Alquilando unas Ambiciones desmesuradas

Pero, ¡re pámpanos, corcholís, cáspita! ¡Madre mía a lo que hemos llegado! Pero, María Amparo, ¿Qué te sucede, que últimamente te estás quejando de todo? ¿Será por la pandemia, la edad o el frío nos ha venido sin avisar? Pues por nada de eso, Marián. Es que he leído que Jesulín de Ubrique, alquila su cortijo Ambiciones. ¡¡Comorrr…!! ¿El Jesulín y la Mari Campa, van a alquilar sus Ambiciones desmesuradas? Como lo estás oyendo, María Amparo. ¿Qué opinas tú, de todo esto, nena? Que lo veía venir. Y llama correctamente a los protagonistas de esta triste historia: Jesús Janeiro y María José Campanario, para evitar demandas, guapita.
Pues sí, el ubriqueño y su esposa, van su alquilar la emblemática e icónica, Ambiciones. Símbolo y marca de toda una época, que ya ha sucumbido a dos graves crisis, la de los últimos años de siglo pasado, y los primeros de este. Una época, asociada, al excesivo crecimiento económico derivado del descontrol urbanístico. Cuyas consecuencias pagaremos el resto de nuestras existencias, todos los españoles. Y de la cual, se beneficiaron los de siempre. Como siempre ha sucedido.
De Jesús Janeiro, lo sabemos todo. Desde sus irregulares relaciones sentimentales, hasta el fallecimiento del patriarca del clan, don Humberto. Pasando por sus atrevidas corridas de toros, para féminas, con la desvergonzada exhibición de nuestra ropa interior. O su estrambótico y fugaz paso por mundo de la canción. Incluyendo, al pobre tigre Currupipi, o la adquisición de su cortijo, Ambiciones. Todo llevaba el sello de la época, y del padre. Quien se aprovechó de las grandes dotes del menor de sus hijos, para el toreo.
Pero cómo todo en ésta vida sube y baja, la de los toreros, también. O más aún, dado que es un oficio en vía de extinción, por el cambio de mentalidad de los españoles. Retirado, muy joven, por culpa de varías cogidas graves, y sin más perspectivas económicas a la vista, la fortuna que en su día amasará el diestro más divertido de España, Janeiro, se ha visto obligado a alquilar su finca. Eso, sin tener en cuenta, que del ex torero, han vivido como reyes, hasta los familiares de Campanario. La anterior crisis, más esta han puesto la puntilla, a más de una ambiciosa carrera profesional. Que ahora ha frenado, en seco.
Ya no hablo de cantantes como la Pantoja, quien quiere poner en venta su Cantora del alma. O por lo menos alquilarla. Sino de toda una sociedad, como la nuestro, que ha vivido por encima de nuestras posibilidades. Y también la de todo el Planeta, incluído. ¿De quien es la culpa de todo este desastre? De todos y de nadie. De todos, pues todos hemos vivido a base de bien estos últimos años. Y de nadie, pues nadie nos avisó, de lo que iba a suceder ahora. Cómo decimos de forma coloquial, ajo y agua, hasta que lleguen tiempos mejores. Mientras tanto, vemos como van alquilando sus sueños ambiciosos, los demás.

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