Este año se cumplirán 10 años desde que se decidió acotar y poner entradas en La Tomatina de Buñol.
Eran finales de 2012 y en Buñol corría un debate muy intenso de qué iba a pasar con nuestra fiesta más internacional. Veníamos de unos años en los que problemas de toda índole habían provocado un rechazo enorme a nuestra fiesta tanto dentro como fuera. Los buñoleros no participábamos, sufríamos, los que nos visitaban hablaban pestes y recorrían miles de kilómetros para ni siquiera ver u oler un tomate. En Buñol incluso había propuestas sobre cancelar la fiesta u otras más extravagantes. Por otro lado, las fuerzas del orden no estaban dispuestas a colaborar si la situación no cambiaba. Recordad aquellos intensos y difíciles días.
Como siempre, lo difícil en estos casos es tomar decisiones, pero ahí estábamos dispuestos a saltar al vacío e intentar hacer posible lo que muchos pensaban que era imposible.
No os engaño si os digo que desde el principio nos quedamos solos. Incluso amigos y conocidos no estaban de acuerdo, gente cercana nos hablaba de lo imposible que era nuestro cometido y de que quizá no deberíamos intentarlo, pero la decisión estaba tomada, no podíamos continuar así o de lo contrario Buñol pasaría a la historia porque la desgracia cada año era más posible.
Asambleas vecinales, reuniones con técnicos, con las fuerzas del orden, muchas horas de trabajo y quebraderos de cabeza para poder tener finalmente un plan de autoprotección, entradas, salidas, calles pulmón, tickets, pulseras… La cosa ya no se paraba, era ahora o nunca.
“Este sagal está loco, ya verás que locura, la cola llegará a Chiva, se han cargado la fiesta, menudo desastre…” Esto era lo mejor que se decía en aquella época. No poca gente que me quería me decía asustada qué pasaría si era un desastre. Yo no tenía ninguna duda, no había otro camino, me iría a mi casa y no acabaría las fiestas como cargo público.
Recuerdo como si fuera ahora una conversación en el primer desfile de las Feria y Fiestas 2013 con una compañera de equipo de gobierno: “Rafa, te veo muy tranquilo, tienes sangre de horchata, no sé ni como duermes, estoy asustada hasta yo”. Y la verdad es que tenía nervios, pero unos nervios buenos, nervios de ganas de que llegara y pasara. Detrás había mucho trabajo y las mejores intenciones.
Fueron meses de mucho trabajo, hasta casa por casa llevé las primeras solicitudes de pulseras para los vecinos del recorrido. Eso de tener que coger una entrada y después cambiarlo por una pulsera era demasiado para muchos y muchas, y digo era porque hoy en día todo el mundo sabe que es lo mínimo que podemos hacer para entrar a nuestra fiesta.
Además, pusimos en marcha La Tomatina Infantil, sin duda uno de los días más esperados por los más pequeños de la casa. Hoy en día nos parece que esta fiesta existe desde siempre, pero no, fue también en 2013 cuando comienza su andadura.
Y llegó el día y no me tuve que ir a casa. La Tomatina desde ese día fue un ejemplo, las fuerzas del orden se volcaron con nosotros a partir de ese momento, nos dieron premios y reconocimientos públicos que siempre son más fáciles fuera que dentro. De nuevo Buñol pudo volver a disfrutar de su fiesta y los que nos visitaban podían disfrutar como nunca. Era una fiesta segura y tranquila, no se rompió ni una sola camiseta más, La Tomatina volvió a ser disfrutona, se había salvado la fiesta y todos se subieron al carro. Esa siempre es la mejor de las señales del trabajo bien hecho. Aun así, trataron de manchar la gestión, pero no se dieron cuenta de que no todos son como ellos. Después cambiamos cosas y mejoramos, fuimos la primera fiesta que luchó contra el machismo, que blindamos a las mujeres para que todas estuvieran seguras en La Tomatina, hicimos de ella una fiesta solidaria y reivindicativa.
Además, un tema menos importante pero que hay que destacar, es que con el beneficio económico obtenido se pagaban la Feria y Fiestas. Que nadie se olvide, el presupuesto de las Ferias sale de lo que se recauda de La Tomatina.
Y ya han pasado 10 años y seguimos disfrutándola, y “el sagal” no se fue de Buñol, fue alcalde, le están saliendo canas y ahora recuerda con cariño a quienes lo hicieron posible. ¿Qué malos raticos tan buenos pasamos verdad Chimo, María Álvarez, María Vallés, Alicia, Ángel, Jaime y Toni? La Tomatina ahí sigue y seguirá, sólo hay que cuidarla y quererla porque es nuestra y porque es un ejemplo.
Rafa Pérez Gil
Ex-alcalde de Buñol