Yo para ser feliz quiero un Camión

n18 historia camion

He pasado el mayor tiempo de mi vida al volante y hoy me declaro un hombre jubilado. Mis días serán distintos y recordaré con nostalgia esas rutinas y experiencias a bordo de mi segunda casa, mi camión. Para ir en un camión hay que tener amor y vocación, si no es muy difícil el día a día lejos de tu casa. En mi caso, he tenido la suerte de disfrutar trabajando. Es un trabajo sacrificado, que no te permite dormir en casa cada día. Tu familia tiene que entender y respetar que tengas dos casas, una con ruedas y la tuya con tu familia, en la que es posible que no estés tanto como te gustaría. La tecnología llegó al camión en los últimos 10 años de mi vida laboral. Mientras tanto, no existían los móviles, ni el Gps, ni tacógrafos, ni siquiera nevera. Las llamadas a casa no eran tan frecuentes, a  veces, cada dos días. Hoy estas totalmente “controlado” a través de estos aparatos. Un camionero principiante va perdido porque no conoce las rutas, los restaurantes, etc., pero al cabo de unos años eres un privilegiado, tienes tus Estrellas Michelin en los bares de carretera. Lo mío siempre ha sido el volante. He sido taxista, he hecho trayectos nacionales e internacionales de pasajeros, pero me quedo con el camión. Encima del camión soy mi propio jefe, yo decido donde comer, dormir y como organizarme.

Mi camión ha sido mi vida, lo he querido como a una novia. El último que he tenido la suerte de llevar parecía una nave espacial, uno no está acostumbrado a tanta tecnología: con su nevera, con su mesa. Hay una cama atrás, para descansar, y otra arriba, más grande, a la que se sube por una escalera, para dormir más horas. También tiene un armario en el que puedes guardar ropa, y, cómo no, aire acondicionado y calefacción, de lo cual carecían los camiones antiguos, y menudas noches de calor he pasado.

También he pasado penurias en la carretera. Nunca olvidaré un viaje internacional que me tocó hacer a Inglaterra en el año 2.000, recién inaugurado el eurotúnel que, con dinero en el bolsillo, pasé mucha hambre, debido a la escasez de alimentos, los cuales no llegaban a los bares de carretera, pero a pesar de esta anécdota me jubilo con buen sabor de boca. He hecho amistades buenas, malas, en todos los aspectos, la vida en estado puro. Te cruzas con muchas personas por el camino en esta profesión, con tantas como largo es el trayecto, pero no eres un “turista pagado”, como dijo Fraga de esta profesión, ya que atrás dejas a la familia, tus hijos…  Te pierdes muchas cosas importantes de sus vidas que ahora recuperaré con mis nietos.
Para más información estaré en mi particular Club de Jubilados “Rosales”, jugando mi partidica y contando anécdotas. Y en honor a Loquillo, que sé que viene este verano, diré que si volviera a vivir sería de nuevo camionero, porque yo para ser feliz quiero un camión.

Eliseo Bartolomé Soriano.
Recién jubilado.

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