El último adiós

Hoy en día cuando fallece un ser querido, nos despedimos de él en un lugar llamado tanatorio, pero no siempre fue así. Antiguamente este acto se celebraba en las casas del difunto y allí se velaba al muerto. No hace mucho, en Buñol, las casas se llenaban de allegados y familiares que allí daban su último adiós y daban el pésame a la familia.

El origen de los velatorios se remonta a la época medieval, donde las condiciones de salud e higiene no eran las idóneas. Independientemente de la religión, los cuerpos descansaban en el sepulcro, o incluso en el hogar del difunto, después de la muerte, pero durante tres días, familiares y amigos se acercaban para despedirse. El estaño estaba a la orden del día, platos y utensilios de cocina se construían con este material, y no eran pocos los casos de personas que habían sufrido envenenamiento por ello, produciéndole un estado de catalepsia de varios días.

La catalepsia deja el cuerpo aparentemente muerto. Las constantes vitales se reducen al mínimo, indetectables en aquella época y lo que podía parecer un cadáver, era simplemente el efecto del estaño.

El velatorio se convirtió entonces en la última esperanza de familiares para detectar señales de vida en el cuerpo y demostrar que solo se trataba de un estado pasajero producido por el envenenamiento. Lo que fue la última esperanza, pasó a ser una tradición y hasta hace poco se velaba al muerto en los domicilios particulares, pero por razones de higiene esta costumbre pasó a la historia para realizarse en sitios acondicionados para dar el último adiós.

En el catolicismo, el velatorio cumple la función de asumir la muerte del ser querido y arropar a los familiares compartiendo su dolor. Los católicos creen en la resurrección, de manera que cuerpo y alma se separan y esta última va al encuentro con Dios. A los seis meses o al año realizan una misa de recuerdo.

No obstante, según nuestras religiones y costumbres, son variados los rituales. El judaísmo prohíbe participar en fiestas durante los doce meses posteriores al entierro. Antes del entierro se lava el cadáver para su purificación, los hombres a los hombres, y las mujeres a las mujeres y se envuelve en un sudario. La cremación está prohibida.

El budismo defiende la idea de que la muerte es el comienzo de otra vida. Creen en la reencarnación y en el karma, defienden la idea de que, según las acciones del pasado, tu cuerpo renacerá de una forma más o menos agradable. El cadáver se prepara con formol para que permanezca en casa siete días antes de la cremación (se incinera para permitir que el espíritu se libere del cuerpo) y durante ese tiempo los monjes van a rezarle. Las cenizas se suelen esparcir en un río. Durante 49 días familiares y amigos presentan ofrendas como bebidas y alimentos.

Los testigos de Jehová celebran su ritual con la Biblia, pero sin símbolos católicos, se trata de un ritual sobrio, creen en la resurrección y por lo general optan por la incineración. Lo importante es que se sientan apoyados por la Comunidad.

En el Islam, los musulmanes creen en la resurrección, la muerte es el comienzo de otra fase. Tras el fallecimiento, al difunto se le coloca sobre el costado derecho orientado hacia la Quibla. El cadáver se lava (las mujeres se encargan de las mujeres y los hombres de los hombres), se le cierran los ojos y se le cubre el cuerpo con tela blanca de algodón.La incineración está prohibida. El cuerpo se entierra orientado hacia la Meca. Hay que dedicarle la lectura del Corán entero o parte de este.

Una de las tradiciones chinas, es acabar los días donde comenzó la vida. Es por ello que los chinos, cuando saben que su vida está a punto de acabar, regresan a su hogar. Los rituales chinos están cargados de simbolismo. Previo a la muerte, la persona deja de usar almohada, para un chino paz significa recto y horizontal. Una vez fallecido, el chino debe llevar ropa nueva, pero que no sea de animal, ya que si no, podría reencarnarse en uno. También deben quitarse o cubrirse todos los espejos de la casa. Si alguien viera reflejado al fallecido en uno de ellos existe la superstición de que pronto habrá un muerto en la familia. También existen reglas sobre como vestir en un funeral chino según el parentesco.

Los tanatorios de hoy en día están acondicionados para estos variados rituales.

Muchos son los rituales según tus creencias o ideales, pero en lugares como Buñol, también se tienen otras costumbres como vecinos de la localidad, o simpatizantes de Litros o Feos. Es tradición que un simpatizante porte encima del féretro la bandera de su banda y se despida de la misma. Actualmente, la banda solo acude si fallece un directivo en activo o un componente de la banda.

Hoy en día el cementerio de Buñol es uno de los más peculiares. En el interior hay masones, republicanos, librepensadores, judíos u otras simbologías, religiones e inclinaciones. Los cementerios civiles eran símbolos de una indiferencia religiosa que dividía a las personas en buenas y en malas. Es por tanto insólito, que el cementerio de Buñol tenía en el siglo XIX la misma importancia social que el católico.

Virginia Bartolomé Marzo
Colaboradora

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