El conflicto de COINTEX, S. A. (1975-1976)

MOVILIZACIÓN OBRERA EN BUÑOL DURANTE LA TRANSICIÓN DEMOCRÁTICA

Extraído de la revista nº1 (1995), editada por el Instituto de Estudios Comarcales de la Hoya de Buñol.

Este enero se celebra el 42 aniversario de uno de los conflictos que más repercusión social tuvo tanto en Buñol, escenario del acontecimiento, como en la comarca en general: la protesta obrera de COINTEX, S.A.

El conflicto de COINTEX, S.A. es una de las numerosas manifestaciones obreras que se producen de forma generalizada, tanto en el País Valenciano como a escala estatal, dentro del contexto de disolución del régimen franquista y el inicio del proceso de transición democrática. Tiene lugar en un momento de máxima tensión social y política; los primeros meses de 1976 se caracterizarán en todo el estado español por una avalancha de movilizaciones obreras propiciadas por la coyuntura política y económica de la época. En el País Valenciano, además de huelgas en grandes empresas, pueblos industriales como Buñol, Alcoi, etc. se ven envueltos en una serie de luchas originadas en las pequeñas y medianas industrias allá afincadas.

COINTEX, S.A. era una fábrica del ramo textil, dedicada a la producción de hilo de algodón para la confección de prendas vaqueras. Uno de sus principales propietarios era Sáez Merino, dueño de la empresa Lois, a la que abastecía COINTEX. La plantilla, en el período 1975-76, era de unos 220 trabajadores aproximadamente, unos 30 eran hombres (mecánicos, encargados y jefes) y el resto mujeres.

El convenio colectivo del ramo textil era el más bajo de todos los sectores. Además la empresa obligaba a todo el personal a trabajar a destajo y el trabajo no podía ser controlado por los trabajadores al no existir tablas de regulación de esta modalidad de trabajo. Aún más, la temperatura que se alcanzaba en las naves de trabajo superaba lo establecido en la Reglamentación de Seguridad e Higiene del Trabajo, 28 ºC., rebasando en verano los 40ºC. También se acusaba a la empresa de ilegalidad, por el empleo de mujeres menores en el turno de noche.

Entre el 15 de julio y el 8 de agosto de 1975, se produce el abandono de su puesto de trabajo de treinta y tres operarias por el asfixiante calor de la nave industrial: 40ºC. Estas trabajadoras aseguraron contar con el permiso de los encargados, aunque estos lo negarán en el juicio. Al día siguiente la mayoría de las operarias se reincorpora tras presentar el justificante médico, recogido sin objeciones por el encargado. El día 8 de agosto esas trabajadoras reciben una notificación con fecha de 30 de julio en la que se les comunica una sanción de un mes de suspensión de empleo y sueldo, y se les valora el abandono del día 15 de julio como falta muy grave.

La segunda etapa del conflicto abarcaría desde el 9 de agosto de 1975 hasta el 8 de enero de 1996. Las trabajadoras consideran injusta la sanción y responden a la empresa con una demanda ante Magistratura de Trabajo. El 13 de septiembre se celebra el Acto de Conciliación sin avenencia, puesto que la empresa persiste en considerar la falta como muy grave.

El 16 de octubre de 1975 es despedida una de las representantes de las trabajadoras en el Acto de Conciliación. Las compañeras responden al día siguiente con un paro de una hora, y haciendo rendimientos bajos durante esa semana y la anterior al juicio, celebrado el 14 de noviembre de 1975. Debido a la presión en la fábrica, la trabajadora despedida es readmitida.

En el juicio del día 14 de noviembre se falla contra las trabajadoras que se ausentaron del trabajo el 15 de julio.

El 17 de noviembre la empresa despide a otra obrera por participar en el paro de una hora realizado el 17 de octubre, y nuevamente la presión de sus compañeras consigue que sea readmitida a los treinta días.

El día 20 de diciembre la última trabajadora despedida vuelve al trabajo y ese mismo día es enviada a casa junto a seis compañeras, para cumplir la sentencia por el juicio del calor.

