La sequía ¿una vieja conocida?

n17 historia sequia

El  Miércoles 4 de mayo fui a dar una vuelta por el río Buñol hasta la zona de los baños: la Jarra, Charco los Peñones… ya había oído comentarios del poco caudal que tenía en esa zona. Llegar y ver. Donde hasta hace poco corría el agua, que se remansaba en grandes “lagunas o charcos”, a los que saltábamos desde las peñas que los rodeaban, ahora solo se veían charcos secos o con agua estancada y el lecho por  donde antes corría el agua había sido ocupado por las cañas…. Una imagen muy triste debido a la falta de lluvias y por consiguiente a la pertinaz sequía, que lleva acompañándonos desde hace 6-7 años.

Podemos definir la sequía como una disminución significativa y transitoria de las precipitaciones, con al menos una duración de dos años consecutivos. Disminución significativa, porque las precipitaciones recogidas, serían del orden del 60%-40% de los valores medios de precipitación para un lugar determinado. Transitoria, porque si cogemos un periodo amplio de tiempo (30, 50 o 100 años) podemos ver como se intercalan periodos secos y lluviosos en dicha secuencia temporal. Como he comentado en otras ocasiones, nuestro clima es Mediterráneo y si algo lo caracteriza, es la irregularidad y la variabilidad. Y es ahí, donde radica el problema de nuestro clima, a la hora de decir si un periodo determinado de disminución de las precipitacionesnes debido a la propia irregularidad y variabilidad de nuestro clima o al “famoso” cambio climático. Todo esto sin contar con las no menos famosas historias de avionetas que cruzan nuestros cielos sembrando las nubes de sustancias cuyo último fin es alejar la lluvia de nosotros.

¿Mi opinión personal?, vayamos por partes. Si buscamos un poco  en libros, internet… se encuentran artículos relacionados con la sequía mencionando distintos periodos secos: 748-754, 812-823 y 867-879, que afectaron a gran parte de la península Ibérica, causando grandes pérdidas agrícolas, que se tradujeron en hambrunas, lo que llevo a mucha gente a  emigrar hacia el norte de África.

Unos años más tarde, sobre el año 941, bajo el reinado de Abderramán III, hay noticias de una gran sequía  que afectó a Córdoba y sus alrededores, teniendo que salir el Cadí (sacerdote musulmán) a realizar plegarias por la lluvia durante casi dos meses. Rogativas para que llueva, ya en la España cristiana, se han sucedido a lo largo de la historia. Otros periodos más recientes de escasez de precipitaciones serian: 1941-1945, 1979-1983 y 1990-1995, con una duración media de unos 5 años.

Por último, destacar el actual periodo de sequía que estamos padeciendo, desde el año 2008-2009 y que se prolonga hasta la actualidad, con un mínimo histórico de 290 l/m2 en todo el año 2014, cuando la media de precipitación en Buñol es de 600 l/m2. Destaca en este periodo, los 566 l/m2 del 2015, que podríamos pensar que están dentro de la media y fue un buen año, pero si miramos los días de lluvia realmente fueron dos o tres, (20-21 marzo y 1-2 de noviembre), que se recogieron 256 y 101 l/m2 respectivamente. Es decir, más de la mitad de la lluvia de ese año se recogió en tan solo 2-3 días, por lo que fue un alivio puntual de la sequía, que redujo el estrés hídrico de plantas, animales y acuíferos, para volver a un déficit de precipitaciones si cabe todavía mayor desde noviembre del 2015 hasta mayo del 2016. En este periodo, algo más de 6 meses, la precipitación recogida fue de tan solo 70 l/m2.  Por todo lo comentado, podemos decir que la sequía es un fenómeno natural, intrínsecamente ligado a nuestro clima Mediterráneo.

Una de las causas que todo el mundo tiene en el pensamiento cuando se habla de sequía es el cambio climático, ya sea derivado de actividades del ser humano (antropogénico) o de causas naturales. Que un periodo determinado, con sequía, como el que estamos padeciendo, sea producto del cambio climático y no como he comentado de la propia irregularidad y variabilidad de nuestro clima, eso es algo que no podemos saber a día de hoy. El tiempo nos dará la respuesta. Los modelos indican que una de las consecuencias del cambio climático en nuestra zona sería una disminución de las precipitaciones, un aumento de las temperaturas, una intensificación de las olas de calor y, por tanto, un agravamiento en la intensidad y duración de las sequías. Hasta el momento, siendo objetivos, con los datos recogidos en las estaciones meteorológicas, se puede afirmar que se está constatando un aumento de las temperaturas, si bien una  disminución de precipitaciones, todavía no. Incluso en años recientes como 2007 la precipitación recogida en Buñol fue de 807 l/m2, muy por encima de la media (600 l/m2).  De aquí a 30-50 años podremos coger la serie histórica y ver si este periodo de sequía es uno más, característico de nuestro clima, o si se ve, en dicha serie, una tendencia a la disminución de las precipitaciones, con un aumento y agravamiento de los periodos secos.

