Albuyama

Estoy de nuevo por aquí solo para hablar de ALBUYAMA, para explicar un poco cómo surgió y lo que se pretendía. La verdad es que hubiera sido bonito de haberse podido llevar a cabo.

Todo vino de la pretensión del Proder de hacer algún tipo de artesanía aquí en la zona, dirigido a mujeres, no solamente en Buñol, sino a nivel de toda la Hoya. Me llamaron para impartir el curso de formación, y, después de una selección a la que se presentaron un grupo considerable de mujeres de los cuatro pueblos, con veinte de ellas, empezamos la andadura en Macastre durante el primer año.

La propuesta era que saliera del grupo una pequeña empresa, tipo cooperativa, dedicada a la cerámica en su modalidad de artesanía, y rayar el arte si se brindaba la ocasión, no íbamos a ponernos límites. Así que comenzamos a rodar empezando por los temas más elementales de conocimiento de materiales, técnicas e historia.

El nombre de ALBUYAMA salió de una lluvía de ideas de todo el grupo para tratar de firmar la producción de nuestras primeras obras sin datos particulares, puesto que en la mayoría de los trabajos, excepto en los ejercicios iniciales, participaban diferentes manos; luego era mejor tener un nombre o una marca. ¿Qué mejor que formarlo con las dos primeras letras de cada pueblo? Nos sonó bien y así se quedó.

Fueron definiéndose las cosas y, al año siguiente, pasamos a Buñol. Se produjeron algunas bajas, como era natural, pero continuamos con el proyecto sabiendo, lógicamente, que tendría que quedar al final un grupo compuesto por cinco o seis personas.

La idea de la cooperativa exclusivamente artesana era pobre. La artesanía como tal no se mantiene, y yo no podía pedir a nadie una inversión que sabía de antemano condenada al fracaso. A mí me ilusionaba algo más para Buñol. Particularmente tenía contactos interesantes para poder lanzarlo, pero se necesitaba apoyo de los gobiernos de la zona. Habría que implicar a otros sectores para llevarlo a cabo. Necesitaba un local acondicionado para traer escolares a Buñol a hacer una cerámica determinada ligada a sus estudios. También me encontré con la barrera de no disponer en la población de un alojamiento adecuado para poder ofrecer, al menos, la estancia de dos o tres días. En resumen, lo interesante era compatibilizar la parte de la cerámica, de la que se encargaría ALBUYAMA, con otra parte más lúdica, en la que entraría a formar parte gente más joven, como monitores de tiempo libre, para llevar estos grupos a recorrer la orografía de nuestro entorno, que, dicho sea de paso, consta de elementos naturales muy interesantes para la edad escolar a la que estaba dirigido, además de poder dar a conocer las cosas emblemáticas de nuestro pueblo y de nuestra comarca.

Como es sabido, la cerámica necesita de cocción; así que se propondría a los niñ@s que vinieran personalmente los fines de semana a recoger los objetos que cada cual habría elaborado, haciéndoles una oferta a nivel familiar para visitarnos.

Hay que tener en cuenta que, con todo esto, hubieran entrado a participar y beneficiarse del proyecto los comercios y la hostelería.

De esta manera, ALBUYAMA hubiera podido mantener su vertiente de artesanía y, además, hubiera dado cierta ambientación al pueblo. Pero hoy es dificilísimo llevar estas cosas a cabo por las trabas y formalidades que implica. Son tantas, que lo hacen prácticamente imposible. A todo esto debemos añadir la crisis tan fuerte que hemos padecido y de la que todavía no hemos salido. Así que hemos tenido que conformarnos con hacer cerámica bajo mínimos; con cierta personalidad, eso sí.

En fin, aunque soy persona que difícilmente tira la toalla, me he hecho mayor, nos hemos hecho mayores, sin poder pasar el testigo a personas jóvenes que pudieran llevarlo a cabo. Posiblemente todo haya quedado en un sueño, una ilusón, una sombra, una ficción… que todo en la vida es sueño, y los sueños, sueños son. (Pedro Calderón de la Barca).

Solamente queda brindar mi colaboración si alguien está interesad@ en ello.

María Ballester Iniesta
Ceramista

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