Buñoleros ilustres: Luis Hernández Alfonso (Buñol 1901-Madrid 1979)

Este polifacético e ilustre buñolero fue periodista, escritor, historiador, poeta, lingüista y activista político. Fue traductor, y prologuista de obras de insignes autores, como Julio Verne, Dickens, Rousseau, Mauriac, Cocteau, Simenon y muchos otros. Un auténtico erudito, cuyos estudios y trayectoria literaria se desarrollaron en Madrid. Era hijo del jurista, filósofo y catedrático, Luis Hernández Rico (Novelda 1866-Valencia 1938), fundador del Centro Republicano Católico de Valencia, que ejerció de secretario en el Ayuntamiento de Buñol entre 1901 y 1905. De ahí que Luis naciese en Buñol y viviese en él los primeros cinco años de su vida.

En Madrid cursa sus primeros estudios e inicia muy joven las carreras de Medicina y Derecho, que no podrá terminar por dificultades económicas. De su precoz talento intelectual da fe una conferencia que pronunció cuando tenía tan solo quince años. 

Bien pronto, el bullicioso mundo periodístico y literario del Madrid de la época le cuenta como uno de sus más arquetípicos miembros. Entre sus primeros escarceos literarios se cuenta el poema El Lirio (1924), una de las escasas obras de su juventud que publicó. Por esa misma época impulsa y funda en Madrid, el círculo cultural y recreativo Liceo de la Juventud, en el que estrena con éxito una obra teatral, El proscrito. Cosecha galardones en diferentes concursos literarios a lo largo y ancho de España: en Cádiz, Elche, Trujillo… Publica obras, generalmente de carácter político y social, en editoriales como Morata y Castro, con las que también colabora como traductor, principalmente del francés y del italiano. En 1928 funda y dirige la publicación El Presidencialista, órgano de la Juventud Republicana Presidencialista de España, alrededor del cual se congregan e incorporan a este ideario jóvenes juristas y escritores de gran talento y elevados ideales.

El 15 de octubre de 1928, Luis se casa con María Dolores Rodríguez (Madrid 1898-1994), en la madrileña Parroquia de San Ildefonso y de este matrimonio nacen dos hijas María Dolores (1929-1933) y Consuelo (1931-2003).

Estaba dotado de un gran talento y una capacidad de trabajo increíble. Fue colaborador habitual de los más prestigiosos medios de la época. En 1930, es galardonado con el Premio Zozaya de periodismo, concedido por el prestigioso diario La Libertad. Escribió varios libros, entre otros Virreinato del Perú, por el que recibió el Premio Cervantes 1930, de manos del Rey Alfonso XIII, y que sería reeditado por Editora Nacional en 1945; Verdad y mentira de la República Española (1933). Utilizaba varios seudónimos con los que, en ocasiones, firmaba sus artículos: «El Doctor Hache», «LHA», «Lorenzo Fanals», «Luisillo», «Luis de Buñol»… 

En un artículo que escribe en 1933, en el diario de Madrid, La Libertad, habla sobre la necesidad de completar la línea férrea Madrid-Cuenca-Valencia, para optimizar la economía y el intercambio entre estas ciudades, mediante un transporte rápido y económico «de los frutos de las huertas valencianas, de la cerámica de Manises, de las fundiciones de Sagunto, de los embutidos de Buñol, de los jarabes de Játiva y Ayelo»… Y es que Luis nunca olvidó su patria chica, su origen.

Tras el 18 de julio de 1936, permanece en Madrid en calidad de jefe de prensa de las Juventudes Socialistas Unificadas, alentando a la lucha contra el fascismo con sus artículos y crónicas desde el frente, para diarios como El Liberal y otros. También ejerce de corresponsal de guerra para la revista Crónica, que publica sus artículos y crónicas en su sección La lucha en la sierra.

En 1939 es director del diario Sur, órgano del Ejército de Andalucía, con sede en Baza (Granada) y, como opta por no exiliarse, allí le sorprende el fin de la guerra, al frente del último diario republicano que cae en manos franquistas. Es encarcelado en la Prisión de Partido de esa ciudad y, posteriormente, en las prisiones granadinas de La Campana y Provincial. Se le procesa y condena a muerte y, posteriormente, le sería conmutada la pena capital por cinco años de reclusión, ante el testimonio de muchas personas inocentes cuyas vidas había contribuido a salvar.

Precisamente, desde la Prisión Provincial de Granada, Luis escribe Yo quisiera Consuelito. Se trata de un poema lleno de ternura que el padre preso escribe a su hija Consuelo cuando esta tenía once años.

 Ya fuera de prisión, Luis es un claro exponente de los intelectuales del exilio interior, que dedicará sus restantes años y energías –imposibilitado a ejercer el periodismo por su calidad de enemigo del régimen–  a la traducción de obras de grandes escritores antiguos y modernos. Despliega también una importante labor lingüística con la redacción de su obra inédita Defensa del idioma y de numerosísimas papeletas enviadas a la Real Academia Española. Ejerce como asesor literario de prestigiosas editoriales como Alonso, Castro Morata y Aguilar. En esta última permanece desde 1954 hasta su jubilación en 1974, aunque continua como colaborador externo hasta su fallecimiento. 

