La mujer y la ciencia

“La ciencia sin mujeres es una ciencia imperfecta.” Con estas acertadas palabras del presidente de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, resumiría el sencillo y bello homenaje (por la humildad de sus colaboradores) a la bioquímica Margarita Salas en el Palau de Forcadell, sede del Consell Valencià de Cultura, al que tuve el gran honor de asistir el pasado mes de febrero.

Y creo que son acertadas porque a la ciencia en general, y al mundo tecnológico en particular, le falta la energía femenina para su humanización.

La ciencia española sin Margarita Salas, sin su talento, no sería la ciencia que es hoy. Fue una auténtica pionera, como señaló el presidente del Consell, Santiago Grisolía. Introdujo la biología molecular en España y contribuyó, con su trabajo y esfuerzo, a desmontar los estereotipos de género.

Por todo ello, el Consell Valencià de Cultura quiso homenajearla con motivo del Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, que se celebra cada 11 de febrero desde 2015 por iniciativa de la ONU, para asumir el compromiso de poner fin al desequilibrio de género en esta disciplina.

Cuando volvemos la vista atrás, y miramos dentro del mundo científico, encontramos solamente nombres relevantes de grandes hombres que han realizado grandes descubrimientos y avances a lo largo de la historia: Galileo Galilei, Albert Einstein, Isaac Newton, Charles Darwin, Alexander Fleming, Stephen Hawking… Sin embargo, la ciencia no sería lo que es hoy sin las mujeres que, del mismo modo y aunque en menor número, han realizado grandes logros silenciados por la misma ciencia andrógina. Recordemos en el siglo pasado a Chien-Shiung Wu que participó en el proyecto de la bomba atómica; Lise Meitner, cuya labor condujo al descubrimiento de la fisión nuclear; Rosalind Franklin, pionera en cristalografía de los Rayos X; Esther Lederberg, pionera igualmente en el campo de la genética, ayudó a su marido a ganar el Premio Nobel; Dorothy Hodgkin mapeó la estructura de la penicilina… por citar solo algunas. Desde tiempos remotos la mujer ha participado en el mundo de la medicina y la investigación como se ha documentado en las primeras civilizaciones, entre ellas, la egipcia y la griega. Encontramos el nombre de Merit Ptah descrita como “médica principal” (2.700 a.C) en Egipto, o Agameda citada por Homero como curandera en la antigua Grecia, o Hipatia de Alejandría (siglo IV). Fue a partir del Siglo XI con la creación de las universidades cuando a la mujer se le aparta del mundo científico y no es hasta el siglo XVIII con la Ilustración, cuando se le permite de nuevo acceder al saber: la italiana Laura Bass fue la primera mujer en obtener estudios completos universitarios científicos. 

Hoy, concluyendo la segunda década del Siglo XXI, afortunadamente, se trabaja desde todas las áreas del saber para dar visibilidad a la mujer y el lugar que, por su valía y sin medidas artificiales –como dijo Pedro Duque, ministro de Innovación y Ciencia, en el homenaje a Margarita Salas–, le corresponde. Podemos sentirnos orgullosas por el gran paso dado. Demuestra que vamos evolucionando hacia una inteligencia mayor que nos dice que es absurdo no aprovechar todo el talento del ser humano, sea hombre o mujer.

Aunque esto es una carrera de fondo –todavía queda mucho por hacer–, paso a paso, vamos caminando hacia una sociedad igualitaria, inclusiva y diversa. Hemos entrado en la “Era de la Feminidad” para hombres y mujeres que nos facilita el desarrollo de nuestro máximo potencial. ¡Aprovechémoslo!

Humanizar la ciencia, con el aporte del hombre y la mujer, significa hacerla digna del ser humano y coherente con nuestra propia existencia. ¡Enhorabuena a Margarita Salas! ¡Enhorabuena a todas las mujeres de ciencia! ¡Enhorabuena a la mujer!

Emi Zanón Simón
Escritora

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