No pongan cara de sorpresa, es un mero titular para captar su atención. Por supuesto que el decimosexto Presidente de los Estados Unidos nunca estuvo en Buñol, claro está, en cuerpo presente.
Me explico, en 1883 Constantí Llombart (pseudónimo de Carmel Navarro LLombart, Valencia 1848-1893, escritor y activista valenciano, destacado por su actividad política republicana) durante su retiró en Buñol por hastío y salud precaria, escribió un libro excepcional para nuestra historia: “La Suiza Valenciana. Guía de Buñol y sus alrededores. Ed. Ramón Ortega 1884”. En el mismo, en sus páginas 117/118, enumera, incluyendo el número de casas, todas y cada una de las calles y plazas de nuestra localidad hace 130 años. Entre tantas denominaciones ahora desaparecidas y olvidadas (Lázaro, Secanet, Trinidad, Roma, Hornos, Dula, de los Herreros) aparecen sólo 3 calles dedicadas a personajes ilustres: la archiconocida San Luis Bertrán con 30 casas, Sixto Cámara con 34 (en la actualidad Valle de Andorra) y Abraham Lincoln con 6 casas. No ha sido fácil encontrar, aunque fue la primera sospechosa, qué calle se llamaba así en el Siglo XIX. La pista la encontramos en el Cuaderno de Comprobación de Fincas Urbanas de 1894, donde a través de sus ilustres vecinos, la familia Borso di Carminati o el Alcalde republicano en 1891 Fernando Galán Arnau, sabemos que es la actual Calle Churruca, conocida popularmente y tal vez su primer nombre como “Callejón del Padre Bernat”.
Pero la cuestión es porqué existe una denominación tan poco habitual en Buñol. Razones varias: Buñol fue pionero en la Revolución Burguesa que intentó acabar tantas veces con el Antiguo Régimen; su lucha de más de 75 años contra el poder feudal (desde 1761 a la Real Ejecutoria del Tribunal Supremo de España e Indias del 19 de enero de 1836, que puso fin al largo Pleito de Incorporación a la Corona); la lucha contra la invasión francesa y las exacciones feudales; las Guerras Carlistas entre liberales y conservadores; y la incipiente industria de almazaras de aceite y molinos de papel, fraguó un ansia de libertad, de mentalidad reformista, de lucha de clases, del surgimiento de una identidad colectiva, que derivó en un Buñol Republicano hasta la médula. Abraham Lincoln representa de forma fiel ese espíritu. Primer Presidente del Partido Republicano, que representaba la antítesis del Tea Party actual, autor de la emancipación del hombre (Proclamación de Emancipación de 1863 y Decimotercera enmienda de 1865), tanto de la esclavitud humana como del capital, él defendía tesis muy cercanas al marxismo, ya que esa emancipación requería que la persona fuera el dueño, no sólo de su trabajo, sino del producto de su trabajo. Como sabéis, Abraham Lincoln murió asesinado el 15 de abril de 1865 en el Teatro Ford de Washington D.C. por un balazo en la cabeza del simpatizante del Sur, John Wilkes Booth. Tal vez esa muerte trágica, lo que representaba para la libertad de los hombres, el nacimiento del republicanismo en Buñol, fuera la base para poner ese nombre a una calle. Seguro que fue durante el Sexenio Democrático (tras la Revolución de 1868 o Gloriosa, que terminó con el reinado de Isabel II y hasta el final de la I República Española).
¿Por qué desapareció del callejero? Sin duda el desastre del 98 que supuso la Guerra Hispano-Estadounidense con la pérdida de Cuba, Puerto Rico, Filipinas y Guam y más de 63.000 soldados españoles donde el amigo de Abraham Lincoln, el general y posterior Presidente Ulysses S. Grant tanto tuvo que ver, fueran el punto final a este idilio. Como decía el Tio Lincoln: “el pueblo que ignora su historia, pueblo que está condenado a repetirla”.
José Luis Carrascosa García.
Licenciado en derecho. Autónomo.