Diario de un viajero. “3-12-1938. Yo bombardeé Buñol”

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Yo, Walter Maërz, brigada del Ejército del Aire Alemán y miembro de la Legión Cóndor, bombardeé Buñol.

Nací en Leipzig (Sajonia). Con 18 años me alisté en las juventudes nacional socialistas y con 21 estaba en el Ejército del Reich. No tardé en ascender a sargento y a cumplir mis sueños, pilotar aviones de combate. Estudié y me formé en Berlín. A los 26 años sobrevolé Polonia y destruímos Cracovia y parte de Varsovia. Nuestro ejército avanzaba como una máquina destructora y expansiva, era la conquista del Lebensraum (espacio vital). Serví en la Lutwaffe (arma aérea), piloté sobre todo avanzados aviones de combate, como el Junker 87 y el Masserschimt BF109. En 1938 me destinaron a Pollensa (Mallorca) para apoyar a Ramón Franco, hermano del sublevado General Franco y ayudar al autodenominado Caudillo de España.

En las diáfanas mañanas mediterráneas de la Isla, donde estaba nuestra base, y el azul me invadía, recordaba con estupor mi país natal y a donde habíamos llegado. Un escalofrío me invadió anta las templadas aguas del Mar y anhelé mi helada ciudad sajona. Aquella mañana del 3 de Diciembre subí al Masserschmit 109 con la misión de bombardear Buñol, Chiva y Cheste. Pensé si valía la pena ofrecer estas Islas a los italianos, tan estratégicamente situadas, pero eran mis aliados y compañeros, aunque recelaba de ellos.

Sobrevolando el Mediterráneo, los cuarenta aviones, añoré mi pasado teutón y medieval, y hasta donde llegaría nuestro sueño imperial. Me vino a la mente aquella frase de nuestro Maestro: “…ya nada puede detener al tiempo y la vida, estamos en el túnel del triunfo…” Empecé a lanzar bombas a las 12 horas del sábado sobre un hermoso pueblo llamado Buñol y su fábrica cementera, nuestro objetivo. Debo decir que omití bombardear a la población civil, fui débil y lo pagaría caro, había algo en aquel paisaje que me hizo flaquear y jamás sabré el porqué. Bajo mis ordenes seguimos la carretera Nacional hacia Chiva. Los Savoia 79 iban pegados a mí y brillaban como ángeles caídos en el azul celeste. Un piloto italiano se adelantó y dejó caer sus bombas el acuartelamiento del 1 batallón 116 de la Brigada Mixta y en un polvorín cercano. El aura del poder me embriagaba. Mientras abajo las casas ardían, mi vida también. Unos puntos negros aparecieron en la lejanía, eran los Polikarpo I15 “chatos”, nos daba la bienvenida la Republica desde Valencia.

Con una rapidez y sin apenas percibirlo me abatieron, y tuve que saltar en paracaídas. Alcancé llegar a unos viñedos que se llamaban El Corral del gato, en Cheste. Yo, Walter Mäerz, brigada y a punto de ascender a capitán debido a la incipiente guerra, bombardeé Buñol Chiva.

Ahora, lesionado, y mi avión ardiendo, con mi pistola en mano, espero el fin, en estas tierras de Levante español. Veo a los lejos varias mujeres que gritando se acercan a mí, quieren lincharme. Un miliciano carga su ametralladora Hotckiss (rusa) y ya percibo las balas sisear y hacer blanco en mi paracaídas. En el horizonte, los otros aviones cruzan el cielo blanco y luminario. El miliciano vuelve a disparar y las balas atraviesan mi cuerpo y al Reich.

Grito en la mañana brillante y soleada, pienso en Lepizig y su río helado, mientras las mujeres me zarandean y caigo herido de muerte.

Rafael Ferrús Iranzo.
Buñol histórico.

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2 Comments - Write a Comment

  1. ¡Cuanta imaginación! ¿Que hay de verdad en los datos biograficos del Suboficial Maerz? Es que me interesa si son ciertos, y si quieres compartir la fuente mejor.

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    1. En realidad es todo ficción. Un saludo.

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