Posteriormente, el 30 de diciembre COINTEX presenta expediente de despido a una enlace sindical y un jurado de empresa. La ley exigía que esto se realizara con 30 días de antelación, pero solo se hace con ocho días: el juicio tendría lugar el 7 de enero de 1976.

Ante esto las obreras, con ayuda del Instituto Social Obrero y la Asociación de Cabezas de Familia (a partir de ahora CC. de F.), junto con algunos vecinos solidarios, recogen firmas por todo el pueblo pidiendo la readmisión de los dos cargos sindicales. Se obtienen 1.500 firmas, que son llevadas a la C.N.S. local, a la C.N.S. provincial y al Ayuntamiento de Buñol. En cuanto al ISO, se comenta: “la gente que por entonces tenía inquietudes se encontraba dentro del Instituto. Se reunían trabajadores y estudiantes de todo tipo, el cura cooperaba dejando los locales y no interfiriendo en absoluto”.  El ISO sirvió de tapadera en la organización de acciones de protesta.

El 3 de enero de 1976 la asamblea decide que los tres turnos de trabajo realizasen un paro de una hora en solidaridad con las dos despedidas. El paro se vuelve a repetir el 5 de enero. El mismo día se pide una reunión de todos los enlaces de Buñol en la sede de la CNS local, se deniega el permiso y alrededor de las 20 horas una comisión compuesta por miembros del ISO, C.C. de F. y trabajadores de COINTEX presentan en el Ayuntamiento las firmas recogidas.

Trabajadores y vecinos se reúnen en asamblea en la iglesia parroquial de Buñol San Pedro Apóstol (único local que se presta a ello), elaborando y asumiendo las siguientes reivindicaciones: anulación de expedientes y sanciones, readmisión de los cargos sindicales, y que no hubiera represalias. Se acordó no abandonar la iglesia hasta que se garantizara la resolución de los problemas existentes.

El alcalde, Don Enrique Silla Criado, se presenta en el encierro el día siguiente, 6 de enero de 1976, prometiendo encontrar una solución, y poniendo en ello su cargo. Ante las promesas el primer encierro se disuelve.

El día 7 de enero se celebra el juicio por el expediente de despido de las representantes sindicales. Unas setecientas personas aguardan en la plaza del pueblo información sobre el desarrollo del mismo. Se vuelve a la iglesia, los trabajadores de Cointex deciden nuevamente permanecer encerrados hasta que se les garantice la readmisión, y son apoyados por los vecinos del pueblo. “Este segundo encierro se produjo a los pocos días, –nos cuenta J. M. Monzó, entonces párroco de la Iglesia de San Pedro–, telefoneé al obispo para informarle de la situación y éste lo autorizó. El equipo sacerdotal pensó que uno de nosotros estuviera dentro para evitar que desde fuera se inventaran calumnias sobre lo que ocurría dentro… yo me quedé fuera sirviendo de enlace… La conducta de los trabajadores en la iglesia fue siempre correcta. Las puertas permanecían cerradas, y sólo se abrían para las dos misas; entonces ellos se metían en la capilla de la comunión y tenían orden de no responder a las provocaciones, que las hubo, sobre todo de la policía secreta.”

Durante la tercera etapa, del 9 al 17 de enero de 1976, se produce la transformación cuantitativa y cualitativa del conflicto. El punto de inflexión viene dado por la carga de la Policía Armada contra los vecinos de Buñol quienes en gran número se concentraron en las puertas de la iglesia para evitar el desalojo de los encerrados. “Ese mismo día del desalojo –recuerda J. M. Monzó– tuvimos la suerte de que viniera el vicario episcopal, vio cómo se desarrollaban los hechos, y apoyó nuestra posición… A las tres de la tarde me llamó por teléfono el comisario de policía de Valencia, amenazándonos. Llegó a decirme que saldrían aunque tuviera que derramarse la sangre. Planteé la cuestión a la asamblea y acordaron mantenerse en su posición. A las ocho de la tarde cerré la iglesia y me quedé en la puerta. Sabíamos que la policía iba a venir… llegó a las diez, tocaron las campanas y en muy poco tiempo acudió mucha gente gritando fueras a los grises. Estos estaban formados y avanzaban hacia la iglesia. El que mandaba las tropas me entregó una orden de desalojo del Ministerio del Interior, en ese momento la policía empezó a cargar contra la gente, alcanzándome también a mí. Me di cuenta de que tenían que salir, no había más remedio que abrir la iglesia. Se produjo el desalojo, y una vez estuvieron fuera los trabajadores, volvieron a cargar…”

