Empleo. Emprendimiento.

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Se sabe que los ciclos económicos se parecen a los dientes de sierra, suben y bajan periódicamente, o a la metáfora de las vacas gordas y las vacas flacas interpretada por José en el libro del Génesis del Antiguo Testamento.

Sin duda, ahora estamos viviendo en los tiempos de las vacas flacas o en la parte baja de la sierra, y además, lamentablemente en este país estamos instalados en una crisis estructural de empleo (más de un 24% de paro que no baja pese a las noticias de mejora macroeconómica y la reforma laboral).
Puede que los ratios macroeconómicos mejoren, que la prima de riesgo se estabilice en los índices bajos, que haya brotes verdes o que la crisis esté acabando… Pero el empleo no llega a la gente, y el 90% del que llega es temporal, precario y, en la mayoría de los casos, mal remunerado. Este es el verdadero drama a resolver.

Y aunque la solución al gravísimo problema de la falta de empleo no es el emprendimiento, sí que es cierto que la revolución tecnológica en la que estamos inmersos desde hace años que está cambiando paradigmas y certezas de la sociedad, abre oportunidades nuevas para crear valor y ofrecerlo a la comunidad en forma de productos o servicios.

Un emprendedor es una persona, un profesional, con conocimientos, con un proyecto empresarial y con la ilusión suficiente para correr los riesgos que supone iniciar una empresa de futuro incierto (el 80% de las empresas no llegan a los 5 años de vida).

Y, en Buñol, ¿cómo vamos de actitud emprendedora? Pues como en todas partes, no mucha. Salir de la zona de confort que ofrece un empleo estable (si se tiene), o esperar encontrarlo mientras se consume el paro, es menos arriesgado que iniciar un negocio en el que podemos fracasar y perder lo poco que tenemos.
Y es que lo que más frena a la gente a la hora de iniciar una aventura de este tipo es la falta de experiencia, el no saber cómo abordar esos primeros pasos en la puesta en marcha de la empresa, cómo plantear el plan de negocio, la financiación, etc.

Hay países en los que existen verdaderos viveros de empresas, espacios en donde el emprendedor puede exponer su proyecto y mentores que le ayudan en los primeros pasos (elaborar el plan de negocio, buscar financiación, formar al personal, etc.)

No sería mala idea hacer algo parecido aquí en Buñol, tenemos muchos profesionales jubilados o prejubilados, incluso en activo, que podrían hacer de mentores o de apoyo a los nuevos emprendedores, con la cobertura de la empresa municipal Buinsa, mediante charlas formativas, reuniones concertadas según necesidades y proyectos, y también creando un clima colaborativo entre los emprendedores que permitiera abordar proyectos de mayor volumen.

En definitiva, promover el emprendimiento será beneficioso para la creación de empleo y para mejorar servicios.

Francisco Pérez Ferrús.
Director Palmart. Cofundador E.O.

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