Origen de la fábrica de la seda

El escritor Constantí Llombart, en la guía que escribió sobre Buñol y alrededores, por encargo de la compañía ferroviaria que inauguró la línea de tren Valencia–Buñol el 31 de junio de 1883, dedicó un párrafo especial a un edificio levantado para el tratamiento de la seda, transformado hoy en residencia de menores. 

«Cerca de la Fuente San Luis», reseñaba Llombart, «un grandioso y elegante edificio, con motor de agua de dicha fuente, destinado al hilado y torcido de sedas, el cual se construyó en 1850, en sus buenos tiempos daba ocupación a infinidad de mujeres». 

Se refería al centro social que hoy ocupa el número 45 de la calle San Luis, cuyo acceso se realiza por la planta segunda como sucede en otros edificios situados en las laderas del parque fluvial. Sólo desde la carretera a Yátova se puede visualizar el amplio conjunto de las cuatro plantas originales de la antigua industria, que queda medio oculto desde  la calle.

Estas naves creadas por mis antepasados Millás tuvieron una vida productiva corta. A mediados del XIX la industria de la seda valenciana había dejado de ser un buen negocio por la fuerte competencia establecida por los precios de la seda oriental. «El mencionado edificio está hace ya muchos años en concurso de acreedores, cuyos juicios son interminables», escribía el cronista Llombart. Esta era la razón de que no se hubiera transformado en industria de papel, «pues su situación a orillas de la población y la constancia de sus aguas, que nunca se han conocido menguar, le pone en las mejores condiciones que se pueden desear para establecer en el mismo cualquier fabricación».

En la nave los capullos creados por los gusanos se transformaban en filamentos de seda desenredados y separados por las manos de mujeres y a continuación se juntaban y se enrollaban con ayuda de ruedas mecánicas impulsadas por la fuerza motriz de las aguas de San Luis. 

A falta de confirmar en archivos históricos municipales algunos testimonios familiares, la nave la debió construir y poner en marcha Serafín Millás Ros, padre de mi bisabuelo Manuel Millás Casanoves, afamado escritor de sainetes. Para ello debió contar con la colaboración de la familia de su esposa Vicenta Casanoves Salelles, propietarios de una tienda de tejidos en el centro histórico de Valencia, donde se vendían entre otras variedades las sedas de Buñol. El comercio conocido como Casa del Hortet se encontraba en la planta baja de una finca familiar de tres pisos situada en la calle Músico Peydró, 11, hoy transformada en un hotel con encanto.

Los Millás tienen sus orígenes en el barrio de Velluters ocupado por productores de seda en el siglo XVIII. Pero parece que desde antiguo disfrutaban de algunas propiedades rurales en tierras de Buñol, aunque no residieran permanentemente en la comarca.

El trabajo industrial con la seda era poco importante en el municipio, aunque existiera exportación de seda a otros lugares. El Diccionario Geográfico de Pascual Madoz, publicado cinco años antes de la construcción de la nave, reseña la existencia de siete fábricas de papel, seis molinos harineros y dos batanes para producir paño burdo. En 1797 en las Observaciones del botánico Cavanilles se destaca la gran producción local de maíz y trigo, seguida a mucha distancia de un pequeño cultivo de seda.

La nave debió alcanzar su pleno rendimiento en un período de 15 a 20 años, pero la crisis de los negocios familiares de Serafín y la falta de mercado para colocar la producción crearon una falta de liquidez que hizo inviable continuar su actividad. Por ello el cronista Llombart habla en 1883 de «muchos años de inactividad», posiblemente desde finales de la década de los años 60. 

Desde entonces hasta los años 30 del siglo XX es difícil reconstruir el uso del edificio (posiblemente pasó a titularidad pública). En la Segunda República la FUE de Magisterio organizó colonias escolares. Durante el franquismo las juventudes del régimen la ocuparon para actividades de ocio y formativas.

El padre de Serafín, Pascual Millás Pascual, fue enterrado en Buñol en el viejo cementerio del castillo, aunque su casa habitual junto a su esposa Francisca Ros estuvo en Valencia, cerca de la iglesia de San Martín. Sin embargo, décadas después de la creación de la fábrica volvieron a residir en Buñol varios miembros de la familia, los sobrinos del escritor de sainetes. Por eso constan sus nombres en una lápida del nuevo cementerio: María, Feliciana, Juan y Sofía Amores Millás. Pero esta generación ya no mantenía ninguna relación con el negocio sedero. Su espacio laboral era el comercio de embutidos.

De todo esto podremos hablar cuando presente la biografía de Manuel Millás en la Biblioteca Pública.

Jaime Millás Covas
Periodista y escritor

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