¿Sabías que los habitantes del círculo polar ártico son capaces de distinguir hasta 27 tonalidades diferentes dentro de la gama de blancos? No en vano, se trata de casi el único color que ven sus ojos durante más de seis meses al año, así que no es extraño que hayan tenido que desarrollar hasta un vocabulario propio para poder manejarse en ese entorno monocromático.
Dicen que esta época del año es mágica, que en Navidad todo puede suceder y que, para ello, la ilusión juega un papel muy importante. Pues bien, voy a proponeros hoy un viaje ideal para hacer en navidad, un viaje lleno de magia, de ilusión y de experiencias únicas: A pocas horas de vuelo de nuestro país, limitando con el Ártico encontramos Laponia, una región de paisajes naturales inimaginables que se extiende por las zonas más septentrionales de Suecia, Finlandia, Noruega y la Región de Mumansk en Rusia, y que sin duda, se puede disfrutar en todo su esplendor en esta época del año.
Desde que aterrizas en Rovaniemi, capital de la Laponia Finlandesa donde las pistas de aterrizaje son verdaderas pistas de hielo, ya sientes algo distinto a lo que hayas podido sentir hasta el momento en cualquier otro destino, ese sentimiento te acompañará durante tu estancia en esta ciudad cubierta de blanco. Una sensación de estar en un hábitat absolutamente al nuestro, donde la ausencia de luz, el frío y la nieve lo condicionan todo, y provocan un estilo de vida muy diferente, tanto por las costumbres, como por la fauna y flora de la zona, como por las actividades que allí se pueden desarrollar.
Durante los días que dure el viaje es fácil que no deje de nevar (en Laponia la nieve es la más blanca y brillante que hayas visto jamás), tendrás muy pocas horas de luz al día ya que en invierno la noche se apodera de esta parte del planeta y seguramente la temperatura no tomará valores positivos en ningún momento. Allí, todas estas circunstancias en principio inhóspitas se tornan especiales y envuelven más aún de magia la experiencia. Te aseguro que no dejarás de sonreír; prepárate para entrar en tu propio cuento de Navidad.
Hoteles de madera perfectamente aclimatados e integrados en el entorno de naturaleza salvaje en los que te proporcionan el equipo térmico necesario para que el frío no sea un impedimento para disfrutar. La emoción de subir y conducir motos de nieve, dar paseos por los bosques nevados en trineo tirado por renos donde el silencio solo se rompe por el sonido del propio trineo deslizándose por la gruesa y esponjosa nieve recién caída, conocer de cerca a los Huskys, comprobando como los crían y los cuidan desde cachorros, hacer muñecos de nieve, comer en edificaciones típicas de la zona, tomar un café calentito junto a una chimenea, disfrutar de los paisajes nevados más mágicos que puedas imaginar,… y hasta conocer una mina de amatistas!
Os aseguro que el tiempo que paséis en Laponia va a estar lleno de animadas actividades para viajeros de cualquier edad y con las que la diversión y la emoción está garantizada.
Tanto si el viaje se hace con niños como si no, la ilusión alcanza su mayor exponente cuando llega el día de conocer la villa de Papá Noel, la villa de la Navidad, donde además de poder situarte en la línea del circulo polar ártico tienes el honor de ser recibido por el mismísimo Papá Noel con quien tendrás la oportunidad de conversar y recordarle aquello que has pedido en tu carta en el caso de que “ hayas sido bueno” durante el año. No podrás resistirte a llevarte un recuerdo de ese encuentro con este personaje tan querido por todos y felicitar las fiestas a tus familiares con esta imagen que no olvidarás nunca. Una experiencia inolvidable para los niños, pero también mágica para los adultos, que sentirán esa bocanada de emoción muy dentro de sus corazones.
Un viaje de ensueño, recomendado a todo tipo de público donde la única condición es llevar la mochila llena de ilusión, y dejarte llevar por ella para disfrutar como nunca.
Mª Teresa Alandi Font.
