El primer entierro por lo civil tras la Guerra Civil

El 18 de enero de 1940 falleció Vicenta Moscardó Espert, tras tres años agónicos enferma de tuberculosis. Fue una mujer con ideas políticas definidas y con opiniones claras en cuanto a temas religiosos. Siempre manifestó una determinada voluntad de ser enterrada por lo civil, ya que era conocedora de su enfermedad y de los pocos medios que había en aquel entonces para sanarla.

Fue visitada frecuentemente cuando se acercaba su final por personas cercanas al régimen, con el objetivo de convencerla para que cambiara su actitud respecto a su voluntad, puesto que tras la guerra todavía nadie se había enterrado por lo civil y las autoridades sabían que una vez alguien iniciara este camino, le seguirían más. Llegaron a ofrecer incluso buenos trabajos para su marido e hijos. Ella le dijo a su marido que si esto les iba a perjudicar a él o a los hijos, renunciaría, pero él le respondió que no se preocupara por ellos, que debía de hacer lo que ella deseara. Pensamos que este deseo no solo se debería a sus ideas, también debió influir que su primer marido estaba enterrado en el Cementerio Civil. A tal punto llegó el asedio en su lecho de muerte, que su sobrina, cuidada por ella como una madre, se les plantó pidiéndoles por favor que no fuesen más, que ya veían cuál era su deseo y que la dejaran morir tranquila.

El día de su muerte le llegó a la edad de 37 años. Dejaba así a su segundo marido, viudo de su hermana pocos años atrás, y con quien se había casado para recoger a su sobrina y sobrino, un hijo de 14 años habido de su primer matrimonio y la hija pequeña de ambos.

El entierro debía realizarse sin pasar por la puerta de la Iglesia, de noche. No podría llevar más acompañamiento que el marido y los dos hijos, flanqueados por dos guardia civiles. Cuando llegó el alguacil a dar el comunicado a la casa donde la velaban, lo hizo con lágrimas en los ojos. Algunas mujeres murmuraron indignadas. Después serían detenidas acusadas de injurias por otras mujeres afectas al régimen.

A partir de la Violeta, camino del cementerio y hasta allí, de noche, en pleno enero y a pesar de la prohibición y sin duda con mucho miedo, la gente empezó a aparecer de la oscuridad, por entre las huertas, de manera que se hizo tal acompañamiento –seguramente más de lo que en otras circunstancias habría sido– que incluso apareció como noticia en un periódico, como una gran manifestación ocurrida en Buñol.
Al día siguiente metieron al calabozo a los hermanos de la difunta, Salvador y Vicente Moscardó, junto a su mujer, Peregrina Corachán, que estaba criando un niño de mama que murió poco tiempo después, y a otros vecinos y amigos.

Parece ser que los entierros por lo Civil durante el franquismo hayan sido una singularidad de Buñol. Otros pueblos, por muy de izquierdas que fueran, no lo mantuvieron y su existencia ha causado extrañeza en gente de izquierdas de otros lugares de España. Incluso ha habido enterramientos de personas que, sin ser de Buñol, así lo elegieron por sus ideas.

Claudio García Rehués
Autor del blog bunyul.com

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