San Blas cuida de nuestra “golica”

La celebración, con un amplio arraigo en la población, sigue celebrándose año a año.

Desde pequeño me ha llamado la atención aquello de que cuando tosías, por algún resfriado o simplemente por obligación fisiológica, siempre había alguien a tu lado que, sin saber por qué, te daba palmaditas en la espalda y te decía: “San Blas, San Blas”. Se hacía por costumbre. Una costumbre que ha pasado de generación en generación a través de los años y que todavía perdura. Obviamente cuando ya tienes algo de “conosimiento” sabes que los mayores del lugar se encomendaban al Santo para que se te fuera esa tos.

“San Blas” era en la tradición cristiana Blas de Sabaste, un médico y obispo de Sabaste (Armenia) que llevó una vida de ermitaño en una cueva hasta que fue torturado y ejecutado en la época de la persecución religiosa del emperador Licinio, en el siglo IV. Después de convertirse en un mártir, su culto se extendió por todo Oriente y luego hasta Occidente. Se le considera patrono de los otorrinolaringólogos y de los enfermos de garganta, pues según la tradición, salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado.

En Buñol, como en cientos de localidades de España, se celebra esta festividad tan arraigada desde hace mucho tiempo. Me cuentan mis padres (la Conchín y Pedro “Po”), que antes eran sus madres y abuelas las que se encargaban de preparar esta tradición. ¿Lo típico qué era? El “pan San Blas”. Ahora lo hay más dulce, pero el tradicional estaba hecho con “laboretas” (muy buenas para el tránsito) y con aromas anisados. Las madres y abuelas de la época lo amasaban en casa y luego lo llevaban al horno. O directamente amasaban en el horno, con la consabida “charreta”, en la que se ponían al día de la “actualidad” del pueblo.

Una vez horneados, los panes se metían en una cesta de mimbre y se tapaban con un “trapico”. Con la cesta en ristre, las madres y las abuelas (y algún hijo “mandau”), iban a Misa de 19h a bendecir los panes para que el Santo les guardara bien la garganta para el resto del año. Recuerdo aún aquellas tardes en el brasero de mi abuela Carmen cuando venía de bendecir el “pan San Blas” y me ponía un “chocolatico hecho” y me decía: “toma que está bendesío”. Y claro, con eso tenías la garganta asegurada para el resto del año, pasase lo que pasase.

Ahora lo de amasar en casa no se lleva mucho, pero los vecinos y vecinas de la localidad acuden cada 3 de febrero –o la víspera– para comprar sus panes a los hornos de la localidad, para después llevarlos a bendecir. Porque, ¿quién no quiere tener la “golica güena” todo el año?
Los refranes de “San Blas”

Pero, si por algo es conocido el Santo, es por su presencia en el refranero popular y en la cultura rural española.

Por ejemplo, los referidos al clima y la agricultura como “Por san Blas la cigüeña verás, y si no la vieres: año de nieves”, que hace referencia a la llegada de las cigüeñas a España a principios de febrero, excepto en años muy fríos.

Otro relacionado con las estaciones es “Por san Blas, hora y media más”. Refiere que en la fecha de la festividad de Blas de Sebaste, transcurrido casi un mes y medio de invierno, la prolongación de las horas de luz es evidente.

Y, además, no pueden faltar los relacionados con los que sufren enfermedades de la garganta, como “San Blas bendito, cúrame la garganta y el apetito” o “San Blas, tú me llamarás”.

A mi abuela Carmen.

Luis Vallés Cusí
Periodista

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