“…y yo les digo a vos, que en este dia de abril de 1528, de nuestro Señor, he llegado a esta Villa tan hermosa perteneciente al Condado de Buñol, y que de méritos se llene.”
Carlos, emperador.
Con estas palabras entraba toda la comitiva el 30 de abril de 1528 en el Condado de Buñol. Tan excelso rey había cruzado la raya de Castilla visitando Requena, siendo recibido por lo más selecto de la nobleza. Don Gaspar Mercader, convertido en anfitrión del emperador, no reparó en ofrendas ni en gastos para tal visita.
En su visita al Reyno de Valencia tuvo que pasar por el Condado de Buñol, y su Villa.
Y así narró la historia…
Como poeta narrador que acompañó a su excma. Majestad y su corte.
“La tarde cae a plomo sobre la llanura castellana, entramos en la ciudad de Requena donde nos esperan fausta corte y hombres ilustres. Verdes trigales se extendían a nuestro paso, por encima de los lanceros se ven llanuras y llanuras de tierra, apenas montaña y mucha tormenta se divisa en el cielo.
Partimos ya por la tarde hacia el llamado Condado de Buñol, donde según tengo entendido, pasaremos la noche y día siguiente antes de llegar al Reyno de Valencia y su capital.
Yo, alférez del Emperador, he combatido frente a los turcos y los griegos, así como en los territorios de la Borgoña y Nápoles, estoy vivo de milagro y mi cuerpo es un mapa de llagas, soy ilustre con la espada corta y con la letra, me he batido con hombres y con mujeres, soy castellano y me enorgullezco de tan alto rango, y en este viaje donde batalla no habrá, me han enviado para oficio de cronista y narrador, como decía.
Después de este largo viaje pienso embarcarme para las Indias y hacerme rico y noble. Y así como católico como el Emperador, llevar la fe a tierras salvajes e indómitas.
Yo, Álvaro de Gomara, soy el real contador, el real alférez, que pronto seré capitán.
Un cielo gris y tormentoso amenazan lluvia, pero somos nobles soldados que hemos conquistado medio mundo conocido, no nos asusta nada. Nuestro Imperio se extiende hasta los limites de Europa y las Indias occidentales.
Bajamos por un paso llamado Cabrillas y se divisa una franja azul en el horizonte. El camino real está muy deteriorado y el Emperador no para de quejarse sobre su carroza llevada por seis hombres desde la Corte. Nos acompaña el Señor de estas tierras, un tal Gaspar Mercader, que no para de hablar para ganarse favores de la alta nobleza.
El Rey tiene ganas de llegar a la Villa de Buñol, la comitiva es numerosa, entre oficiales, granaderos y corte seremos más de dos mil personas, en un enjambre de colores y sonidos, en aires ya mediterráneos y sin tormentas que nos pongan tristes. Al fin divisamos las torre de homenaje del castillo medieval de la poblacion, y un gran alboroto suena en las filas. Por fin llegamos y descansaremos. Pasaremos la noche en el castillo y sus aposentos.
La comitiva, al fin, entra por la puerta de la torre norte hacia la plaza de armas, donde más adelante se encuentra el palacio de los condes y allí se hospedará parte de la nobleza y el emperador.
Debo decir que se trata de una imponente fortaleza mora reconstruida por nuestros antepasados reconquistadores y a la que describo en otras cartas metódicamente, pues debo decir que soy gran amante del arte antiguo.
Pero tengo que decir que me he quedado impresionado por sus bellos paisajes y colinas, regado con cristalinas fuentes y huertas de cultivo. Higueras, vid y trigo, así como olivo. Lástima que de monasterio falte, pues sería un magnífico lugar para la nobleza y su retiro, así como monjes de Castilla y el Imperio. Quizás la orden del Temple.
Ondean en la Torre Norte y de Homenaje, así como en sus entradas, la bandera y escudo imperiales, con su águila bicéfala y todos sus reynos. Ondean en la noche de antorchas y niebla, el Reino de Sicilia, Napoles, Navarra, Borgoña, Flandes, engalanada de oro y leones, Castilla, Navarra Aragon y Reyno de Granada.
Y yo me paseo entre estas piedras con aire imperial y orgulloso de ser soldado de Carlos V, pensando que el futuro y el mundo es nuestro, viendo la noche última de abril caer, contento de ver al emperador reir desde lejos, en mesa de grandes y nobles de Castilla. Y le oigo hablar de sus padres y sus abuelos, de la Region inmensa y Estado imperial, de sus soldado temidos en toda Europa, de la amenaza del turco y de Viena y de Hungría. Y también del Imperio romano. Apoyado sobre la muralla y el tiempo una lágrima recorre mi rostro, y aunque soy valiente alférez, una alegría inmensa me inunda todo mi ser, y pienso que el Señor está en esta empresa y en la guerra contra los estados alemanes y sus falsa religión.
Mañana seguiremos en estas tierras llenas de luz y misterio. Cuando regrese de las Indias pienso volver y recorrer a caballo tan montañosos sitios y fuentes. Yo, Álvaro de Gomara, alférez del Emperador.”
“…Me enaltece que nuestro estado e imperio tenga tan bellos lugares y bebo a vuestra salud, condes y marqueses, de estos manantiales plenos de frescura y de vida, y que mi bandera ondee en este castillo hasta final de los tiempos…”
Yo, Carlos I de España y del V Sacro Imperio Romano Germánico, en la villa de Buñol a 1 de Mayo de 1528 de Nuestro Señor.
Rafael Ferrús Iranzo
Buñol histórico