Las hoguericas de San Antón

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Invierno recién estrenado, época rica en celebraciones y tradiciones populares, debido a que los trabajos del campo exigen menos dedicación. El fuego a través de los tiempos siempre ha tenido un papel fundamental en muchas de ellas, como rito para ahuyentar a los malos espíritus, combatir las plagas y eliminar lo inservible, dando paso a un nuevo inicio del ciclo natural.

Como la mayoría de las fiestas cristianas, hunde sus raíces en fiestas paganas, en este caso los orígenes son las “Feriae Sememtivae“ y las “Paganalia”, festividades religiosas del calendario Romano, destinadas a purificar campos, animales y personas, donde se invocaba la protección de Ceres (Diosa de la agricultura) y a Tellus (Madre Tierra).

En estas fechas se daba descanso a los animales dedicados a las labores agrícolas y el transporte, se les adornaba con guirnaldas de flores y se les bendecía.

La cristianización de esta fiesta pagana se concreta en su adscripción a San Antonio abad o “del porquet” ( llamado así porque en sus representaciones siempre aparece con un jabalí o un cerdito a sus piés). Este Santo fue un ermitaño que vivió en Egipto en el S. III d C., y que, a pesar de ser tentado por el diablo varias veces, siempre consiguió vencerle.

El día 17 de enero, fecha de su muerte, se festeja como día del patrón del ganado y los animales domésticos, en el entorno rural. La celebración tradicional se basa en 4 elementos, todos ellos con raíces paganas:

– Bendición de los animales domésticos.
– Reparto de las imágenes del Santo , para proteger animales y establos.
– Elaboración y reparto de dulces especiales.
– Grandes hogueras que cumplen dos funciones, purificación de lo antiguo y eliminación de lo inservible, y la protección contra un herpes conocido como “el fuego de San Antonio”.

¿Y en Buñol? Pues qué os voy a contar que no sepáis, la bendición de los animales en el Planell con reparto de SanBlas e imágenes del Santo, y las hoguericas. Hogueras que reúnen en su entorno a cuadrillas y vecinos, a comerse una buena torrá de carne y embutido del terreno, sobretodo cerdo (quizá antiguamente por celebrarse en fechas cercanas a la tradicional “matansa del chino”) y una buena morteraica de ajoaceite, todo ello regado con un buen vino. Punto de encuentro de vecinos y amigos, una pausa en nuestra acelerada vida que nos permite pasar un buén rato y ponerte al día de realidades y chismes.

Había antes una antigua costumbre, hoy casi desaparecida, cuando lo normal era criar animales en casa para el consumo familiar, que consistía en, al día siguiente, recoger un “tisón” y colocarlo en las cuadras para que sirviera de protección a los animales.

Y, como no puede ser de otra forma, en cualquier encuentro lúdico-gastronómico de amigos y vecinos, están sus personajes típicos: el experto en ajoaceite, el chistoso, el torraor, el fogater, el que llega a mesa puesta y, cómo no, el que no pega ni brot, pero sabe de tó. Seguro que ya les habréis puesto nombres dentro de vuestras cuadrillas.

Por último, la antigua costumbre , también en decadencia, de ir las cuadrillas de sagales pertrechados con varas a saltar todas las hoguericas del pueblo, que siempre acababan con zapatillas quemás, y alguno que otro sin cejas o con el cogote socarrao.

Bueno, y sin más me despido, que os aproveche la “torraica” y viva San Antón.

Pepe Medard Ruiz.
Buñoleroadicto.

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