Su fallecimiento ha sido anunciado en las redes sociales por su amigo, el también cantante y actor Pablo Carbonell, con quien comió ayer en Zahara
El cantautor madrileño Javier Krahe (Madrid, 1944) ha fallecido en su casa de Zahara de los Atunes (Cádiz) de un infarto de miocardio esta pasada madrugada.
Krahe nació en Madrid en 1944 y se crió en el barrio de Salamanca. Fue alumno del colegio del Pilar, vivero de célebres personajes del mundo de la política y las finanzas, bastante lejanos a la mezcla de bohemia y acracia que se le presumía al cantante. Pero también él se matriculó en Económicas. Tan solo aguantó un curso. Después trabajó de ayudante de cámara para la producción de películas industriales y de ahí, a Canadá. En el país norteamericano conoció a su mujer Annick. También le sucedió uno de los acontecimientos más “pesarosos” de su trayectoria. Le echaron de la librería en la que trabajaba. Terminaba sus tareas rápido y después aprovechaba para leer. Esto no les gustó a los dueños del negocio.
Sus compañeros de escenario, generalmente en la sala Galileo, decían que era un hombre “tremendamente paciente… siempre que sea después de desayunar”. Como sea que los conciertos solían ser a horarios muy posteriores a la hora de levantarse, Krahe mantenía “una relación amable con cualquier ser humano» que se le acercara. Para sus colaboradores era «un goce” trabajar con él. Sobre todo, porque al público lo que más le gustaba era que se equivocase y él jamás les decepcionaba.
El cantautor comenzó a escribir en 1967 para poner letra a las canciones que escribía su hermano, inspirándose en los autores George Brassens y Leonard Cohen. A finales de los 70 comenzó a actuar y en 1980 publicó su primer disco como solista, Valle de lágrimas. Hasta su muerte, construyó una discografía compuesta por 14 volúmenes. Uno de ellos el celebérrimo La mandrágora, junto a Alberto Pérez y Joaquín Sabina, en 1981. Además fundó una discográfica, 18 chulos.
Hombre brillante, ácido, ingenioso, ágil y muy chistoso, su universo no iba mucho más allá. Un erudito poco pedante y fanático del ajedrez al que le gustaba contar aventuras sobre periquitos que se colaban en los hogares cuando era un adolescente o hablar sobre cualquier tema en largas sobremesas.
De lo que no le gustaba hablar especialmente es de la supuesta censura que sufrió en 1986 con su tema Cuervo ingenuo, que cuestionaba irónicamente la indefinición ideológica del PSOE. En 2004 fue denunciado por un video en el que se daba la receta para cocinar un Cristo al horno. En 2012, tras ocho años en los tribunales, el juzgado de lo Penal número 8 de Madrid le absolvió de un delito contra los sentimientos religiosos. “Ha sido un incordio. Aunque en estos ocho años habré pensado en este asunto una docena de veces, la mitad en los últimos tres meses”, contaba al final del proceso. Según el juez, en una frase que podría resumir la carrera de Krahe, fue el legítimo ejercicio y difusión de una expresión artística que “con un componente burlesco, hizo una crítica del fenómeno religioso en nuestra sociedad […]. Se trata de una acción penalmente atípica, por lo que los acusados han de ser absueltos del delito”.
Su último disco, de finales de 2013, se tituló Las diez de últimas, en referencia al tute, donde se dice «las diez de últimas» cuando se gana la última baza de una mano. En una entrevista el pasado noviembre tras la publicación del disco, Krahe abrió la puerta a su despedida de los escenarios. «No sé si seguiré en la música. Escogí este nombre porque es ambiguo», confesó Krahe al referirse a su último álbum. El nuevo disco se vendía acompañado del libro El derecho a la pereza,de Paul Lafargue, yerno de Karl Marx.
Su fallecimiento ha sido anunciado en las redes sociales por su amigo, el también cantante y actor Pablo Carbonell, con quien comió ayer en Zahara. Información extraída del diario «El País».
Cabe recordar que el cantautor estuvo en Buñol, en el año 2010 ofreciendo un estupendo concierto en el Palacio de la Música del municipio.
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