto y tratado y entendido de él que hera natural de este reyno» o «según éste entendió dél en Argel, al qual ha que conoçe más ha de doçe años», así lo evidencian.
Parece confirmado asimismo que moriscos de Buñol, aunque probablemente desembarcados en Orán, se asentaron en la zona de Argel, pues además de los mencionados Çalema y Cassim ya teníamos noticias de que un Rotalla de Buñol se había casado en Argel con una morisca miembro de la importante familia Melón, de Algar de Palancia, cerca de Segorbe.
Daniel Hernández Guarro
Buñolero jubilado