¿Somos raricos los buñoleros?

¿ Y por qué digo eso? Os doy algunos datos curiosos. Empecemos por nuestras fiestas. Al contrario que en el 99,9% de los pueblos de nuestro entorno, no hay toros, ni vaquillas, ni ningún festejo relacionado con cuadrúpedos cornudos. Que yo sepa nunca ha habido afición por ellos (aunque en determinadas épocas si se hayan hecho en la plaza de las Ventas o San Rafael, y no triunfaban mucho).

En vez de eso, nos dedicamos a tirarnos tomates o a montar un “mano a mano” entre nuestras dos bandas, batallas pacíficas donde las haya, que visto lo visto no fueron malas ideas y nos han llevado a ser conocidos internacionalmente.

Hablando de música, a nosotros no nos sorprende, pero al foráneo que le cuenten que en un pueblo de 10.000 habitantes, entorno a 4.000 son socios de alguna de nuestras dos bandas, se queda a cuadros. Y no solo se queda ahí lo de asociarse: fallas (5), deportivas, solidarias, culturales, sindicatos, políticas, vecinales… en resumen, que eso de aunar esfuerzos para conseguir un objetivo común es lo que nos va. Nos gusta juntarnos en cuadrilla para todo, deportes, fiestas, política…

¡Qué decir de la política! Desde la llegada de la democracia nuestro ayuntamiento gobernado por partidos de izquierdas, pero tampoco por el mismo, y necesitado de coaliciones para gobernar la mayoría de las veces.

Nuestro callejero también es peculiar, escaso en religión y abundante en personajes de la cultura, inventores, científicos o luchadores por la libertad (de la guerra del francés, sobre todo).

Somos distintos hasta para honrar a nuestros muertos. Solo hace falta para darse cuenta dar una ”vueltesica” por el cementerio del Maset, donde se entremezclan los habituales símbolos y epitafios religiosos con masones, republicanos, librepensadores, comunistas, socialistas, aficiones de todo tipo, profesiones… en una proporción similar a los tradicionalmente mayoritarios en el resto de camposantos españoles. Lo más curioso de nuestro cementerio es la conservación y el respeto de esa memoria histórica durante los 40 años de dictadura, salvándose de la típica y sistemática eliminación que se produjo en el resto de España.

Hasta nuestro castillo es original. Nuestro edificio más antiguo, alrededor de 1.000 años y aún sigue vivo, no solo es monumento, sino también casa de los castillejos. En mis visitas guiadas veo la sorpresa de los visitantes al preguntarme “¿Dentro del castillo vive gente? ¿Cómo lo permitieron? Afea el castillo”. Yo no contesto, los subo a la torre y les señalo los restos del castillo de Macastre, y les digo “¿Veis ese castillo? Como muchos de España dejó de ser útil a sus pueblos, se abandonó y se transformó en ruinas. Nuestro castillo siguió siendo útil, ha sido fortaleza, residencia del Señor de Buñol, cuartel, cárcel, casa de los más humildes y ahora atractivo turístico. Cada uso ha dejado su huella y sus cicatrices, pero ahí sigue como vigilante y testigo de la vida en Buñol”.

Hablando de nuestra habla, el buñolero es una mezcla de valenciano o catalán (según gustos o ideologías) y castellano, fruto de la convivencia de gentes que vinieron en busca de una vida mejor desde muchos puntos del reino de Aragón y el reino de Castilla. En desuso por la mejora de la enseñanza y un poco o un mucho por considerarlo de paletos.

Pues yo no sé vosotros, pero yo lo considero entrañable, muestra de nuestra historia y nuestra forma de ser, algo a conservar y mimar, como el resto de la memoria oral de nuestro pueblo.

Creo que esta almostraica de datos nos puede dar una idea de lo raricos que somos. Y ahora llegamos a la parte “seria” de la charraica que os estoy pegando. ¿Por qué somos como somos?

Mi teoría (tan buena o tan mala como otras), es la siguiente: Ni idea, JAJAJAJAJAJA.

Era broma, pongámonos un poco serios. Según mi opinión (a confirmar o destrozar por el que le interese, eso sí, proponiendo otras teorías) es que esta peculiar forma de ser (política, cultural, festiva…) arranca con la temprana industrialización de nuestro pueblo.
La instalación de la industria papelera en el S.XVIII conlleva varios factores, entre ellos la llegada de profesionales y empresarios desde núcleos papeleros como Segorbe o Alcoy y el surgimiento de dos nuevas clases sociales a nivel local, el proletariado y la burguesía industrial.
Las consecuencias a lo largo del S.XIX, reforzadas a principios del S.XX con la instalación de la industria del cemento, son: economía despegada de la agricultura, llegada de nuevas ideologías como la masonería, el republicanismo, asociacionismo obrero y campesino, mejora de la educación y por tanto de la cultura… Podrían ser algunos de los mimbres que explicaran nuestra forma de ser y vivir.

¿Qué creéis, somos raricos? ¿Mejores que otros? Yo creo que no, ni peores ni mejores, solo distintos, con claroscuros como todos.

Orgulloso de mi pueblo y mis gentes, defensor de lo nuestro hasta el agotamiento, pero NUNCA a consta de ningunear a otros pueblos u otras gentes, pues no olvidemos que son SUS PUEBLOS Y SUS GENTES.

Espero que estas reflexiones hayan conseguido que os olvidéis un ratico del calor estival.

Pepe Medard Ruiz
Buñoleroadicto

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