Mi San Cristóbal nuestro patrón

San Cristóbal, una festividad que no solo es el desfile y la comida de hermandad. El desfilar con tu camión y hacer retumbar la calle con el estruendoso sonido de las bocinas, eso es algo que te hace sentir un placer inconmensurable y una felicidad inmensa.

Aún así, hay algo que te llega más al corazón, y es el que te den un San Cristóbal, y si tu profesión es conductor, el sentimiento es más especial, ya que es tu patrón y a quien tantas veces te encomiendas y rezas por regresar a tu hogar.

Aún recuerdo mi infancia estando en las comidas de hermandad y, cuando se lo entregaron a mi padre, siendo yo ya un adolescente, lo recuerdo al levantarse y llevar la mirada al cielo, supongo que por algún motivo de Fe, aunque ellos nunca dirán que le han rezado y pedido en la soledad de la carretera porque son de otra pasta.

Ese mismo día, cuando llegué a casa, mi cabeza pensaba que, cuando a mí me llegue ese momento, me levantaré con firmeza y templanza para recoger a mi San Cristóbal. Bueno, pues ese día llegó, y sin avisar. Era mi primer año de pertenecer a la comisión, pero desde mi infancia he tenido un gran arraigo a esta celebración y a los camiones. Por supuesto, lo tenía en casa, pues fue algo totalmente diferente a lo que yo tenía pensado desde muchos años atrás, levantarse con la cabeza alta, el cuerpo erguido, paso firme. Lo primero es me tuvieron que mover, porque no entendía que fuese yo. Mi mujer me repitió –que eres tú, levántate–, y mi cuerpo se movió, pero mi mente estaba en otro mundo, no daba crédito a lo que estaba pasando. Era yo, sí, era yo el que iba a recibir el San Cristóbal. Mis ojos comenzaron a cristalizase y mi respiración cambió. Solo pude llegar, cogerlo, besarlo, llevármelo a mi pecho y comenzar a llorar como un niño.

Ahora sé lo que se siente al recibir ese reconocimiento a tu profesion. Muchos años han pasado de eso y cada vez que lo recuerdo se me vuelve a erizar la piel y se cristalizan mis ojos. Siento satisfacción y respeto a todas esas personas que han recibido su Santo y a los que aún están por llegar. 

Para terminar, quisiera recordar a todos aquellos que ya no están entre nosotros y dedicarles a ellos estas palabras de sentimientos mútuos, porque ellos también lo sintieron como yo. Muchas gracias a todas las comisiones habidas y por haber, a cual de todas mejor. Dar las gracias porque sin comisión no hay festejo, y sin festejo no hay desfile, y sin desfile no hay comida, y esto lleva a que no se entregarían los tan esperados Santos. Así me despido, dando un gran grito de “Viva San Cristóbal”.

Ginés Esteve Veiga
Amigo Conductor

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