Buñoleros ilustres: Facundo Tomás Martí (Agres/Alicante 1889 – Buñol 1953)

El Dr. Facundo Tomás es uno de esos personajes que, pese a no ser hijo de Buñol, es de obligada aparición en este capítulo porque amó y sirvió a Buñol como el que más. Fue persona muy carismática, de talante afable y bondadoso, que mereció –y lo tuvo– el cariño y el respeto del pueblo hasta su fallecimiento.

Facundo se licencia en Medicina y Cirugía en 1913 y, para ampliar conocimientos y experiencia mediante la praxis de la ciencia hipocrática, no duda en cambiar la comodidad del hogar por la aventura de cruzar el «charco». Al otro lado del Atlántico trabaja dos años en diversos hospitales. Primero en México, en plena revolución de Pancho Villa; después en la Clínica Mayo de Rochester (Minesota) y en la de Nueva York. Un provechoso máster, diríamos hoy.

Desde su regreso de América ejerce como médico titular en algunas pequeñas poblaciones. Primero, en el año 1915, en Quesa (Valencia). Después pasa a Macastre (1920), donde ejerce seis años, atendiendo también Yátova y Alborache.

El arraigo y vinculación de Facundo con Buñol se inicia en 1921, mientras ejercía como médico titular en Macastre. En ese año se casa con la buñolera Adela Carrascosa Criado, a la que había conocido en la Plaza de Toros de Valencia. Fruto de este matrimonio son tres hijos: Facundo, Rafael y Adela. 

Cuando en 1926 Facundo obtiene la plaza de médico titular de Buñol, es ya todo un experimentado profesional de la medicina, pese a su juventud. Un médico de familia de los de antes o, si se quiere, un médico rural o de pueblo, sin que estos términos resten lo más mínimo a su capacidad y prestigio profesional. Por el contrario, aquellos médicos sabían escuchar y conocían todo acerca del paciente: su persona, su cuerpo, su mentalidad, su estatus sociocultural y familiar… A falta de los avanzados medios de diagnóstico de hoy, aquellos médicos trataban al paciente como un todo y le dispensaban terapias sicosomáticas, tras haberlo observado, escuchado y tocado. Podría decirse que no curaban enfermedades, sino enfermos. Aquellos médicos emanaban autoridad moral y en el caso de Facundo, además, cordialidad y cercanía.

Su llegada a Buñol coincide con una epidemia local de fiebres tercianas y Facundo se desvive en atender y tratar a los enfermos. Pero su inconformismo le empuja a investigar la causa de dicha epidemia. Hace un estudio, a pie, por el recorrido del abastecimiento de aguas, que en Buñol son de manantiales, y llega hasta la Fuente de El Roquillo. Observa que, entre esta y la Fuente de La Alegría, hay unas vacas sobre la conducción de agua, cuyo estiércol, presumiblemente, es el agente contaminante. Así que expone su estudio y argumentos a las autoridades, que toman cartas en el asunto, canalizando la conducción del agua de un modo totalmente seguro y hermético. Con su intervención, Facundo evita que la patología se alargue en el tiempo y, con ello, quizá salva algunas vidas, especialmente en la población de riesgo. 

En 1932 escribe un libro titulado Topografía Médica de Buñol, que un año después obtiene el Premio Röel, concedido por el Instituto Médico de Valencia. En 1935 se publica este libro, que ha sido referencia y fuente de diversas publicaciones posteriores, incluida esta. 

Se trata de un estudio sociosanitario, además de una apología enciclopédica de Buñol, en cuya variada temática parece como si Facundo presumiese de patria chica, contando su historia, clima, orografía, flora, fauna, demografía, urbanismo… Con todo ello hace un estudio médico sobre la influencia de dichos elementos en la salud de la población. 

Facundo, como queriendo resumir su filosofía personal, incluye estas tres frases al final de su libro: 

«No hay más que una felicidad: el deber». 

«No hay más que un consuelo: el trabajo». 

«No hay más que una alegría: lo bello».

En 1933, por acuerdo unánime del ayuntamiento, Facundo es nombrado Hijo Adoptivo de Buñol, por su dedicación y entrega a la salud de la ciudadanía, y su reconocido amor al pueblo. 

En 1953, a consecuencia de un infarto, fallece Facundo en Buñol, rodeado de su familia, en su domicilio de la calle Colón 37, donde, además, tenía su consulta médica.  Y en 1955, como no podía ser de otro modo, el ayuntamiento dedica una calle, en el Barrio de Las Ventas, a tan ilustre buñolero adoptivo. 

Facundo hijo (Buñol 1921-1984) fue médico titular de Buñol tras el fallecimiento de su padre. Además fue cronista oficial de la villa, así como fundador y primer presidente de la Asociación Pro-Castillo de Buñol. En reconocimiento a su trayectoria como médico, y su trabajo en pro de la historia y la cultura locales, el ayuntamiento le dedicó una plaza en el recinto del propio castillo.

La ciencia hipocrática está en la genética de la familia Tomás. Son cuatro generaciones, de médicos por línea directa. A Facundo, el fundador de la saga, le sucede su hijo Facundo (Buñol 1921); a este su hijo Rafael (Buñol 1959); y a este su hija Alejandra (Ibiza 1992). Cabe añadir que Rafael, es un eminente dermatólogo que ejerce en su clínica de Ibiza desde 1986 aunque, eso sí, viene por Buñol con frecuencia. Y Alejandra, también dermatóloga, ejerce en el hospital de Madrid, de la Clínica Universitaria de Navarra. 

Del libro «La Villa de Buñol en el tiempo» 2ª edición (Con permiso de su autor).
Fuente de las imágenes: Dr. Rafael Tomás, nieto del personaje.

Juan Simón Lahuerta
Buñolerómano

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