La España fea

El escritor Pedro Marchán en su obra «Por esos lugares» cuenta: «voy este verano por las calles de mi pueblo, horribles en su variopinta fealdad y abandono, y no ceso de recordar aquellos días de final de los 80 cuando anduve por la Rumania de Ceaucescu: nadie podía imaginar y menos de todos el propio Nicolae y Elena su mujer que 3 o cuatro años después sería fusilados sumariamente a las horas de haber caído del tremendo pedestal en el cual se encumbraban, pero no me acuerdo por este asunto, mayor sin duda, sino por uno menor: por la fealdad suprema que encuentro de cabo a rabo por los pueblos de valencia: en aquel país desordenado, empobrecido, sometido y atemorizado: «Rumania, Ceaucescu, Pace» era el eslogan recitatorio u oración que andaba publicitado hasta en las carreteras de tercera (algo así como el misterio de la santísima trinidad rumanocomunista) uno encontraba por allí pueblos de 5, diez ó 30 mil almas vivas o medio vivas que lucían más cuidados que el común de los de aquí y ahora desde la Serranía a L´Horta en este disparate sin par de edificios pérfidos, cableados laberínticos y omnipresentes, firmes peligros incluso en las puertas de los ayuntamientos, pulgas en las calles (es pura verdad que me empulgué caminando por el Castillo de Buñol) cascos antiguos abandonados a su ruina, edificios nuevos con una estética de comics antiguos y todo hay que decirlo mierdas, mierdas de perros por doquier…». 

Nos sigue hablando Marchán de que, igual que nadie podía imaginar en 1987 u 88 que en breve el régimen caería, nadie imaginaba ni por asomo que una veintena o treintena de años después más de 500.000 rumanos y rumanas vivirían en España, que por entonces y en aquellos lugares, España era algo de una lejanía sideral… En fin, llevando el agua al molino de lo anterior, lo cierto es que la fealdad y el descuido forman parte de la estética actual hispana. Lean para entrar con mejor pie en este asunto «España fea» de Andrés Rubio, un ensayo de difusión sobre el desastre urbanístico, la destrucción de la costa, el derrumbe del patrimonio arquitectónico, etc., o uno anterior no menos interesante: «La España de las piscinas» de Jorge López, donde su autor nos plantea como la disgregación de la comunidad no se da por dictaduras políticas, sino por la política de los adosados, de los chaletitos de periferia con piscinas donde no hay agua: un mundo hecho de casitas, urbanizaciones, hipotecas, alarmas, colegios concertados, múltiples coches por unidad familiar, centros comerciales, consumo online, seguro médico privado… Un mundo que imita sin vergüenza el modelo de suburbio estadounidense pero en los campos de Castilla, Valencia, Gerona, Zamora o Alborache… y todo ello para sentir que somos ¿quiénes?

Que hay una España bronca, fea, de toros y borrachuzos, de viejos fascistas de 25 años, violenta, machista, soez y desagradable lo podemos constatar en cualquier momento, pero las fiestas «populares» de vaquillas, discomóviles, merengadas, toricos, tomatinas, etc. son un buen momento y un buen lugar para ver el substrato que alimenta este disparate palmario. Podrán decir (y dicen) los apólogos del asunto, que es una «catarsis dionisiaca»… 

Pero que «catarsis» es esa cuando corren virales vídeos donde tres muchachos ebrios (en estas fiestas «catárticas» organizadas con dinero público)meten mano a una muchacha ebria también y ligera de ropa o donde unos tipos golpean un toro, se golpean entre sí… después derriban a un policía, que ingenuo acude a poner orden mientras la guardia civil como salida del XIX llega y llega… Valle Inclán fliparía. 

En fin, y para cambiar de tercio, lean sin demora, o mejor, den a leer a sus adolescentes, «Ética para Celia» de la filósofa Ana de Miguel, donde nos sitúa y trata de situar a las personas más jóvenes en la búsqueda y asunción de referentes valiosos, creativos y constructivos que nos/les sirvan para hacer frente al disparate, a la España rancia, a la falta de reflexión y pensamiento fundamentado. 

En fin, leamos, leamos, leamos… y no nos dejemos caer en el desánimo por tener que repetir lo ya dicho, por tener que vindicar lo ya vindicado, por tenernos que ver de nuevo, como dice la escritora Rosa Montero… «en las trincheras de la civilidad y de la razón…» y ya puestas no se pierdan su último libro, «El peligro de estar cuerda».

Vale & feliçe septiembre lector.

Biblioteca Pública Municipal
bibliotecaspublicas.es/bunol

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