5 razones por las que no tienes que hacerte cargo de organizar las cenas de empresa

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Seguro que alguien que esté leyendo esto ha sido uno de los que un día en el trabajo alzó la voz y dijo, ¿vamos a ir de cena este año?, ¿qué fecha os viene bien?

Pues bien, tú que estás leyendo esto, no sabías donde te metías, porque sin comerlo ni beberlo te acabas de meter en un charco del que puedes salir empapado. Una vez has pronunciado esa frase, que a la postre va a ser maldita, te conviertes automáticamente en el organizador u organizadora de la cena de tu empresa o negocio. Te has convertido en esa persona, que a parte de su trabajo, de tener que cerrar el año en Diciembre, tiene que estar buscando entre decenas de restaurantes porque siempre hay a alguno que “ese no le va”, “se va mucho de precio”, “está muy lejos de la zona”, “luego tenemos que coger el coche” y un largo etcétera. Aquí os proponemos 5 razones por las que no te tienes que encargar de organizar la cena de empresa de este año:

1.- Vas a tener que crear un grupo de whatsapp, que te va a dar muchos quebraderos de cabeza. Además vas a tener que meter a todo el mundo, y como sabemos, hay gente en la empresa que no se lleva bien entre ella. También, vas a tener que activarte las notificaciones porque eres el o la referente del grupo y tienes que solucionar las dudas que surjan. Esto te va a quitar la vida

2.- A la hora de hacer la lista de la gente que va a ir a la cena de empresa, todo el mundo te dice que sí, aunque cuando le dices la fecha todo empieza a tambalearse. Unos te dicen que sí, otros que ya veremos, otros que a ver dónde dejo a los “críos”…En fin que te pegas tachando y apuntando otra vez a la gente hasta última hora como siempre. Además, cuando ya has reservado, siempre se añaden a última hora dos o tres más. Con lo cual te toca volver a llamar y decir que amplíen la mesa, pero claro, no hay más sitio.

3.- Otra es el sitio. Tú te llevas buscando y rebuscando, sitios y sitios, para no ir siempre al mismo y cuando ya tienes uno, está el típico que te dice: “nos la van a clavar”, “es que a mí eso no me va”, “eso está muy lejos”… Al final te vuelve a tocar buscar y lo encuentras, pero ahora los que estaban de acuerdo ya no lo están. Y vuelta a empezar.

4.- Bien. Una vez que tienes el sitio y has logrado que todo el mundo lo encuentre, porque has tenido que estar pegado al whatsapp, lo cual no te ha permitido arreglarte en condiciones, llegas allí. Cuál es el problema, que como te temías, están los de última hora que no te han dicho nada y los que ya habían confirmado desde hace semanas, se quedan sin sitio. Empieza el conflicto. Te tienes que ir a hablar con los del restaurante y decirles que te pongan una mesa y sillas, pero como esos días están a tope, no tienen mesas, pero sí sillas. Así que haciendo un esfuerzo de “arrepretarse” todos entran al final. La cena transcurre dentro de la normalidad, con sus típicos comentarios de “esto no me gusta”, “esto está malo”, “vaya mierda de menú”, pero tú estás zen y respiras. Luego llega el momento clave, pagar. Siempre hay uno que no ha pagado y los “pringos” de siempre les toca poner dinero entre todos para poder iros.

5.- Una vez sales del restaurante, puedes ir a los pub’s de la localidad o alguna discoteca a Valencia. Pero como la mayoría de los presentes están perjudicados, optas por quedarte en el pueblo. Y es en esos sitios donde aflora esa exaltación de la amistad. Seguramente, gente con la que sólo te das los buenos días, te abraza, te besa, te dice lo maravilloso o maravillosa que eres y un largo etcétera, provocado claramente por el alcohol, que tú nunca te hubieses imaginado que esa persona bebiese. Pasado ya ese momento, llega otro momento cumbre. Volver a casa. Mientras dentro del pub parecía que la temperatura era la del mismo Caribe, cuando sales parece que estás en el Polo Norte. Eso te despeja de una forma increíble y, aunque sea arrastrándote logras llegar a casa, a la que consigues entrar sin hacer mucho ruido, o eso es lo que crees. Como puedes llegas a la cama y al día siguiente, con dolor de cabeza y malestar incorporado, dices, la última vez que me encargo de esta mierda.

Luis Vallés Cusí.
Periodista.

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