Por otro lado, en internet, en las tertulias de bares… se producen acaloradas discusiones sobre los “famosos vuelos de avionetas”, que cruzan nuestros cielos, incluso por las noches, “sembrando“ el cielo de sustancias, con el objetivo de impedir que se produzcan precipitaciones, señalándolos directamente como causa de la sequía. Una de esas sustancias es el yoduro de plata. Es verdad que existen proyectos para sembrar las nubes de yoduro de plata y otras sustancias, si bien en su mayor parte son para provocar la lluvia. Sembrar las nubes, para evitar la lluvia, es mucho más difícil y todavía más difícil poder evaluar sus efectos:  “no hay dos tormentas iguales”. Cuando una avioneta “siembra” una nube con yoduro de plata, lo que hace es aumentar los núcleos de condensación, aumentando la probabilidad de que se produzcan precipitaciones. En nubes de tormenta (cumulonimbos), el efecto es que favorecemos la  formación de más granitos de granizo pero de menor tamaño, con la posibilidad de que al precipitar y atravesar capas de mayor temperatura puedan fundirse total o parcialmente, llegando al suelo en forma de lluvia o de granizo de tamaño mucho más pequeño.

Dicho esto, tengo una pregunta: ¿qué ha pasado con las precipitaciones de estos últimos días (7-10 mayo) en los que estuvo lloviendo, llegando a recoger más de 50 l/m2? Se me ocurren varias respuestas. Una de ellas es que se han puesto enfermos los pilotos (todos a la vez) y no hay pilotos de reserva. Otras respuestas, serían, que se han quedado todas las avionetas sin combustible o bien, casualidades de la vida, esos días se fueron de vacaciones…. Una explicación, tal vez menos espectacular pero más razonable, podría ser que las condiciones meteorológicas que hasta ahora no habían sido propicias para que se produjeran precipitaciones en nuestra zona, esta vez sí se han dado: humedad en todas las capas de la troposfera, convergencia cerca o encima nuestro, viento húmedo del sur-sureste (tenemos la comarca abierta al sureste), gradiente térmico, Cape, aire frio en capas medias y altas de la troposfera…

Y otra pregunta: mientras esos días  llovió en muchas zonas de Valencia, en otras zonas del sur de Valencia y norte de Alicante casi ni se enteraron de las lluvias que nos han afectado, siguiendo con una sequía que no les da tregua. Mi amigo Mario (alcalde de Otos, población de la parte más oriental de la Vall D’Albaida, al sur de la provincia de Valencia) se desesperaba porque las lluvias no le llegaban. Una explicación simplista sería que las avionetas estaban por Otos  y no en Buñol. Sin embargo, Mario, como buen conocedor de la meteorología de su zona, nunca pensó que esta situación meteorológica fuera propicia para las lluvias en Otos, debido a su situación geográfica, rodeada de sierras de más de 1000 msnm (Mariola, Benicadell, Aitana…) en su parte sur, que provocan que las masas de aire que le llegan desde el sur, hayan perdido gran parte de su humedad. Por el contrario, ellos se ven favorecidos cuando el viento dominante es de levante-gregal (Noreste).

Y por no extenderme, no he querido entrar en temas como sequías casi permanentes, debidas a causas antropogénicas (causas humanas) y que se podrían evitar. Me refiero a aquellas zonas con déficit de agua para las necesidades humanas, agrícolas… pero que con un uso más racional de los recursos naturales o no se hablaría de sequía o en su caso serían mucho menores sus efectos. Hablo por ejemplo de la transformación de extensas áreas de secano en zonas de regadío. Donde tendrían que cultivarse cereales, vid y olivos se cultiva maíz, girasoles, patatas, remolachas…., cultivos que necesitan mucha más cantidad de agua. En otras zonas, sobre todo costeras, la vegetación que cubría los suelos ha sido arrancada y sustituida o por cultivos que necesitan más agua o peor todavía, por mega-urbanizaciones con piscinas privadas, césped, jardines… Con un pequeño estudio climático se hubiese visto que nunca deberían haberse construido, pues no existía agua disponible para todos los usos que requiere una construcción de esas dimensiones. En estas zonas, (tanto agrícolas como urbanas) se habla continuamente de sequía, de falta de agua, de salinización de los pozos por sobre-explotación de los mismos… Y, sin embargo, lo que hace más falta, es lo que le sobra al ser humano (tal vez por no usarlo), un poco de sensatez, de sentido común.

Manuel Cervera Mas
Webmaster meteobunyol.com

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