En el amplio mundo de las de las setas creo que la mayor satisfacción de todo aficionado es la búsqueda y recogida de estas, casi más en ocasiones, que la propia degustación de las mismas, no solo por el entorno físico y natural, que en la mayoría de los casos suele ser de enorme belleza, sino por el deseo atávico que tiene el hombre por la búsqueda e interés por cualquier cosa, y si encima puede ser comestible, mucho mejor.
Lo que en Buñol comúnmente denominamos hongos, entraría dentro de un grupo de organismos enormemente extenso, que constituyen un reino aparte, ya que no son ningún tipo de plantas, puesto que, a diferencia de estas últimas, que realizan la fotosíntesis, los hongos carecen de clorofila y se “alimentan “ de materia orgánica, desarrollando un papel de vital importancia en la naturaleza, ya que descomponen dicha materia y devuelven los nutrientes al suelo.
Los hongos que a nosotros nos interesan son los que en la mayoría de los casos viven en simbiosis y asociadas a diferentes especies de árboles o plantas en la naturaleza.
La parte más visible de un hongo, es decir, la que busca y es más preciada por el recolector, es el carpofóro o seta, que con unas condiciones propicias, sobre todo de temperatura y humedad, crece en todo tipo de suelos, para nuestro deleite y degustación posterior.
Hay muchas clases de setas, se habla de más de 5.000 solo en Europa, por lo que su identificación no es nada sencilla, su conocimiento requiere de mucha paciencia, observación y práctica y una enorme prudencia a la hora de recolectar, para no tener un disgusto inesperado. No obstante, comentar que el número de especies venenosas es relativamente bajo y normalmente fácil de identificar. Existe un popular refrán entre los seteros que dice: “todas las setas son comestibles, aunque algunas lo son, solo una vez”, así que ante todo precaución.
Es importante indicar ciertas normas generales a la hora de recolectar setas. En principio comentar que no importa solo la cantidad de setas que cojamos (en nuestro pueblo y otros, en anteriores épocas, parecía que la cantidad , y si se podía exagerar dicha cantidad mucho mejor, era lo que primaba).
Por tanto es importante recordar el respeto a nuestros montes, y a la hora de recolectar no dañarlo. Conviene utilizar, como ya es bien sabido, una cesta de mimbre para que las esporas caigan de nuevo al suelo y las setas estén más oxigenadas (en ningún caso utilizar bolsas de plástico), utilizando una navaja para cortar las setas sin arrancarlas, para no dañar el micelio y, a ser posible, recolectar los ejemplares jóvenes.
Por otro lado, indicar que existe la creencia popular de que las setas solo crecen al final del verano y en otoño, no siendo cierto, ya que estas crecen en todas las estaciones, aunque sí es cierto que las que suelen ser más populares y abundantes crecen mayoritariamente en otoño.
En nuestra comarca y especialmente en Buñol la recolección de setas se ha visto mermada sobre todo por el actual estado de abandono de nuestros montes, numerosos incendios forestales, etc. Por el contrario, comentar que el mayor conocimiento de especies nuevas , y el aumento “relativo” del nivel de vida, ha propiciado que salgamos a buscar setas a otras zonas geográficas, sobre todo a las provincias limítrofes de Teruel y Cuenca.
En Buñol la especie más apreciada y abundante es el rebollón o níscalo. También, pero menos conocidas, la seta negra (champiñón silvestre), la seta de cardo, de chopo, etc, aunque hay un gran número de especies poco conocidas de excelente calidad. Pero en el mundo de la micología, a pesar de existir setas enormemente reconocidas, pasa como con los vinos, y como se suele decir en Buñol “para gustos colores”.
Por último comentar que ahora mismo llega la época del año más fructífera para la recolección de setas, el otoño, aunque este año se ha adelantado en algunas zonas, así que animaros a meteros en este mundo sin hacer el “animal” en el monte.
Vicente Hernández Lisart
Humilde aficionado