La contundente acción policial provocó la dimisión del delegado local de la CNS y de la corporación municipal, que, debemos recordar, no había sido votada por el pueblo en unas elecciones democráticas (las primeras elecciones municipales democráticas son en 1979). Asímismo, todos los jurados y enlaces de la localidad presentan la dimisión en señal de protesta y solidaridad.

El 10 de enero se convoca una manifestación (en la que participaron 2.000 a 6.000 personas, según las distintas fuentes), junto a las peticiones laborales de readmisión, anulación de expedientes, y mejoras en la seguridad de la fábrica. Se gritaban consignas como: “libertad”, “alcalde dimite, el pueblo no te admite”, “sindicatos libres”, “el pueblo unido jamás será vencido”, “viva la clase obrera”. Al finalizar el acto, los manifestantes cantarán el himno de Buñol en la versión republicana.

El 11 de enero COINTEX S.A. envía telegramas a las trabajadoras para que se reincorporen al trabajo. Estas, reunidas en asamblea, deciden no regresar mientras no se les atiendan sus reivindicaciones.

El 14 de enero llega a Buñol el abogado de la C.N.S. en Valencia, solicitando reunirse con los cargos sindicales. Se le responde que la reunión debe hacerse en asamblea, y así se hace, participando los trabajadores y los vecinos, sin llegar a ningún acuerdo. Únicamente se decide enviar un escrito a la dirección de la empresa planteando las condiciones para la vuelta al trabajo. No obstante el 15 de enero, y ante el fallo favorable del juicio contra los dos cargos sindicales, se decide regresar al trabajo, puesto que además se había conseguido la anulación de los expedientes y sanciones. Dos días después las obreras informan públicamente de la conclusión del conflicto. Al mismo tiempo, los excomponentes del Ayuntamiento emiten una circular con su versión de los hechos, de la que reproducimos un fragmento.

“… A la llegada de la fuerza pública, el cura pidió el permiso para entrar en la Iglesia, y le mostraron un escrito. Un volteo de campanas “a rebato”, inoportuno, lamentable y que no sabemos quien lo hizo, reunió en la puerta de la Iglesia muchos ciudadanos, con los ánimos un tanto tensos. Pese a unas advertencias previas que hizo la policía, por medio del megáfono, una actuación de la misma, inadecuada y lamentable (no hemos podido saber quién comenzó), desbordó los ánimos y se escribía una de las páginas más negras de la historia de Buñol…”.

Serán contestados con una hoja de información firmada por el ISO, CC de F, trabajadores de COINTEX y otros vecinos del pueblo, en la que rebatían estas tesis. “…cabe preguntarse si en este día se escribía una de las páginas más negras de la historia de Buñol o bien representa para la historia de nuestro pueblo el más importante grito de libertad en mucho tiempo”.

Podemos concluir indicando el hecho de que a partir del conflicto de COINTEX de 1975-1976, que puede considerarse como uno de los movimientos sociales más importantes registrados en el municipio, según opinión unánime de todos los entrevistados, en Buñol se desarrollarán con gran fuerza los sindicatos y los partidos políticos en la etapa de la Transición Democrática. El menor nivel de conflictividad existente a partir de entonces, tuvo además una visión menos politizada, más centrada en cuestiones laborales y bastante controlada por las centrales sindicales.

Begoña Martínez Sisternas
MªÁngeles Sáez Miralles
Licenciadas en Geografía e Historia

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