Impresiones sonoras de ultramar

De vez en cuando hay que salir del tiesto, y esto hice, junto a mis amigos Táber, Edmun y Sergio. Nos fuimos a ver el mundo, concretamente a Cuba, pero no os voy a soltar el rollo del viaje y los cientos de anécdotas y risotadas, sino que voy a puntualizar unas impresiones y curiosidades que he visto/oído en cuanto a la música se refiere.

Una de las cosas que más me atraía del país es la calidad de la gente que interpreta música, y allí pude comprobar lo que me temía, que sí, que los músicos que hemos visto eran brutales, tanto la gente de la salsa en la Casa de la Música de la calle Galeano, el trío que actuaba en el restaurante La Galera, como el grupo que pudimos ver en La Bodeguita de en medio, lugar donde nos encontramos con Pau y Bolu, de los Smoking Souls, y comenzó una buena amistad que seguiría en Viñales y Trinidad. 

Un grupo muy old school que pudimos escuchar en Viñales que, habiendo grabado en Alemania un disco que especifica claramente que está grabado en Cuba (jijijí), nos tocó los clásicos de Carlos Puebla que tanto nos gustan: Emiliana, Hasta Siempre, y En eso llegó Fidel. Los solarros, genialmente inspirados del Trés cubano junto con el arte del percu y el buen hacer del maraquero generaban una base brutal completada por el guitarrista con su voz de barítono atenorado, que nos brindó en solitario una bella canción de Serrat. 

Escuchamos más adelante a una banda de salsa que había en el hotel de Varadero, donde vimos a unos (claramente) padre a las pailas e hija a la batería, que eclipsaban a una banda donde el trompeta subía de octava sin aparente esfuerzo, y el sonido en conjunto era una aberración (en el buen sentido); la cantante animadora estaba más para otro tipo de guiris

Las últimas paradas donde vimos música en directo fue en Trinidad, donde vimos varias pinceladas de muchos tipos de grupos, desde tríos, a quintetos (en una terraza de una casa rehecha en bar), a una gran banda de salsa y baladas en la plaza de la calle principal. Música de baile a tope también en El rincón de la Salsa. 

Pero cambiemos de tercio, a lo curioso, a lo que cambia… En cuanto a la música comercial, la que se pone en las discotecas, etc., las ediciones musicales que se hacen para la isla en su mayoría cambian, ya que la rítmica cubana se basa en claves rítmicas de 2 compases (que las interpreta un instrumento llamado «claves»), mientras que la inmensísima mayoría de la música actual de carácter latino se basa en el Dembow. La rítmica del Dembow sólo tiene un compás:

En todos esos locales, pudimos escuchar que prácticamente la totalidad de las canciones llevaban una clave de Rumba (muy muy alta) por encima del Dembow…

Y al escuchar ambas simultáneamente, aderezado por una producción de bombos con caídas en plan batucada, las canciones que sonaban tenían una rítmica bastante más interesante que en Europa, y aunque fuera música comercial bastante mala, era bastante más entretenido e interesante, al menos a nivel rítmico.

La última curiosidad sonora era que, en las discotecas, a parte del DJ existe la figura del speaker-cantor, que solía ser un señor que, además de jalear a las masas, canta partes enteras de las canciones (encima de la voz, sin problema). Y, entre las producciones y este señor, hacían que la sobreexposición de mi cabeza a canciones que no me suelen gustar no fuera tan traumática. Llamadme awela, pero a mí me gustaron más los Old School del bar de Viñales… 

«Y en eso llegó Fidel… Se acabó la diversión, llegó el Comandante y mando a parar».

Carlos Puebla

Enrique Hernández Pérez
Melómano por el mundo

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