Nuestra querida revista local asíesBuñol magazine me invita a participar en su Especial nº 100 y lo hago encantado, máxime tratándose de expresar mis sentimientos por nuestro amado Buñol. Vamos allá:
Cuando se ama de verdad, no es tarea fácil precisar el cómo, el cuánto y el por qué, ya que los matices y motivos pueden ser infinitos. Si lo amado es tu patria chica, en este caso Buñol, los sentimientos surgen de lo más profundo, desde el arraigo que se inicia con la llegada al mundo y la vinculación familiar ascendente –tengo documentada mi ascendencia buñolera directa desde 1620–. Resumiendo, yo siempre digo que para mí, ser buñolero, más que un gentilicio, es un honor y un orgullo.
Es mucho lo que Buñol significa para mí pero, en síntesis, me remito a unos fragmentos de lo que ya expresé en mi libro. Decía así:
«Para mí, Buñol es historia, es cultura, es música, es agua, es paisaje, es fiesta, es mi cuna y la de mis mayores, es la memoria de mi niñez, es… ¡mi pueblo! Y si tuviera que definirlo con la brevedad de un slogan, lo haría con uno que se acuñó allá por los años 70 u 80, que decía así: Buñol, punto y aparte».
Finalizaba mi introducción del libro, diciendo: «Permítaseme la licencia de cantarle a mi patria chica, a través de unos humildes versos que, desde el corazón, me apetece dedicarle».
Dios me concedió la gracia
de haber nacido español.
Y para mayor fortuna
quiso que fuese mi cuna
la noble Villa de Buñol.
Donde más linda brilla la luna,
donde más radiante luce el sol,
donde el agua canta amores,
donde más perfuman las flores,
esa es mi tierra, ese es Buñol.
De niño correteaba tus calles,
seguía tu río hasta Carcalín,
bebía tu agua en El Roquillo,
me enamoré de tu castillo,
y ya jamás pude vivir sin ti.
Por eso quiero decirte,
pueblo acogedor y amoroso,
que sobre ti aprendí a caminar
y quiero bajo tu manto descansar
cuando llegue mi eterno reposo.
Juan Simón Lahuerta
Buñolerómano