Una tarde de sábado mi hija me preguntó: “Mamá, ¿cómo era la plaza cuando tú eras joven?”, y yo le contesté, eso sí que era una zona comercial, allí encontrabas de todo, empezando por la Cuesta Soriano y terminando en el Puente Nuevo podías pasearte por allí como si fuese la Calle Colón de Valencia.
Recuerdo aquella sobrasada de Casa Sorianico, ¡qué buena estaba!, aunque para irme al colegio lo que más me gustaba era comprarme el pan en el Horno del Chavalín, qué aún existe, y la mortadela de lata Mina en la Tienda de comestibles de La Amparico Alís, actualmente el bajo de UGT. Y enfrente estaba Los Claveles (Royeta), tienda de comestibles que hoy es la carnicería El Tito.
Si necesitaba unos zapatos, tenía donde elegir: la zapatería de Plá, que estaba en Las Cuatro Esquinas, la zapatería de Cándido, hoy La Dorada, y La Finín, además de un zapatero remendón al lado de las Lanas Mercedes, qué aún continúa.
Las sociedades musicales siguen estando, pero antiguamente en los pisos de arriba los domingos por la tarde hacían baile con orquesta, convirtiéndose en locales de encuentro para la juventud.
En el Bar La Viña se hacían las mejores gambas al ajillo y chipirones que he probado. Y donde ahora está Juanjo podías beber una horchata buenísima cuando estaba su madre, la Emilieta Alís.
Si necesitaba productos de limpieza, tenías 3 droguerías: La Pepica, en Las Cuatro Esquinas, Droguería La Cruz, hoy La Conchín, y la Droguería de Pepe “El practicante”, justo al lado del estanco, donde sigue estando.
Si necesitaba hilos, agujas, etc… Podía encontrarlo en la Milagrín Casero, hoy L’Andana, en la Mari Casero, junto a Rosales, hoy cerrado. En Pepica Lero, hoy la Óptica, o en la Mercedes, que continua en la actualidad.
En la misma plaza podía encontrar hasta siete y ocho carnicerías, entre ellas: Antolín, en Las Cuatro Esquinas; Garrigues, enfrente del actual Mas Móvil; Aparicio, al lado de Julia Estilistas; María Sento, al lado de Las Vegas; Florentina, enfrente de Niko Peluquero, y justo al lado, Araceli Setagüera. Frente a La Viña, los Ayteres, al lado de la Relojería Mira. Y al lado del Balú estuvo antiguamente la carnicería del Colica Pato, que solo vendía cordero. Para terminar, al bajar por la calle el Molino estaba el Pepe Sorra, que tenía un fiambre buenísimo, la Carnicería de la Peque y La Pajarilla, que sigue trabajando.
También había 3 farmacias, la de enfrente de la Iglesia, que continúa hoy día, la de Aparisi, que estaba donde ahora está Balú, y la Farmacia vieja, hoy Zas Visión. En la plaza también había tres kioscos: al lado de la iglesia, la tía Cristina, luego Pureta. Luisito, que se acaba de jubilar y La Pajarita, que vendía revistas y periódicos justo en la misma plaza. En la actual sede del PP, era la Ferretería El Candao, hoy trasladada a la zona comercial.
Antiguamente lo habitual era tener radio o tocadiscos. El primer televisor que tuve, a los 15 años, lo compraron mis padres en Castell, enfrente de la peluquería de caballeros del tío Gregorio, tío Pepe “El negro” –mi padre– y Chimo, donde hoy está Julia Estilistas. Y detrás de la Iglesia estaba la tienda de la tía Marina, el Horno de Masmano, bebidas la Tía Pepica y, por supuesto, la peluquería de la tía Quina, mi madre, la primera peluquera de Buñol.
Seguro que me olvido de muchas tiendas porque todos los bajos de la plaza eran comercios. Qué tiempos aquellos…
Blanca Marzo López
Una paisana nostálgica