Superando adversidades

n10 psicologia1

Hace un par de años un profesor me preguntó qué sabía sobre la Resiliencia. Mi respuesta no fue otra que: ¿de la qué? Por tanto, lo más normal es que hayas pensado lo mismo al leer esta palabra. O, quizás, ya sabías de su existencia, puesto que es término de moda en esferas tan dispares como, por ejemplo, la psicología, la cocina, el periodismo, la acción humanitaria, etc.

Me sirvió de consuelo que muchos de mis compañeros estaban tan perdidos como yo en este tema (ya se sabe, “mal de muchos…”). Salvo una compañera, ingeniera reconvertida en psicóloga, que nos explicó que este término se utiliza para definir la capacidad que tiene un cuerpo para volver a su forma original tras haber soportado una fuerza externa, la cual le llevará a un límite de elasticidad.

El profesor respiró agradecido y volviendo a confiar en el sistema educativo, nos contó que una persona resiliente es aquella capaz de sobreponerse a un episodio doloroso o que implique sufrimiento prolongado. Esta capacidad cumple una importante función adaptativa y es un medidor de nuestro potencial. En otras palabras menos técnicas, alguien resiliente es aquel que frente a los problemas más o menos graves (separaciones, pérdida laboral, muertes de seres queridos, etc.) no se hunden y no contemplan la vida como un lugar en el que ya no hay capacidad de reacción, sino que piensan que la vida vale la pena, que ahí fuera quedan oportunidades para todos, y que a mal tiempo, buena cara.

La vida no es un camino de rosas. Tampoco nadie tiene una autoestima a prueba de bomba ni vive siempre con una alegría incombustible. Todos pasamos por malos momentos en los que sentimos tristeza y ganas de tirarlo todo por la borda. Es normal. Pero podemos entrenarnos en este sentido, y conseguir así ser más resilientes. Ahí van algunos consejos que a mí, al menos, me han servido.

– Deja de mirar por el retrovisor. El pasado sirve para analizar y tomar decisiones, pero no para sufrir. Pon tu atención en el hoy, en qué puedo hacer ahora para ser más fuerte, más feliz y para alcanzar mi objetivo.

– Relativiza el sufrimiento. Saber que el sentimiento que nos tortura es temporal y dará paso a otro, quizá de signo contrario, nos ayuda.

– Enfréntate en lugar de huir. Posponer no te lleva a nada positivo, solo a sentirte mal contigo mismo y aumentar la pereza y ansiedad. Los obstáculos se analizan, se solucionan, se saltan, pero no se evitan. No tengas miedo, ni siquiera a pasarlo mal.

– Evita la “Psicología del pañuelo”. Es casi inevitable tenderle un pañuelo a alguien que vemos a punto de llorar, o decirle que no piense en lo que le atormenta, pero, ¿por qué reprimir la expresión de una emoción? “Vaciarnos” no quita el dolor, pero viene bien.

– Observa la vida de forma positiva. La vida te va a deparar momentos felices, seguro, pero tienes que involucrarte para conseguirlos. Tu manera de pensar determina en gran parte cómo te sientes y las cosas que haces.

Me encantaría poder seguir extendiéndome porque me fascina esta virtud del ser humano, pero por problemas de espacio me es imposible. Pero sí que me gustaría acabar con una cita de la gran Frida Kahlo, ejemplo claro de persona resiliente: “Nada es absoluto. Todo cambia, todo se mueve, todo gira, todo vuela y desaparece”.

Mari Fuertes Miguel
Psicóloga

Share This Post

Post Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.