Las presas políticas del primer franquismo en Buñol (1939-1948)

«El recuerdo y el homenaje a los mártires de la lucha solo incluye a las mujeres en ese plural de las palabras que es siempre masculino» (Lidia Falcón, «En el infierno», 1977).

Como expresaran otras represaliadas del franquismo, la presencia residual de las mujeres en un relato histórico tradicionalmente androcéntrico habría sido la norma, «apenas unas líneas» en la ingente literatura sobre la guerra y posguerra (Juana Doña, 1978). Sin embargo, aunque invisibilizadas en el discurso oficial, ocultadas por sus propios partidos, e ignoradas tanto tiempo por la historiografía; la encarnizada y duplicada represión de posguerra sobre aquellas mujeres «infectadas del gen rojo» (Vallejo-Nagera, 1939) va siendo rescatada de su silencio. El específico castigo contra ellas pretendió aniquilar sus derechos y el espacio público conquistados en la II República. Para deshumanizarlas, el nuevo estado utilizó los métodos más expeditivos que atacaban su feminidad y dignidad para redimir el «pecado» de haber abandonado su tradicional espacio en la familia y el hogar. No obstante, a pesar de negarles su condición política y ser tratadas como presas comunes (a diferencia de los hombres), estas fueron condenadas con causas militares y políticas, lo que fortaleció sus redes de resistencias militantes y cotidianas. En esa tesitura se encontraron muchas de las mujeres del Buñol de posguerra que sufrirían además una especial represión no ajena a la tradición progresista y combativa de la localidad.

En otro artículo de la revista sobre el filofascista alemán Steidinger aparecía un episodio sobre el saqueo de su casa por las Mujeres Antifascistas de Buñol. Lo que la Causa General franquista trataba como un robo se explicaría mejor en el contexto de la labor de apoyo a los evacuados que ejercía la Agrupación, vital para la «normalización» de la retaguardia. Además el texto menciona a la concejala Josefa Ibáñez, como delegada de evacuación y asistencia de los refugiados. El papel de la Agrupación de Mujeres Antifascistas (AMA) como asociación «feminista y política» [de ello escribió Lara Galarza hace unos meses] fue tan «relevante» que nutrió buena parte de los expedientes penitenciarios de las presas de Buñol. No en vano, una de sus fundadoras en València, Pilar Soler era natural de Buñol aunque su actividad la llevó a cabo en València y el exilio francés. Los últimos estudios documentan 101 afiliadas de la AMA en el municipio en 1938, aunque un expediente da la cifra de 230. La mayoría están identificadas en fichas de la «Político Social» como comunistas (48), dos de Izquierda Republicana (Tonica Cárcel y Matilde Tomás), una de las JSU (Isabel Navarro) y una socialista (Concepción Villa, hija del maestro fusilado). El resto aparecen sin filiación o con un cargo en el Comité como las Secretarias Carmen Fernández, Concha Valero y Dolores Pascual y las Responsables Antonia Blanco y Rosario Sierra. De la denuncia se conserva un expediente militar conjunto contra Concha Álvarez, Josefa Carrascosa, Bienvenida Cifre, Catalina Delmas, Carmen Fernández, Vicenta Galarza, Vicenta Hernández, la maestra depurada Dolores Pascual, Josefa Rubio y Carmen Santana. Todas ellas formaban parte del Comité y salvo Cifre, Galarza, Pascual y Rubio, las demás pasaron por prisión. 

Con la victoria, que no la paz, en abril de 1939, y antes de ser detenidas, algunas de ellas como Concha Álvarez, Josefa Ibáñez o Pilar Soler intentaron salir de España por Alicante. Tras ser retenidas y volver a sus domicilios fueron llevadas al juzgado de partido de Chiva donde soportarían los crueles interrogatorios para ser trasladadas a la Prisión Provincial y a la Prisión Convento de Santa Clara de València. De las pésimas condiciones de la cárcel nos habló en sus memorias Pilar Soler que dio a luz en la cárcel «del Paseo de la Pechina», donde su hija recien nacida «con sarna… y la poca leche aguada, la pobrecita hambrienta no paraba de llorar». De las 21 buñoleras encarceladas entre 1939 y 1948, las primeras en salir en 1940 serían las antifascistas sin cargos y la joven miliciana anarquista Libertad Perelló tras seis meses recluida. Por «excitación a la rebelión», Consuelo Miguel del Comité de AMA, ingresó en Santa Clara condenada por «exaltadora de la causa roja» a dos años de prisión. Saldría en agosto de 1940. La comunista y destacada feminista Pilar Soler, condenada por «auxilio a la rebelión», salió con la provisional en abril de 1940 aunque volvería a entrar en 1944 por «reorganizar el partido» con las posteriores, relacionadas con el antifranquismo y el. apoyo a la guerrilla como fue el caso de Francisca Carrascosa y Salvadora Luján encarceladas en 1948. Destacada entre las presas de Buñol estuvo la comunista Josefa Ibáñez por los cargos acumulados pues fue candidata a Cortes en 1933, concejala en 1936, miembro de AMA y del Comité revolucionario municipal. Condenada a 30 años por «adhesión a la rebelión», con las conmutaciones saldría de prisión a mediados de 1941, al igual que Josefa Carrascosa cumpliendo 2 años de pena… Tras la cárcel, otra represión les esperaba en una gran cárcel extramuros: Una España hostil. De todos modos, su «resistencia en femenino» tuvo una significación política y de género que tendió puentes generacionales entre las feministas de las dos democracias que separó la dictadura.

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Para recuperar desde la memoria el injusto ocultamiento al que se ha sometido a estas mujeres es obligado su estudio y reparación, para así, con nuevos datos, rescatar aquellas voces cargadas de traumas, de estigmas y de olvido. Solo así, visualizando aquello «de lo que no se hablaba» e indagando, desde la perspectiva de género, en las historias de vida que hay tras cada nombre, se podrá reparar la parte de nuestra Historia más lamentable, conscientes de que la comprensión diferenciada de la violencia sobre las mujeres está hoy en horas bajas.

Domingo Martínez
Graduado en Historia

Instituto de Estudios
Comarcales de La Hoya de Buñol-Chiva

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