Basado en hechos reales

Experiencia real de una auxiliar en una Residencia de Mayores

Me gustaría explicar en estos momentos que estamos pasando, como afecta cada minuto, cada segundo en la vida de algunas personas, y cuál es el costo de ese tiempo.

Os cuento que me han contratado para cubrir una baja en una Residencia de Mayores por 11 días. Se están llevando a cabo 2 rondas de controles de temperatura por turno, y ahí me gustaría explicar a la conclusión a la que yo he llegado:

Dichos controles de temperatura se están llevando a cabo con termómetros digitales, los cuales desinfectamos con una mezcla de colonia y agua… (si, colonia y agua🙄).

Es una Residencia de unos 50 residentes y solo hay un termómetro, porque los demás se han estropeado en gran parte debido a la «desinfección» con dicha mezcla o al mal uso que se había hecho de ellos. Esto quiere decir que para que yo empiece a tomar las temperaturas a los 12 residentes que yo llevo, tengo que esperar a que terminen mis compañeras de tomar las temperaturas a los residentes de ellas. Hice un cálculo de 3 minutos por residente, el tiempo que me tomaba tomarles la temperatura con dicho termómetro, lo que multiplicado por 12 residentes, serían unos 36 minutos, que si a su vez lo multiplicamos por dos, ya que son dos rondas, sumarían 72 minutos. En total, mas de una hora en mi turno en el que solo he hecho eso, tomar temperaturas con un termómetro viejo, y desinfectado «de aquella manera». Si señores, 72 minutos solamente tomando temperaturas.

Me tomé el atrevimiento de meterme en Amazon y averiguar cuánto valía un termómetro por infrarrojos y la media era de unos 40 euros. Cabe decir que con un termómetro de estos hubiésemos tomado la temperatura a toda la residencia en unos 15 minutos y reduciendo considerablemente el riesgo de contagio al no existir contacto físico del aparato con el residente.

Ahora mi reflexión es esta: de verdad no me estoy quejando por el tiempo que me ha tomado tomar las temperaturas, no es por el trabajo, solo quiero que comprendan que estos residentes están en una situación de aislamiento mucho mas difícil que nosotros. Si vosotros os quejáis de estar 24 horas en vuestras casas, de no tener un perro al que poder pasear, imaginaos ahora a estos ancianos metidos durante 15 días (o más) sin salir de su habitación.

Se levantan, desayunan, comen, cenan y vuelven a dormir hasta el día siguiente entre 4 paredes. Se les han suprimido todas sus actividades, terapia ocupacional, centros de día, gimnasio, fisioterapia, paseos, no ven a sus familiares, y el único contacto que tienen con alguien es con nosotros sus cuidadores cuando pasamos a sus habitaciones, con la frialdad que conlleva que lo hagamos con batas, mascarillas, guantes y gorros.

Es lo que nos toca, es la situación que nos toca, pero por favor, señor presidente (o a quien corresponda), esos 72 minutos que me he pasado tomando temperaturas de forma precaria en estos tiempos que corren, se los he quitado a mis residentes de sacarles una sonrisa, de poder hablarles y hacerles el día mas ameno, de hacerles hablar e interactuar y de curarles un poquito el alma. Porque esto no solo se trata de prevenir y curar un virus, se trata de que personas como nuestros ancianos en las Residencias tengan una cuarentena lo mas llevadera posible, que no se les borre la sonrisa ni se les empañen los ojos de lágrimas porque sea un día mas entre cuatro paredes. Es responsabilidad también de nosotros sus cuidadores velar por su estado emocional, y si, señor presidente (o a quien corresponda) estoy muy JODIDA Y ENCABRONADA de que me hayais robado 72 minutos por día, porque solo os costaba unos míseros 40 euros, los cuales cabe destacar deberían estar mas que cubiertos con la cuota mensual que pagan nuestros mayores por están en este tipo de centros.

Y estamos hablando de TERMÓMETROS señores. No os quiero contar cuánto dinero he sacado yo de mi bolsillo desde que empecé a trabajar en Residencias Privadas para comprar material que deberían poner estos centros. Estoy harta. Y lo peor es que aún y con lo sacrificado que es mi trabajo, no estoy harta de él. Estoy harta del sistema, de la injusticia, del ahorro injustificado, de que las sonrisas de unos ancianos que merecen todo nuestro cariño y respeto valgan poco mas de 40 euros, de que en una situación como la que estamos viviendo sigamos siendo tan egoístas o más que antes, de que esto solo nos sirva para mirar nuestro propio “problemón”. Pues yo no me voy a cansar de quejarme. Ojalá pudiesen unirse mas compañeras a mi voz, que no las coaccionen con el miedo a perder un puesto de trabajo. Que solo somos marionetas. Que ha tenido que venir el #Coronavirus para que nos valoren.

Que cuando no existía el Coronavirus nos llamaban limpiaculos. Que cuando vino el coronavirus (y en realidad esto ha sido siempre) no solo limpiamos culos, sino que en realidad hacemos de todo. Que la vida y bienestar de esos residentes depende de nosotros, porque un Enfermero solo pasa a su habitacion si precisa curas o tratamiento especial, y que el Médico brilla por su ausencia en el día a día de una residencia normal. Que si ese día se levanta con mala cara, y nadie es capaz de identificar ese malestar porque soy solo yo quien conoce sus ojos, SOY YO quien va a dar la voz de alarma. Estoy harta…. y cansada, y decepcionada. Y por hoy, ya lo dejo.

Texto sacado en redes sociales TCAE Auxiliares de enfermería.

Share This Post

Post Comment

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.