Tiempo de guerra, días de lucha.

Memorias de un buñolense antifascista de Enrique Corachán.

La historia oral es una metodología propia de las Ciencias Sociales, rica en el aprendizaje y conocimiento de los hechos acaecidos que son relatadas y recogidos a través de la voz de sus protagonistas. Paul Tompson, especialista y autor de diversas monografías sobre metodología y técnicas de historia oral, describía que: «la historia oral es la más nueva y la más antigua forma de hacer historia».1

El testimonio oral o escrito contribuye pues, al desarrollo de la disciplina historiográfica y por tanto se reconoce como una fuente más que suele manejar el historiador. El uso de las fuentes orales y narrativas biográficas, por tanto, permiten la participación de nuevos agentes y nuevos sujetos históricos en la reconstrucción del relato histórico; es decir, «se da voz a los sin voz». La historia oral acerca perspectivas de sectores mucho más diversificados que los que tradicionalmente han sido tratados por la historia más clásica; los sectores más marginados y silenciados durante la etapa franquista fueron grupos marginales u opositores del franquismo que se convierten, bajo esta forma de hacer historia, en actores fundamentales para las nuevas investigaciones. 

El testimonio de Enrique Corachán «Ovejero»2 resulta, pues, de un valor histórico innegable. Desde su experiencia personal y sus propias vivencias podemos reconstruir algunos de los episodios más importantes del siglo XX. Su testimonio contribuye a la reconstrucción de la historia de la localidad, la del País Valenciano, la de España e incluso su contribución en la de Europa. En sus memorias, Corachán argumenta con extrema coherencia las razones últimas de su lucha, de su antifascismo y la pasión que le despierta su militancia en el Partido Comunista.

Los episodios que relata son más que conocidos y están sobradamente documentados, como fue la experiencia republicana; la Guerra Civil; los campos de concentración franceses, destino de miles de españoles que, empujados por el terror ante la violencia franquista, se vieron obligados a un exilio forzoso; la aportación de los españoles en la lucha contra el nazismo, principalmente durante la Francia ocupada y el intento, por parte del Partido Comunista, de acabar definitivamente con el Franquismo, con la creación del movimiento guerriller, movimiento que nace y se gesta en Francia, ante el viento favorable del triunfo de las democracias.

Las memorias son circulares, comienzan y terminan en Buñol. Corachán estructuró sus propias memorias en tres capítulos:

La Gran Familia. Enrique Corachan evoca a su juventud, cuando se afilia a la CNT; posteriormente relata sus inicios en el Partido Comunista; su experiencia durante hechos que ocurrieron en Buñol durante el periodo republicano y su inmediata participación en la Guerra Civil tras el intento de golpe de estado.

Hacia una nueva vida, enero de 1940. En este capítulo narra sus vivencias en los campos de concentración franceses Argelés, Saint Cyprien y Bacarès, entre otros. Al igual que su participación en la Resistencia francesa contra el nazismo. 

Nuestro viaje a España corresponde a las peripecias vividas por el autor junto a nueve guerrilleros más desde que pasan la frontera francesa hasta llegar a Buñol. 

Puesto que no nos podíamos quedar únicamente con el final de sus memorias, para poder completar la biografía del autor necesariamente debíamos investigar qué había pasado y dónde había estado en los años que transcurren desde que llega a Buñol a principios del 45 hasta su muerte en marzo del 76 en Praga.

Tras su paso por Buñol y al no poder organizar la guerrilla, fin último de su vuelta a España, y en vista de su peligrosa situación, decide regresar a Francia. 

Años más tarde, en septiembre de 1950 durante la operación Bolero-Paprika llevada a cabo por el gobierno francés contra comunistas, bajo la falsa acusación de colaborar con una supuesta invasión soviética en Europa, 288 cuadros comunistas, entre los que se encontraban 177 españoles, fueron detenidos y deportados a Argelia, Córcega y países del Este. Entre ellos se encontraba Corachán que fue deportado a Argelia.

Gracias a las gestiones realizadas por el PCE, a principios de julio de 1951 la mitad de los españoles deportados llegaban a Polonia o Checoslovaquia. Corachán fue destinado a Ústi Nad Laben y posteriormente a Praga, donde consiguió reunir a su familia. Y allí, permaneció hasta su muerte el 6 de marzo de 1976.

Y entre mi propio recuerdo, me vienen a la memoria Florián García “Grande” y Remedios Montero “Celia” por la afectividad y cariño que demostraban ante el recuerdo de Corachán. Florián siempre contó, que Corachán mantuvo intacta la ilusión de volver a casa, de volver a Buñol en democracia y ser alcalde, el primer alcalde comunista; pero el Franquismo, de nuevo, se lo impidió; pues la ley de amnistía no llegaría hasta pasado más de un año de su muerte.

1 David, Mariezkurrena Itumendi: «La Historia Oral como método de investigación histórica», Gerónimo de Uztariz, 23-24, 2008,227-233.

2 A Enrique Corachán se le conocía comúnmente en el pueblo como «Ovejero”» tras un discurso que realizó Andrés Ovejero Bustamante en la localidad de Buñol.

Aida Galarza Giménez
Doctoranda Historia Contemporánea U.V.

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