Nuevos derechos humanos

«Un derecho no es algo que alguien te da; es algo que nadie te puede quitar».
Ramsey Clark

Se está escribiendo y hablando mucho sobre los nuevos Derechos Humanos en el Siglo XXI. El capitalismo está mutando hacia otro tipo de sistema económico y social, y el coronavirus está acelerando el proceso. Estamos dejando un mundo viejo y construyendo uno nuevo.

El pasado 10 de diciembre, aniversario de la Declaración Universal de los DD.HH., fue una buena ocasión para denunciar la violencia y pobreza extremas que amenazan a la vida humana, y formular tres nuevos derechos: a la paz, al desarrollo y al medio ambiente. Derechos, sin duda, fundamentales y necesarios para preservar la Vida, a añadir a los treinta derechos humanos recogidos en la citada Declaración Universal.

Sin embargo, dado los tiempos tecnológicos que vivimos en los que se habla ya de “Neurocapitalismo” y “Neuroderechos”, deberíamos formular e incluir el derecho a la privacidad con urgencia. Porque la privacidad es poder, como dice la filósofa y profesora de Oxford Carissa Véliz en su libro recientemente publicado “Privacy is Power” (La privacidad es poder): «…Si damos nuestros datos a las empresas, que no nos sorprenda que los ricos sean los que escriben las reglas de nuestra sociedad… Si damos demasiados datos a los gobiernos, que no nos sorprenda que nos controlen… Para que la democracia sea fuerte, la ciudadanía tiene que tener el control de los datos. Por eso la privacidad es una preocupación política y no solo individual».

Chile es el primer país en el mundo que ha impulsado una legislación frente a los riesgos de la neurotecnología -como la pérdida de privacidad mental- y ha contado con el apoyo de académicos y científicos de la talla de nuestro conocido investigador español Rafael Yuste, impulsor de la iniciativa “Brain”: el mayor proyecto mundial para conocer los secretos del cerebro. Ojalá, pronto, todos los países sigan su ejemplo. 

Necesitamos regular y preservar nuestra integridad ante los gigantes Microsoft, Facebook, Google y otros. No podemos perder nuestra identidad personal. Necesitamos una regulación ética y social para poner la inteligencia al servicio del amor, como se cita en “El Principito” de Saint-Exupéry, para que todos los avances tecnológicos nos reporten grandes beneficios y no grandes peligros. 

En estos tiempos de cambios es muy importante que nos preguntemos ¿qué tipo de personas queremos ser? Y si es un Neurocapitalismo lo que queremos. 

Hay que actuar a todos los niveles. Personalmente, aunque no seamos todos conscientes, estamos desti-nados a elevar el tono espiritual. Estamos destinados al desarrollo de nuestro mundo interior para equilibrar todo nuestro mundo exterior colonizado por la razón y las tecnologías. De nosotros depende: de nuestra educación, formación, consciencia y transformación que nos lleve hacia ese mundo equilibrado, justo y sostenible que tanto deseamos y que juntos, con confianza y esperanza, hemos empezado a crear. 

Recuerda, la Nueva Humanidad ya está aquí.

¡Un abrazo enorme de Luz y feliz mes de mayo!

Emi Zanón Simón
Escritora

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