El derrumbamiento de la parte baja del Castillo sobre la calle Palafox

n19 historia castillo

En el atardecer del viernes 4 de agosto de 1911 se producen unos grandes deprendimientos de la roca del Castillo sobre la C/ Palafox, afectando casas de la C/ Cataños, Mallorquines y también la calle del Castillo, que se desplomó.

Los propietarios de casas de la C/ Palafox, con objeto de ensanchar sus viviendas socababan la ladera de la montaña para ir construyendo cuadras y dependencias. A eso se achacó precisamente el hundimiento. En la mañana del citado día, nótese una gran grieta en la cara oeste de la casa señorial y en el piso de la calle delante de la misma, en vista de lo cual el alcalde Joaquin Estelles decretó el desalojo de varias viviendas, aunque algunos no cumplieron. Todo el pueblo en masa acudió desde los primeros momentos al lugar del siniestro, procediendo con ardor digno de los mayores encomios a los trabajos de salvamento y desescombro.

La noticia se comunicó rápidamente a Valencia, y a la una de la madrugada del día 5 salía un tren hacia Buñol portando al Gobernador, Cruz Roja, bomberos y cuantas fuerzas se pudieron reunir. El viaje se hizo en un tiempo “record” de una hora y veinte minutos. Llegaron 54 individuos de la  brigada de bomberos de Valencia y algunos médicos con material sanitario. Llegados a la zona de la catástrofe, empezaron inmediatamente los trabajos de desescombro ya iniciados, pero al no encontrar nada y dado lo avanzado de la noche y la falta de luz, el Gobiernador mandó a todos retirarse y continuar con el alba.

Al volver a iniciar los trabajos, empezaron a aparecer los cadáveres. Ramón Galarza Lambíes,  que se encontraba con su novia en la calle, comentando lo ocurrido un momento antes cuando oyó lamentarse a un vecino llamado Senén Ferrer Chornet, de no haber podido dar suelta a un asno que tenía atado al fondo de su derruida casa. El joven se ofreció a sacar al animal de su cuadra. Cuando se adentró en los restos de la casa sobrevino un segundo hundimiento por el que fue aplastado  y arrastrado hasta los corrales de la Posada Nueva, en donde apareció su cadáver.

Después apareció el cadaver de Josefa Corachán Carrascosa, con varias partes de su cuerpo aplastadas. Dos vecinos que bajaban de las Ventas, Desiderio y Ernesto Criado, en el momento del hundimiento, vieron correr hacia ellos dos mujeres, Josefa Corachán Carrascosa y una sobrina suya. La niña escapó del peligro por su agilidad, pero no así su tía, que fue sepultada.

A continuación apareció el cadáver de María Castor Carbonell, y el de su hijoa, María, de nueve años; en quinto lugar apareció el de Josefa Andreu Fernández, de 75 años, “la ermitaña”, que se negó a abandonar la casa cuando se le recomendó. En el momento del siniestro se encontraba sentada a la puerta de su casa haciendo labores de punto, cuando una piedra la tiró de bruces y la aplastó. Más tarde apareció otro cadáver, el de José Sáez García, apodado “el tío Benerata”, murió cuando, encontrándose en la calle, se dirigía a un estanco situado allí cerca.

