Hace tan sólo dos semanas desapareció, cerrando sus puertas, una de las tiendas (llamada popularmente “El Economato) de la Cooperativa de Cementos de Buñol. La del Barrio. Otra víctima más que apuntarle a ese Capitalismo que, en su afán de globalizarlo todo, de acapararlo todo, siembra nuestros barrios y pueblos de “Mercadona’s”, de “Lidl’s” y del resto de esas franquicias monstruosas llamadas hipermercados, donde nos dicen que podemos “comprar de todo” (lo que hace falta y lo que no) a “precios populares” (sea esto verdad o no), y “que se ahorra tiempo, ofreciendo la comodidad de comprarlo todo al momento”… Sin embargo, lo único que se ha revelado como cierto de estos establecimientos, es que son máquinas de cerrar pequeños comercios, arruinar tanto a pequeñas empresas, agricultores y autónomos, como a Cooperativas como la que aquí nos ocupa, desmembrando de esta manera las ya muy maltrechas economías locales de barrios, pueblos y ciudades.
¿se ha podido gestionar mejor la cooperativa?…supongo que sí ¿han influido de forma considerable los brutales recortes en derechos laborales y sociales a los trabajadores de CEMEX, quienes contribuían con una parte de su salario a subsidiar económicamente al Economato? También y mucho. Pero este dramático final, especialmente para socios, trabajadores y trabajadoras y para las buenas gentes del Barrio San Rafael quienes tenían un servicio en el Barrio, ha sido culpa de todos. No obstante, y como dije antes, los actores principales de esta situación responden a una única lógica. La que impone el sistema que padecemos: EL CAPITALISMO.
El Economato de Cementos, como Cooperativa a la antigua usanza, no es exactamente el modelo de Cooperativas con el que uno sueña para formar la base de una futura economía alternativa, radicalmente diferente al brutal y despiadado sistema capitalista de libre mercado actual, pero desde luego, el modelo cooperativo es infinitamente mucho más justo, democrático y respetuoso con l@s trabajadores/as, de lo que pueda serlo cualquier empresa privada. Una Cooperativa solo responde ante sus socios y en última instancia antes sus socios-trabajadores y eso es muchísimo más sano, ético y democrático que ser explotado diariamente para que un jefe multimillonario (pongamos por ejemplo Juan Roig), al que ni siquiera conoces y al que le importa una mierda tu pueblo, se lleve el valor añadido de tu esfuerzo en forma de millones, a las Islas Caimán o a Luxemburgo. No entraré hoy en las innumerables y sustanciales diferencias que existen entre una Cooperativa de pueblo y una gran franquicia de alimentación, ni tampoco en el desigual impacto económico y social que tiene cada una de ellas en la economía local y en la vida de las personas. Eso lo dejo para otro día.
Cierto es, que nosotr@s los consumidores no estamos exentos de culpa en la quiebra de un modelo y el éxito del otro. Somos en última instancia directamente responsables de que Cooperativas y pequeños comercios, echen el cierre, mientras Carrefour, Mercadona, etc…se forran a su costa. Nosotr@s tenemos la capacidad y el poder de decidir cómo y dónde compramos aquello que es necesario para vivir, y en ese sentido, y en esta ocasión, le hemos fallado a la Cooperativa de Cementos, como antes le fallamos a carnicerías, droguerías, panaderías, fruterías o tiendas de ultramarinos. Ell@s eran de los nuestros y no supimos apreciarlo. Ell@s son de los nuestros y todavía no queremos verlo. De la cooperativa vivían un buen puñado de familias, que ahora han sido expulsadas al pozo del desempleo. No hay consuelo posible porque la cruda realidad sigue siendo implacable, pues nadie saldrá a su rescate, y porque además no se aprecia una voluntad por nuestra parte de aprender de los errores cuando llega la hora de tomar conciencia a la hora de consumir. Nosotr@s pudimos haberlos salvado, pero en su lugar preferimos apostar por “la comodidad” y por “las grandes ofertas” con que nos engatusan (y manipulan) las grandes superficies. Es realmente triste.
No parece que haya propósito de enmienda. Ahora mismo, mientras escribo esto, en los grandes hipermercados, habrá centenares de personas comprando compulsivamente alimentos y artículos que cree más baratos, y otros muchos que no necesita, pero que han sido puestos en el pasillo “estratégicamente” a su alcance para que los añada al carrito de la compra. Ya no se mira ni la calidad, ni la procedencia ni las consecuencias sociales y económicas que tiene el tradicional acto de hacer la compra. Ahora todo se reduce a la comodidad. La publicidad de los pasillos decide por ti. Y así continua involucionando esta sociedad de consumo. Hoy, hacer la compra tiene que ver más con un espectáculo visual de carrera de carritos por los pasillos y de admiración de estanterías que te animan a cargar cosas superfluas, que con el tradicional tour por esos pequeños comercios del barrio, quienes sí son espacios sociabilizadores, donde podías/puedes (todavía) sentirte antes persona que mercancía.
Cuando ya no existan pequeños comercios en Buñol, hacer la compra será una aburrida rutina más, un mero trámite realizado por autómatas desprovistos de la capacidad de decidir qué alimentos prefieren, de cómo los prefieren y mucho menos de pararse a hablar con la vecina o con el panadero. Aunque el camino hacia la anulación total del ser humano está ya muy avanzado, aun estamos a tiempo de evitar, con nuestras decisiones cotidianas, que el pequeño comercio y las Cooperativas desaparezcan como eje vertebrador de la economía local. De esa que podemos ver y tocar todos los días y que influye directamente en nuestros barrios, en nuestros pueblos, en nuestras vidas…
Es hora de tomar conciencia de que nuestras decisiones como consumidores tienen muchísima más relevancia de lo que pensamos. En nosotr@s está elegir entre repartir lo que tenemos entre los nuestros o seguir enriqueciendo a aquellos plutócratas que financian partidos y gobiernos corruptos, quienes a su vez nos machacan y maltratan el planeta. Es fácil, pero requiere esfuerzo, voluntad y sobretodo conciencia de clase. Conceptos que, preocupantemente se nos están olvidando.
José Guerrero
Artículo extraído de su blog
La pastilla roja
Alucinante, por un momento me pareció ver a Stalin comprando en el economato.
CONSUM es una Cooperativa
Una lástima, es cierto, pero hablando de culpas vamos a nombrarlas todas, como la de esos pequeños comercios que no han sabido o no han querido avanzar con los tiempos, por ejemplo en horarios; que hoy una mayoria de mujeres trabajan y yo todavia recuerdo cuando no podía comprar nada en Buñol porque cuando salía del trabajo todas ( y digo todas) las tiendas estaban cerradas. Que un día le encargas la compra a la vecina pero todos los dias no.