Agotadas

n2 psicologia

A las 6 en punto suena el despertador. Todavía no ha amanecido. Mercedes se levanta mecánicamente, con rapidez y directa a la cocina: prepara el desayuno, recoge la ropa tendida y a la vez que va colocando cada cosa en su sitio, se organiza mentalmente el día.  Despierta a los niños y mientras su marido los viste, ella se ducha, y ya de paso, aprovecha para limpiar el baño.  Luego  los acerca hasta colegio. Puntualmente llega a la oficina donde va a pasar las próximas 8 horas. Cuando acaba, hace la compra y en casa ayuda a los niños con los deberes. Luego agradece a su marido que se encargue del baño de los pequeños. Mientras prepara algo para cenar, contesta la llamada de una amiga. “Estoy agotada”, le dice Mercedes.

Su jornada, como la de muchas mujeres, transcurre entre malabarismos y piruetas, siempre con la cabeza en marcha y el cuerpo activo. Su vida se ha convertido en casi un reto personal: demostrar que puede hacerse cargo de todo y, si no, aparece la culpa. Ella padece el síndrome del agotamiento femenino.Esta es una enfermedad callada, escondida, cuyos síntomas y signos muchas veces se les escapan a las mismas pacientes, acostumbradas a priorizar las necesidades del otro por encima de las propias.

Entre los síntomas más importantes: la irritabilidad. El cansancio, las obligaciones y las responsabilidades provocan que la mujer se vuelva más susceptible y las relaciones dentro del hogar se vean perjudicadas. Encima, los demás no perciben lo que les pasa, y en muchas ocasiones tienen que escuchar demasiadas veces aquello de: “déjala, que está alterada”.

Otro indicador de que algo no está funcionando correctamente es dejar de valorar lo que antes nos proporcionaba placer. Ahora ir al cine, salir a tomar algo, charlar o ir de compras con una amiga se ve más como una obligación o pérdida de tiempo.

Además, el sentimiento de culpa va en aumento. Se sienten mal por no poder atender la casa como a ellas les gustaría; se preocupan excesivamente por su rendimiento en el trabajo y por no poder pasar más tiempo con su familia.

¿Qué consejos le daría un profesional a Mercedes?
Aprender a decir no, y no culpabilizarse por ello. Delegar tareas en los otros (aunque nosotras lo hagamos mejor). Es muy importante dedicarse tiempo a una misma y hacer las cosas que nos gustan: gestionar nuestro tiempo para nosotras y para los demás.

Las técnicas de relajación son un gran aliado para estos casos y actualmente existe oferta variada.  Sin embargo, lo más importante es  vivir el aquí y el ahora. Prestar más atención a lo que estás haciendo en cada momento, y no pensar en todo lo que tienes que hacer después.

Mercedes, cuando después de cenar ve a su marido quitar la mesa, aún es capaz de soltar: “deja, que yo lo hago, que no me cuesta nada”, aunque lo que verdaderamente desea es que esa frase vaya dirigida a ella.

Mari Fuertes Miguel.
Psicóloga.

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