Los juegos de Pascua

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Durante las últimas décadas viene desarrollándose en los centros educativos un importante trabajo por la recuperación de los juegos populares. El objetivo es mantenerlos en las nuevas generaciones que, sucumbidas ante el influjo de las nuevas tecnologías, han pasado a ocupar su tiempo libre de una manera totalmente individualista. Son diferentes las razones por las que vale la pena mantenerlos vivos:

  • No requieren mucho material ni costo.
  • Tienen reglas de fácil comprensión, memorización y acatamiento.
  • Practicables en cualquier momento y lugar.
  • Acercan lazos entre las diferentes generaciones.
  • Fortalecen las destrezas, habilidades, valores y actitudes necesarias para un desarrollo integral.
  • Propician los vínculos, la relación con los demás.
  • Enseñan a los niños a ser solidarios, a compartir, a esperar su turno, a valorar el rol del otro, a establecer relaciones fuertes y duraderas, a ser felices.

Dentro de éste tipo de juegos encontramos una amplia gama de modalidades lúdicas: canciones de cuna, juegos de adivinación, cuentos de nunca acabar, rimas, juegos de sorteo, juegos de fuerza, de resistencia, de velocidad, etc.

Con la llegada de la Pascua, alguno de estos juegos resurje gracias al impulso de las generaciones más mayores, compartiendo esos juegos que ya les habían enseñado a ellos cuando eran niños. Así, en estas fechas vemos a padres y madres jugando con sus hijos a saltar la comba, a volar la cometa, jugando al pañuelo o al soga-tira, al sambori o a la goma, etc.

En la Pascua buñolera venía siendo tradición practicar algunos de estos juegos en el lugar donde se pastura la mona: saltar a la comba (“La naranja se pasea…”; “Al pelotón…”; “Pan, vino, tocino…”, “El cocherito leré..”, “Rey, rey…”, “Yo tengo unas tijeras…”, “Te convido…”etc) o volar la cometa.

Y cuando bajábamos a la Plaza del Pueblo continuábamos saltando a la comba, jugábamos al sambori, al “Churro va”, al Arrancacebollas, al “replegón”, al pañuelo, a rodar las peonzas, al soga-tira, a las canicas, a las chapas que nos habíamos decorado, a los cromos, a la gallinita ciega… Nunca nos faltaban juegos, siempre había alguien que pensara el siguiente, y así todas las tardes de Pascua de nuestra infancia, con toda nuestra “pandillica” eran divertidas para los mayores y los pequeños.

Esas inolvidables tardes pascueras han pasado al olvido, quedado algún resquicio como es la comba y poco más. Estos juegos tradicionales se han visto sustituidos por castillos hinchables y música. Las autoridades prohibieron las pelotas hace años (la verdad es que el “replegón” a veces se nos iba de las manos) y también jugar a los globos de agua; progesivamente se dejó de jugar a juegos un tanto “brutos”, como el Churro va o el arrancacebollas, y parece que la comba no era suficiente para entretener a la juventud, por lo que un buen día aparecieron los castillos hinchables, para tristeza de los nostálgicos pascueros que tanto hemos disfrutado de esta fiesta tan especial.

Creo que es muy importante hacer memoria y recuperar para las presentes y futuras generaciones estos juegos que tanto nos enseñaros a nosotros y que seguro les encantan a nuestros hij@s. Solo hay que darles la oportunidad de descubrirlos y esa es una labor que desde los centros educativos nos hemos planteado como prioritaria, pero no estaría de más que los propios padres y madres aprovecharan estas fiestas para rememorar y enseñar a sus hijos esos juegos que sin duda todavía permanecen en nuestra mente. Ah, y el teléfono móvil, prohibido.

Nieves Carrascosa Hidalgo
Profesora de Ed. Física

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