¿Los pájaros tienen memoria?

Era mediados de octubre. El otoño se dejaba ver con sus colores. El bermellón, el amarillo, el verde claro, todo un placer para la vista. Los árboles que lentamente dejaban caer sus hojas formando un manto en el suelo de mezcla de colores como cuadros pintados de esos artistas que sabían plasmar en sus cuadros tan perfectos como era la naturaleza. Las flores otoñales, no importa el color, azules, violetas, todo formando una maravilla… o yo lo veo así por mi afición al óleo. Sobre las cinco y media ocurrieron los hechos que a continuación os relato. Todo esto es verídico, nos pasó a mi pareja y a mí.

Viendo aquella tarde tan despejada, pensamos dar una vuelta por nuestro querido Buñol haciendo fotos al paisaje que veíamos. Nos encaminamos al Castillo desde donde estábamos lo veíamos desafiante, majestuoso. Adentrándonos en él, desde lo alto del Castillo se veía todo el pueblo. Comentábamos: –Los árabes lo tenían claro, el emplazamiento los protegía de cualquier intruso.

Es curioso, los pájaros tienen memoria milenaria, a lo largo de los años allí tenían comida al estar el Castillo rodeado de muralla, y parece que se lo pasan de unos a otros volando en círculos alrededor de nuestro maravillosos Castillo. Contemplándolo todo nos sentimos dueños de todo aquel maravilloso día. La tarde perfecta nos la destrozó un hombre que iba con su perro. Digo hombre por llamarlo de alguna forma. El perro se acercó hacia nosotros y parecía dulce y cariñoso, yo le pasé la mano por el lomo y él acercó su cabeza como dándome las gracias. De pronto lo llamó su amo y el animal tardó un poco en hacerle caso, el cual enfureció de una manera horrible a su mano y lo cogió de collar chillándole y con el garrote le pegaba, de mi boca salió todo y más, él me gritó –Es mi perro y hago lo que me da la gana con él. Y siguió pegándole, lo que más daño me hizo fue que el perro le lamía los pies en un constante lamento.

Aquella tarde de otoño no la olvido por su belleza y el salvajismo al que nos llevan algunos hechos. Todo esto me hace reflexionar hasta dónde puede llegar el sentimiento de algunas personas. ¿El maltrato nunca acabará? Puede que aquel hombre fuera tan infeliz que tenía que dejar ver su poderío aunque fuera maltratando a su fiel amigo, el perro.

Amelia Miguel Fayos
Aficionada a escribir relatos cortos

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