Distillery Folk and Music en el Soho

FE DE ERRATAS: En el número anterior dije que el Homenaje a los Grupos de Rock de Buñol se realizaría el 2 de Julio, la fecha ha cambiado al 5 de Agosto, en el Auditorio Municipal de Buñol. Perdonen las molestias.

Retomando la sana tradición de programar música en directo, pero en garitos, hay que agradecer la constante programación que se curra el Soho en cuanto a este respecto, y lo que, al menos para mí, es mucho mejor, que se trate de música celta, una de mis grandes pasiones.

Pudimos asistir, gratamente y entre amigos, a un espectáculo formidable, pese a las reticencias que puedan surgir al ir a ver a un cuarteto de música celta de Carcaixent, ciudad que vio crecer a la Distillery Folk and Music, pero fue un acontecimiento brutal en todos los sentidos, tanto en cuanto a la calidad de la banda, como al factor comunicativo, llevado a cabo por su flautista múltiple y sonriente, que trufaba de buen rollo y paridas las explicaciones de las canciones, las versiones, los artistas a los que citaban, las tradiciones, y los lugares a los que este grupo nos transportó de una manera bestial: Escocia, Irlanda, Bretaña e incluso a la Isla de Mann.

La calidad de los interpretes fue fascinante, ya que contamos con un violinista fantástico y saltarín, aunque, al contrario que el señor Malikian, era calvo, pero no encontré ni una sola desafinación ni error en todo el concierto, aunque tampoco la busqué, desde luego, ya que ir a un concierto a buscar el fallo es de ser un poquito hijo de puta, y creo que no es mi caso.

Había un bouzuki, de carácter acompañante, pero tocado con una firmeza apabullante, que hacía unas preciosas bases para que tanto el violín como el flautista (que desplegó todo tipo de flautas, de formas y tamaños, ante el asombro del respetable) pudieran interpretar sus gigs and reels con total desenvoltura.

En lo que a la percusión toca, había un bohdran, mítico instrumento de percusión irlandés, tocado con una sutileza magnífica, y también de forma muy sutil, un grave de percusión totalmente nítido, con el pie, a través de un dispositivo electrónico. Aunque bien es cierto que el peso virtuosístico recaía exclusivamente en flautista y violinista, nada hubieran podido hacer sin la solidez y profesionalidad del bozouki y la percusión.

En conclusión, celebramos San Patricio por segunda vez, escuchando y bailando danzas circulares, canciones de otoño (“en otoño hay mucho retoño” dijo el flautista y maestro de ceremonias), jigas, reels, solos, incluso una nana, pero siempre embriagados por la buena cerveza del Soho y la calidad de una músuica tan alegre como hermosa.

Esperamos de vuelta a la Distillery Folk and Music dispuestos a celebrar San Patricio las veces que hagan falta… como en Irlanda, donde cada día es San Patricio.

Enrique Hernández Pérez
Presidente del Club de Rock Buñol

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