Un variado grupo de activistas de Amnistía Internacional nos visitó el pasado miércoles 22 de abril, para ofrecernos una exposición y charla-coloquio en la Biblioteca Municipal. Allí se dijeron cosas como que la ignorancia es violencia y lo es porque la gente que desconoce sus derechos no se puede defender.
Gente campesina huida de conflictos armados, la mayoría mujeres porque los hombres fueron asesinados o murieron a causa de fuego cruzado, en muchos casos violadas, originarias del campo y llegadas a las ciudades, con niños, y sin medios para ganarse la vida. Esperanza nos contó, por ejemplo, que al llegar a la ciudad buscaba una vaca que ordeñar, o unas gallinas que atender.
Los testimonios se centraron en la situación de los desplazados en Colombía, ocho millones de personas. Como en muchos otros lugares, el origen se encuentra en los intereses económicos de grandes corporaciones –allí se habló de Endesa y de Prisa–. Esos ocho millones de desplazados y los que ya no están porque murieron violentamente, vivían sobre un suelo rico. Claro, eso es difícil de entender para campesinos sin acceso a una educación suficiente. Su defensa, el conocimiento.
Esperanza nos contó cuando le facilitaron los textos de una ley, cómo sobrepasaba su entendimiento, cómo se amparó a lo divino para que le diera capacitación para comprender aquello. Le explicaron que lo que habían sufrido son delitos de lesa humanidad, que hasta ese momento lo que habían hecho solo eran declaraciones y lo que había que hacer son demandas, pero para eso, hay que conocer, comprender. Muchas de sus compañeras no podían llegar a esto porque no han logrado superar siquiera el duelo. Y también el miedo. Ahora están amenazadas, ellas y sus familias. Nos contó que nos necesitan. Que el miedo con el apoyo, con la cooperación, ya no es tal miedo.
También dijo que se había dado cuenta que si allí no para de llover, aquí tampoco escampa. Pero ella es por sí un ejemplo, una mujer desplazada, campesina con solo estudios primarios, exponiendo la situación con buen dominio del lenguaje y un torrente de argumentos legales.