La mujer, gracias al gran empeño que ha puesto en mostrarle al mundo lo que es capaz de hacer, ha logrado abrirse camino entre el sector de la literatura, un sector que, como muchos otros, ha estado repleto de machismo y diferentes obstáculos, siendo el principal de estos el simple hecho haber nacido mujer. Pero, gracias al esfuerzo y a la lucha constante, hoy en día las mujeres tienen un puesto importante en el mundo literario, habiendo sido galardonadas en grandes y famosos concursos, y convirtiéndose en referentes de muchas otras personas y/o escritores/as.
Fue a mediados del siglo XIX cuando el mundo literario comenzó a «acoger» a las mujeres escritoras, pero eso no quiere decir que no las hubiera en el pasado. Nombres mundialmente conocidos como Madame de Staël, Santa Teresa de Jesús (también conocida cómo Teresa de Ávila) y Mary Shelley, son autoras que lucharon en su momento por reivindicar la literatura y defender sus derechos, y que, hoy en día, son claros referentes de muchos escritores y escritoras. Esta última autora, publicó en 1818 la que es considerada la primera obra de ciencia ficción de la historia de las letras, y que no deja de asombrar pase el tiempo que pase. La obra en cuestión es «Frankenstein o el moderno Prometeo», mundialmente conocida y cinematografiada en varias ocasiones, adaptándola incluso al público infantil.
Aún así, y aunque en el siglo XIX se empezó a «acoger» a las escritoras, gran parte de las mujeres tuvieron que publicar con un seudónimo de hombre para ser tomadas en serio, ya que se consideraba que solamente eran capaces de escribir obras románticas. Un ejemplo muy famoso es el de Émily Brontë, autora de «Cumbres borrascosas», novela que fue publicada bajo el seudónimo de «Ellis Bell», ya que, de lo contrario, ningún editor la habría publicado. Sus hermanas, Charlotte Brontë (autora de «Jane Eyre», entre otras obras) y Anne Brontë (autora de «Agnes Grey», entre otras obras) también tuvieron que utilizar seudónimos masculinos. Otros ejemplos de escritoras mundialmente conocidas son los de Jane Austen (firmaba sus novelas como «Una dama» y no puedo ver nunca su nombre verdadero en las obras que publicó), Cecilia Böhl de Faber (autora de «La gaviota» que firmaba sus obras como Fernán Caballero), E.L. James (una de las escritoras más exitosas en el género erótico, cuyo verdadero nombre es Erika Leonard y que publicó la famosa trilogía de «50 sombras de Grey»), Mary Ann Evans (aunque su pseudónimo os sonará mucho más: George Eliot), y ni más ni menos que la famosa J.K. Rowling (autora de la mundialmente conocida saga de «Harry Potter», quién trabajó el género policiaco bajo el pseudónimo de Robert Galbraith).
Por suerte, y gracias a las grandes obras publicadas por mujeres, hemos podido cambiar poco a poco la forma de ver las cosas en la sociedad, así cómo que la mujer tenga un papel más considerado en cualquier ámbito o sector. En el siglo XX, destacan escritoras que lucharon incansablemente por hacerse el hueco que merecían en el mundo de la literatura y en la sociedad en general, como son Virginia Woolf, quien afirmó que la mayoría de las obras anónimas que hay en la historia y que son mundialmente famosas, están escritas por mujeres, Gloria Fuentes, Carmen Conde, Ana María Matute, Ida Vitale, Hannah Arendt y muchas otras.
Actualmente, y gracias al incansable trabajo de numerosas mujeres, hartas de ser silenciadas a lo largo de la historia, la situación ha cambiado favorablemente, aunque aún queda mucho trabajo por hacer. Nombres cómo los de Virginia Wolf, las hermanas Brontë y J.K. Rowling, han conseguido que el camino de autoras como yo no sea un campo de minas con obstáculos, machismo, y necesidad de publicar bajo el nombre de un hombre. Por ello, es a ellas y a todas las escritoras que han existido y que siguen existiendo, a quién debemos reconocerles el impresionante trabajo que han hecho para despejar los caminos de las nuevas generaciones y de hacer de este mundo un lugar más seguro, más feminista y lleno de historias inolvidables.
Silvia Sáez Espert
Escritora… y fallera
