De segunda división

Llega el mes de marzo, y con él las programaciones de la Semana de la Dona, y empieza a sonar el teléfono. En años anteriores, muchas nos hemos declarado en huelga para visibilizar que sólo nos llaman en estas fechas señaladas y, este año donde escasean las contrataciones, ¿qué hacemos? Primero, reflexionar:

Si miro atrás, en lo profesional casi siempre me he sentido, si me permiten compararlo con el fútbol, en una segunda división. Hiciera lo que hiciera siempre iba a competir en otra categoría. Da igual lo mucho que me esfuerce, da igual lo mucho que sepa; algún colega me va hacer un comentario donde me voy a sentir excluida. Tal vez se pueda pensar que es un sentimiento personal, pero luego lo hablo con amigas y les ha pasado lo mismo. No me pondré a escribir las mil y una anécdotas que podría contar sobre esto, pero una triste sensación recorre mi cuerpo cuando me dicen: «¡Qué bien tocas para ser tan joven!». Porque ya no se atreven a decir «para ser mujer», pero sabes que no me ven capaz de hacer lo mismo que un hombre solamente por el hecho de ser mujer. 

Para mí fue importante formarme en los estudios artísticos y una de las conclusiones a las que llego hoy en día es que la falta de confianza que tienen las alumnas es una constante. Así lo revela el estudio de la asociación MIM (Mujeres en la Industria de la Música), donde un 48% dice no conocer a las personas adecuadas o no tener los contactos necesarios y hasta un 30% no conoce la información y las oportunidades en relación a sus estudios. Es decir, la mayor dificultad reside en ser capaz de crear lazos de confianza y tener una red de cooperación entre compañeros de profesión. ¿Cómo se teje una red de confianza cuando experimentamos situaciones de discriminación y misoginia a diario? 

Nos encasillan dentro de tópicos que perpetúan una imagen de mujer hipersexualizada desde la adolescencia o ridiculizan las reivindicaciones feministas. Pues es complicado, porque se va arrastrando esa sensación que nos condena a vivir en una segunda división. Como cuando en la actuación de los Goya el volumen de la cantante músico esta más bajito que la del rapero de turno aunque sea esta la que lleva el peso de la actuación. 

Dar confianza a mujeres músicos conlleva un impacto que hace un eco expansivo a otros niveles. Programar, por ejemplo, un concierto donde haya mujeres músicos, más allá de cumplir el expediente de la Semana de la Dona, es generar confianza entre el colectivo de músicos, dar espacio a que suban al escenario y sembrar referentes para otras muchas que día a día nos enfrentamos a un desierto en los escenarios, y me incluyo porque todavía hay pocas mujeres. 

Si profundizamos más, para entender por qué hoy en día hay tantas estudiantes y concertistas pianistas, hay que recordar que, en su día, muchas otras emprendieron el camino de ser concertistas cuando tenían que viajar acompañadas, pedir permiso a sus maridos, o ser repudiadas por muchos de sus colegas de profesión. Muchas veces se habla de pioneras y si revisamos la historia de la música encontramos muchos referentes que todavía hoy no se estudian en los conservatorios. Y aún así, nos han llamado para tocar en la Semana de la Dona y vamos a ir a tocar. Porque tenemos que ser un impulso para esa alumna que se tomó la molestia de pedirme tocar una pieza de Fanny Mendelssohn. Porque una amiga ha empezado un nuevo proyecto interesante y yo también quiero estar activa y contribuir al panorama cultural. Porque un colega, profesor del conservatorio que da la asignatura de Historia de la música se interesó por esa compositora que le comentaste por los pasillos. Porque otro compañero se emocionó con el estudio de la obra de Matilde Salvador para el concierto. Por las risas de los ensayos con las compañeras. Hay muchas razones. Sobre todo porque todavía NO hay un cambio real en las programaciones de conciertos. 

Y porque no queremos estar en segunda división.

www.laiabernadgarcia.wordpress.com

Laia Bernad García
Pianista y ex-profesora Conservatorio San Rafael

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