Desde que descubrimos de forma casual, navegando por internet, a este buñolero ilustre, estamos convencidos de que merece como el que más, una calle o algún evento o centro cultural que lleve su nombre. Nos atreveríamos a asegurar que, si no se ha hecho ya, ha sido por desconocimiento de la existencia del personaje. Es cierto que solo vivió en Buñol sus cinco primeros años, pero no es menos cierto que rendía culto a su patria chica cada vez que firmaba artículos como «Luis de Buñol». 

Este personaje y su obra nos fascinan. Sus artículos, de cualquier tema, transmiten compromiso, agudeza, credibilidad… En sus poemas, modelo de rima y métrica, percibimos una exquisita sensibilidad y una sutileza que colman de belleza y lirismo a cada uno de sus versos. Sus frases –algunas con un trasfondo de amargura, en defensa de causas perdidas– están cargadas de sabiduría y equilibrio y, al igual que las frases de los grandes pensadores, su vigencia es permanente, por ser intemporales. Su foto del inicio –tendría en ella treinta años, ceño fruncido, como preocupado y mirada inquisidora– nos transmite la imagen de un intelectual serio, con mucha vida interior y, quizá, un poco atormentado. Pienso que, al igual que Larra, Luis iba muchos pasos por delante de la sociedad que le tocó vivir y eso le iba creando un poso de amargura que, de alguna manera, impregnaba su obra y su imagen.

A continuación, se insertan algunas frases de Luis, que, de alguna manera, nos hablan de su filosofía de vida y su línea de pensamiento:

«No hay en la vida nada verdaderamente insignificante».

«Por el camino de la claudicación sólo puede llegarse al abismo de la esclavitud».

«Ser superior no consiste en ser más fuerte, sino mejor».

«Cuando estés muy triste, canta. / Es un río la canción / que lleva al mar del olvido / las penas del corazón».

«En España se juega demasiado a los despropósitos y se abusa de la desproporción».

«El derecho natural no existe como doctrina inmutable; es simplemente, en cada momento, el conjunto de normas que las circunstancias imponen a la conciencia de la Humanidad».

«Los hombres pasan; las ideas quedan».

«Atacar a los hombres es infinitamente más fácil que enfrentarse con las ideas que defienden: los hombres somos imperfectos. ¿Quién no tiene un punto vulnerable en el que puedan hacer blanco los ataques de sus enemigos?».

«El hambre mata al que la padece y molesta a los que no la tienen».

«En la vida se presenta muchas veces el dilema de disimular con provecho o decir la verdad con perjuicio».

«La desaparición de la ignorancia es el resultado más remunerador que puede lograr la Instrucción Pública, aunque ello le cueste grandes sacrificios económicos al Estado».

«La igualdad del fuerte y el débil ante la ley es semejante a la de dos contendientes, armados uno con una caña y otro con un cañón».

«La resignación de los débiles constituye el mejor instrumento para la tiranía de los fuertes».

«Tener una gran mayoría en la Cámara no quiere decir tener a su lado la mayor parte del país».

El 4 de noviembre de 1979 fallece Luis en Madrid y diez años después, sus restos son trasladados al Cementerio Municipal de Almagro (Ciudad Real), localidad natal de su madre política.

ADENDA

La ingente obra de este ilustre buñolero estaba en poder de su nieto, Pablo Herrero Hernández, quien, además, mantenía una modélica web, en la que puede verse una buena parte de la obra de su abuelo y su bisabuelo (artículos, poesía, ensayo, material gráfico y documentos). Un valioso legado en el que Pablo seguía descubriendo material interesante, no solo en el propio archivo familiar, sino en archivos externos, hemerotecas y bibliotecas públicas. Por desgracia, Pablo Herrero, un eminente intelectual y gran persona, fallece en Madrid, en 2016. La Dra. Helena Herrero, única hermana del fallecido, residente en Moratalla (Murcia), se hace cargo de todo el material de su abuelo, que le envían desde Madrid. Son varias cajas grandes conteniendo libros, documentos, correspondencia con personajes importantes de la época, su inmensa producción poética, manuscritos inéditos…

Con la idea de incrementar la oferta cultural de nuestro pueblo, le sugerimos a Helena Herrero la donación de todo ese material a la Biblioteca Pública de Buñol. Al cabo de unos días nos responde: «He decidido que todo lo de mi abuelo debe quedar en el pueblo que lo vio nacer y me gustaría que tú, como amigo y buñolero, lo trates con las autoridades locales». Y lo tratamos con entusiasmo y paciencia. Fueron ocho meses de contactos, primero con el concejal de cultura y después con la alcaldesa. Excusas, dilaciones, ambigüedades, silencios… Por resumir, y sin entrar en detalles, los políticos hicieron imposible la donación. Cabe añadir que algunas prestigiosas instituciones –entre ellas, una universidad norteamericana– estaban al acecho en un intento de conseguir tan importante donación. Con posterioridad a todo esto desconocemos donde se encuentra tan valioso material. Una pena.

Del libro «La villa de Buñol en el tiempo» –2ª edición– (Con permiso del autor).

Juan Simón Lahuerta
Buñolerómano

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