La mejor calle engalanada

Si algo trajeron los concursos de Calles Engalanadas, sin duda, fue la diversión, socialización y el «hacer barrio». Hoy en día nos identificamos con nuestro barrio, nuestro pueblo, nuestra gente.
Las calles engalanadas supusieron un bonito acto que reunió en una piña a la gente de su calle.

Yo, al menos, tengo un bonito recuerdo de la mía, la calle Gravina, ganamos el año 1991. Aunque yo era veraneante, sin duda los veranos como tal eran especiales y dentro de la semana de Feria y Fiestas el Concurso de Calles Engalanadas lo recibimos como una bonita experiencia en la que varias generaciones se unían para vestir de gala nuestra calle.

Cada año había que superarse. Recreamos lugares como la fuente de Borrunes o el estanque de San Luis, pero hay que hacer memoria para acordarse de lo bonita que quedó la calle. Al final de los años quedan los recuerdos de una calle donde los vecinos éramos una piña. Durante el día los más pequeños ejecutábamos las órdenes de los «ideólogos», cambiamos bicis por brochas, había compañerismo, ilusión por ganar y amistad.

Durante la noche sacábamos las mesas a la calle, y a cenar. No recuerdo desencuentros, sólo ilusión, pertenencia a un pequeño barrio –una calle, en realidad–, diversión, ese ambiente que se respira en verano donde la vida se hacía en la calle. Sólo que estos días, en lugar de recorrer otros lugares, como la Plaza del Pueblo, el «Trinquet», la piscina o El Planell, nos quedábamos todo el tiempo en nuestra calle, trabajando en las tareas más sencillas y viendo como «los mayores» llevaban la decoración a otro nivel.

El día de la visita del jurado era toda una fiesta, nerviosismo e ilusión. Recuerdo que un año hicimos una especie de pozo, y de allí salían las bebidas que obsequiamos al jurado. 

La ilusión y el nerviosismo se unían a la fiesta, y después a la alegría por haber ganado, o a la rabia por no haberlo hecho, pero sin duda lo que quedaba era el recuerdo de un bonito verano en el que nos unimos por un objetivo común, sentirnos orgullosos de nuestra calle. Y que cuando pasas por ella y ves la cerámica «A la mejor calle engalanada» vienen esos bonitos recuerdos.

Hace dos años, las «Festeras del 94» rememoraron la tradición. Se decoró con banderines y guirnaldas colgadas de los balcones. También se pintó la propia calle, como se solía hacer hace más o menos 30 años. Y disfrutaron, después de terminar su obra, de un gran almuerzo acompañadas de los vecinos de la calle y las autoridades de la localidad.

Fue una mañana de recuerdo de cuando muchos vecinos y vecinas de la localidad salían a decorar sus calles y se participaba en un concurso, donde el único objetivo era estrechar lazos entre buñoleros y buñoleras y dejar bien bonitas las calles del municipio.

Virginia Bartolomé Marzo
Redactora ocasional

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