Escritura, periodismo y vida

Me gustaría mostrar, señalar, nombrar cuatro libros ya que este espacio, en esta página, en este magazine va de libros: no son rabiosas novedades editoriales, ni siquiera por x o por z libros exactamente exitosos y probable sea que no interesen  a muchos/as lectores/as de estas letras pero… reposan ajenos a los trabajos y los días que los trenzaron ligeros y vivos en los estantes de esta  Biblioteca.

Son libros escritos por periodistas que se alejan del periodismo como crónica, noticia o artículo y se acercan como escritura que son a la literatura y a su vez reflexionan sobre la vida misma y sobre la función o medida del oficio de periodista. El tema da para mucho: la diferencia entre la ficción y la crónica, el valor de la narración que se cifra en la veracidad y en cómo se narra más que en el propósito de crear géneros, el valor de la escritura como medio radical de entendernos y, más, de entender el mundo… Y, ahora que el vértigo incesante de la aceleración tanto nos zarandea, quizás sea bueno ir a las fuentes. ¿Qué fuentes? Quizás la reflexión, quizás los libros, quizás la lectura.

El primero que nombro por empezar por alguno es Un golpe de vida, de Juan Cruz, escrito hace unos años cuando «formalmente» se jubiló como periodista y aprovechó las circunstancias para rememorar su propia forja profesional y reflejar desde su perspectiva la prensa española en los últimos 40 años. Él, que estuvo en el nacimiento del nuevo periodismo en España con la democracia y en concreto en lo que ha sido «su» periódico, «El País», al cual sigue vinculado.

El segundo, Diez veces siete, de Maruja Torres, periodista también. Comienza relatando cuando con setenta años es convocada por el director de «El País» para comunicarle que en adelante prescindirán de su firma… Aprovecha entonces para relatar cómo una niña del barrio barcelonés de El Raval se convierte en reportera: sus principios en la prensa barcelonesa, el mundo editorial del último franquismo, la transición… la transformación de los medios en la primera década de siglo… y todo ello sin dejar el espacio de lo íntimo, de la confesión sin cortarse un pelo.

En el tercero, Los cínicos no sirven para este oficio, de Ryszard Kapuscinski, escritor, viajero, reportero, analista, periodista en suma, como él se gustaba llamar, encontramos la visión de Kapuscinski sobre el oficio de relatar el mundo. R. K. salió de Polonia en plena Guerra Fría como enviado especial, por puro azar y siendo un muchacho, a cubrir el convulsivo proceso de descolonización africana y se pasó los siguiente 50 años recorriendo el planeta y dejando una visión certera, brillante y a la vez literaria en sus muchos libros, que fueron más allá de las crónicas que la prensa polaca le publicaba. Realmente este título es una invitación a la lectura de toda su obra.

Y el cuarto, El fin del Homo sovieticus, de Svetlana Aleksiévich, casi sería el paradigma de lo que al principio apuntaba: de qué manera el periodismo se entrelaza con la literatura o de qué forma la escritura genuina se deshace de los géneros para formar parte del árbol de las letras. Svetlana, periodista bielorrusa y premio nobel de Literatura en 2015, que recorrió la antigua Unión soviética como reportera de a pie, anotando y gravando las voces de las gentes, sintiendo el paso de los días y constatando cómo las vidas ordinarias son las que vertebran la Historia. En este título (y en todos los suyos, pues esta es su técnica de escritura) nos presenta una obra coral amalgamando testimonios, retratos, sentires… que en su simplicidad tienen la virtud de mostrar la totalidad. En este libro, con los testimonios recogidos en sus muchos años de periodista, podemos entrar en la historia de la extinta URSS mejor si cabe que con un tratado de historia y a la vez disfrutamos con su lectura de una experiencia literaria con todas las de la ley.

Dos autores, dos autoras, cuatro libros que nos llevarán a otros muchos. Ojalá tengamos el espacio que la lectura requiere, ojalá podamos encontrar en «el vértigo incesante de la aceleración que tanto nos zarandea», incluso nos zamarrea, los frutos de la reflexión que Kapuscinski, Maruja Torres, J. Cruz o Svetlana Aleksiévich nos facilitan con sus obras, que ajenas a los trabajos y los días que las trenzaron, descansan esperando la magia de la lectura en los anaqueles de esta Biblioteca. Vale.

Biblioteca Municipal
bibliotecabuñol.es

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