Estos son los microrrelatos sobre violencia machista ganadores del concurso convocado por el MDM de Buñol

Participaron alumnas y alumnos del IES La Hoya de Buñol

Redacción.- Buñol volvió a alzar la voz contra la violencia machista con la tercera edición del concurso de microrrelatos organizado por el Movimiento Democrático de Mujeres (MDM) de Buñol, enmarcado en la semana de actividades por la eliminación de la violencia contra la mujer.

Este año, el certamen —dirigido al alumnado del IES La Hoya de Buñol— ha alcanzado una participación récord con 19 microrrelatos presentados, una cifra que ha ido aumentando de forma constante desde que se puso en marcha la iniciativa hace tres años.

Entre los textos finalistas se encuentran “No quería hacerle sentir mal”, “Ferida” y “Algemesí, 25 de junio de 2025”, tres microrrelatos que abordan, desde perspectivas muy diferentes, las múltiples formas de violencia que sufren mujeres y niñas: desde el miedo paralizante ante una agresión, hasta la violencia dentro del hogar o las heridas emocionales que deja la convivencia con un maltratador.

El MDM de Buñol destacó la calidad literaria de los trabajos, la madurez del alumnado y la importancia de generar espacios educativos donde reflexionar sobre la violencia machista y promover relaciones igualitarias.

Con esta iniciativa, Buñol reafirma su compromiso con la sensibilización y la prevención, dando voz a los y las jóvenes como protagonistas en la lucha por una sociedad libre de violencias.

Aquí os los dejamos:

Primer premio: Erika Celda Sánchez

ALGEMESÍ, 25 DE JUNIO DE 2025

El calor pesaba en las calles vacías de Algemesí. En una casa cercana a unos naranjales estaba yo, intentando mantener la calma mientras mi pequeño jugaba con el cochecito azul que le habían regalado sus abuelos en su último cumpleaños. Yo, he aprendido a vivir en silencio y a reconocer el miedo al escuchar a lo lejos como unos pasos se acercan poco a poco por el pasillo.

Esa noche el ruido fue diferente. Un portazo, gritos y el silencio de después. A la mañana siguiente, nuestros vecinos vieron la puerta de nuestra casa medio abierta y en ese momento supieron que algo no iba bien.

Hoy, en ese mismo lugar, el eco de mi valentía y la de mi pequeño resisten entre los naranjales.

Segundo premio: Eva Martínez Guaita

FERIDA

La vida és una presó on no tot el món troba una passió o una raó per a viure.

Un matí fosc, ennuvolat, trist, a la vora del riu estava jo, pensant com el temps se’n va, com les flors esgotades cauen a la tardor. Va començar a ploure i em va respirar a l’orella una mirada: era la del meu home, observant des de la finestra de la casa on vivia, una casa freda, no una llar.

En entrar vaig anar directament a l’habitació, ignorant el que passava al meu voltant, ignorant el que em deien els sentits i les llestes alarmes del meu cos. Ja allí, em vaig mirar a l’espill, les marques dels colps a les cames encara hi eren. Em vaig asseure a l’escriptori, res em feia més feliç.

En el meu cas la vida no era una presó, doncs havia trobat el meu propòsit, allò que em sostenia i em feia d’escut. El cap volava, les mans anaven tan ràpid com el temps; i el cor, el cor tirava flames. Quasi tenia una novel·la acabada. De sobte, el meu amo va entrar cridant com un boig. Deia que com podia estar altra vegada asseguda. Només repetia, al ritme del vell rellotge de la paret, que era inútil, una mala dona, fem.

Amb eixes paraules vaig recordar. Records que no voldrien tindre, injustos. Flashbacks: llum, després nit, homes, una oportunitat, un somni, un llibre, emoció. Escriptora professional? Jo? Sí. Burles, bromes de mal gust, estrelles, fred, colps i suor i toqueteig. No.

Amb l’angoixa al cos vaig deixar de pensar, encara plovia. Ni el vaig mirar, vaig anar a la cuina. Anava sense sabates, sentint cada porus del sòl. Amb un somriure trencat vaig continuar: “Què vols per a dinar?”, preguntí.

Tercer premio: Rocío Cervera Bartolomé

NO QUERÍA HACERLE SENTIR MAL

Al principio, era todo perfecto: luces, música alta, alcohol, bailar. No necesitaba más. De repente alguien se me acercó; no era feo, pero no paraba de hablar y era muy insistente. Yo bailaba con mis amigas, él se me acercaba, yo me alejaba, él me seguía. No quería hacerle sentir mal, por lo que no le dije nada, solo pasé de él.

La música se acabó, las luces se apagaron, el alcohol se acabó, la gente se fue. Era hora de irse a casa.

Iba en el metro con mis amigas, riendo, no sabía que alguien me seguía. Llegué a mi parada, me despedí de ellas, alguien me seguía, me habló. No quería hacerle sentir mal, así que le sonreí. De repente, sentí un empujón, no podía moverme, intenté irme, lloraba, intenté gritar; pero algo me lo impidió, el “shock”. Solo lloraba, pedía que parara, solo quería desaparecer.

Llegué a mi casa, me miré al espejo, daba asco. No quería hacerle sentir mal, por lo que me callé y no denuncié. Nadie se enteró. Él no se sintió mal.

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