Muchas personan se sienten afectadas por los cambios estacionales, especialmente con la entrada de la primavera y del otoño. Por un lado hay personas que se encuentran más fatigadas, más tristes y más decaídas y por otro lado personas que muestran mayor irritabilidad, nerviosismo y ansiedad. Tanto unos como otros experimentan los llamados trastornos anímicos estacionales. Las causas de estos cambios emocionales vienen principalmente determinadas por los cambios lumínicos y de temperatura y por los cambios de hora que se producen en estas dos estaciones del año.
En primavera, el cambio de hora supone dormir una hora menos, y desplazar una hora comidas y horarios de trabajo y otras actividades, y no todas las personas se adaptan con la misma facilidad a los mismos. Los cambios de horario y los cambios en la intensidad lumínica afectan a la secreción de melatonina, que es la hormona responsable de la regulación de los ciclos circadianos (los que se producen a diario como el sueño y la vigilia) y responsable también de la estabilidad del ánimo. Las personas que padecen de trastornos de ánimo estacionales suelen tener temporalmente la producción de melatonina alterada y presentar dificultades para conciliar el sueño o tener un sueño de peor calidad.
También hay personas que se sienten presionadas socialmente a “sentirse bien ahora que viene el buen tiempo” pudiendo tener efectos contraproducentes en el estado de ánimo y en la autoestima al no ser capaces de mostrar ese entusiasmo y optimismo que “deberían sentir”. Estas personas normalmente presentan alguna forma de depresión o distimia el resto del año y se ve agravada temporalmente. El caso contrario también se da: personas que sienten su ánimo mejorado al llegar el buen tiempo y/o cuando los días empiezan a alargar. Estas personas también sufren de cambios estacionales, y su tristeza y astenia se produce en los meses de reducción lumínica invernales, por lo que la llegada de la primavera supone una mejora significativa.
Aunque estos cambios anímicos, bien tristeza y cansancio o irritabilidad y nerviosismo suelen ser temporales, tenemos que prestar atención a personas especialmente sensibles y tomar una serie de precauciones para evitar la cronicidad del problema.
- Evitar aislarnos. Si nos encontramos deprimidos tenemos que buscar el contacto de nuestros seres queridos, que nos apoyan y comprenden mejor.
- Evitar el sedentarismo. La práctica de ejercicio regular, como salir a andar, hace que nuestro cerebro segregue neurotransmisores como la dopamina (la hormona del placer) que producen mejora anímica en las personas, y si es en compañía mejor, puesto que refuerza nuestras relaciones sociales y grupos de apoyo.
- Dormir lo suficiente, ni mucho ni poco, siguiendo la regla general de las ocho horas de descanso. Procurando no consumir alcohol en la cena ni realizar cenas copiosas y controlando la temperatura óptima de la habitación. Las noches primaverales son traicioneras, pudiendo tener calor una noche y frío a la noche siguiente con la misma ropa de cama.
- Realizar una alimentación adecuada, rica en ácidos grasos esenciales y en triptófano (que aumenta la serotonina, otro neurotransmisor bajo en estados depresivos) como el pescado y los frutos secos. Estos alimentos protegen nuestro cerebro manteniendo una buena comunicación neuronal y regulación emocional.
- Ser benévolos con nosotros mismos. Tenemos que cuidarnos, amarnos y sobre todo no juzgarnos. Somos todos seres únicos y especiales, con nuestras cualidades y defectos.
Marian Lacruz López
Neuropsicóloga. CV-12698