Después de grandes esfuerzos lograron extraer de entre los escombros varios heridos, algunos de ellos graves. Entre los heridos: Joaquina Vallés y su esposo Francisco Pastor García, José Roser Ruiz, Senén Ferrer, herido gravísimo que en el momento de la catástrofe cayó rodando desde lo alto del Castillo hasta la plaza del pueblo;  Pedro y Daniel Espert Criado. Estos dos últimos niños, que su madre les había acostado poco antes  y marchó a casa de una vecina, de donde salió precipitadamente al ocurrir la desgracia. De su casa nada quedaba, lo que la sumió en la mayor desesperación. A sus gritos acudieron numerosos vecinos y un hombre de ánimo sereno, Regino López, se adentró entre los huecos de los escombros y encontró a Pedro, de tres años, debajo del colchón, sangrando y cubierto por un montón de piedras; el otro niño, de ocho meses, se hallaba en una concavidad que habían formado los hierros de su destruida cuna y salió ileso.
También resultó herido el director de la banda de música Francisco García Ballester, que perdió su taller de herrero dónde trabajaba. Allí, en la cueva de la herrería, ensayaba la banda de “Los Feos”. Una nieta suya, que permaneció sepultada durante media hora, salió ilesa. Los heridos graves son desplazados al hospital de Valencia, y el día 6 de agosto muere Joaquin Vaquer Alis, y quedan más heridos graves, que pueden haber fallecido también.

El día 6 de agosto, el gobernador civil, recibió un despacho del alcalde de Buñol, que decía: “La angustiosísima situación de las infelices familias, víctimas de la catástrofe, me obliga a insistir cerca del Gobierno en la demanda de auxilio para proceder con urgencia al desescombro y evitar la repetición del derrumbamiento y las desgracias que ocasionase. Según el ingeniero que ha reconocido las ruinas y ha calculado la cantidad de escombro y roca que hay que extraer, el coste de las obras será de 25 a 30.000 pesetas. Imposibilitado el Ayuntamiento para acometer, ni siquiera en parte, servicio de tal importancia, y ante el peligro de que la lluvia u otra causa cualquiera reproduzca la catástrofe, procede que se nos conceda el crédito necesario, que serviría también para mitigar la indescriptible miseria de las 90 familias que han quedado sin albergue”.

Ese mismo día el alcalde convoca a los vecinos a una reunión en el teatro, acordando abrir suscripción y nombrar a una junta para gestionar los recursos conseguidos en atención a las víctimas y familias. El día 8, un tren especial lleva a Buñol al Sr. Armiñán, Director General de Obras Públicas, al Gobernador Civil de la provincia, al Presidente de la Diputación, diputado a Cortes del distrito y del ingeniero jefe de la provincia, que fueron recibidos por el Ayuntamiento en pleno y por todo el pueblo, tributándosele una calurosa y entusiasta ovación. El Gobernador dijo que había dejado 25.000 pesetas para los gastos del derribo, entregadas al ingeniero jefe de Obras públicas.

Pasado el estupor reinante, se realizo el entierro de las víctimas presidiendo el duelo el Ayuntamiento en pleno, el cura párroco, el Diputado del distrito señor Escutía, el ingeniero jefe de Obras Públicas señor Dicenta, don Vicente serrano y otros. Algún tiempo déspues se formó una comisión para representar a Buñol ante las personas que enviaban socorros. Esta Junta se formó así: Presidente, el señor Alcalde; Secretario, Francisco Perelló; Tesorero, José Carrascosa; Vocales: Juan Ferrer, Ildedonso Carrascosa, Emilio Borso, Francisco Morató, Sebastián Reus, Fernando Galán, Emilio Giménez, Rafael Rosell, Aurelio González y Herminio Pérez.

El día 6 de agosto, en el Círculo de Bellas Artes, se celebró una importante reunión de artistas para acordar, en principio, la celebración de una fiesta benéfica en favor de las víctimas de la catástrofe de Buñol. Pintores y escultores ofrecieron obras de arte para dicho objeto. También se hicieron muchos ofrecimientos en metálico. También se organizó una función en beneficio de las víctimas de Buñol, en el teatro Soriano de Valencia, y las suscripciones de los periódicos ascendió a importantes cantidades. La marquesa de Esquilache, que era la presidenta de la Cruz Roja, hizo un donativo de 1.000 pesetas. En Buñol, se hizo una función benéfica en el teatro La reconstrucción se realizo en pocos años.

Claudio García Rehués
Autor del blog bunyul.com

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