Una banca pública para el mundo rural

Todos los municipios que sufrimos el cierre de sucursales bancarias debemos sumar esfuerzos por el bien de la ciudadanía

A este paso, llegará el momento en que pueda ser imprescindible crear una banca pública para el mundo rural

No podemos quedarnos en silencio. Queremos denunciar públicamente el despropósito de la banca en el ámbito rural. Y es que, en los pueblos de nuestra comarca, sobre todo en los más pequeños y de interior, hacer gestiones cotidianas en el banco es ya un problema para todos sus vecindarios, sobre todo para las personas mayores.

En los últimos años han desaparecido prácticamente la mitad de las sucursales que había en España. Quedan algo más de 20.000, pero muchas tienen las horas contadas. Entre este año y el que viene la banca tiene previsto cerrar otras 4.000 oficinas.

En nuestros municipios abrían sus puertas todos los días, ahora solo alguna jornada a la semana para atender a las personas que acuden para realizar sus gestiones directamente con la escasa plantilla del banco.

Las entidades bancarias han recibido mucho dinero público de la anterior crisis económica que no han devuelto y tienen la obligación moral de atender socialmente a la ciudadanía, deben de dejar a un lado ese criterio economicista que no atiende a razones y no se solidariza lo más mínimo con los problemas que supone su cierre para el buen funcionamiento del comercio local y el día a día de la gente en los pueblos, sobre todo de la más mayor cuando le exigen que haga sus gestiones telemáticamente.

Hay que tener en cuenta que de los 12 municipios que tiene la comarca, la mitad tienen menos de 3.000 habitantes. Y sí, han empezado a reducir la apertura de los bancos por los pueblos más pequeños, pero creemos que se va a generalizar y va a convertirse en un problema para todo el mundo, incluidos los municipios más grandes.

Una atención personal, cercana y de confianza, así como el uso de dinero en efectivo, sigue siendo importante para muchas personas, en particular para aquellas que tienen dificultades en el acceso a determinados servicios financieros o escasos conocimientos digitales.

Una vez más, la banca antepone los intereses empresariales a los beneficios del conjunto de la sociedad, aumentando sus comisiones indiscriminadamente y olvidando el rescate que le hizo el Estado, que somos todo el país en su conjunto.

Si continúa la reducción del número de oficinas y de cajeros automáticos en los próximos años, ante el incremento de la digitalización y la búsqueda de una mayor rentabilidad por parte de las entidades de crédito, el mundo rural tiene los días contados por mucho que nos vendan fórmulas milagrosas.

Sin los servicios básicos, los pueblos pequeños se mueren, y una banca útil y solidaria que piense en nuestra gente y empresas, es esencial para nuestra supervivencia. Habrá que luchar de nuevo por una banca pública.

Miguel Esteban Tórtola Herrero

Presidente de la Mancomunidad de la Hoya

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