“Al fin y al cabo el verano es un puro inventario”, escribe Susana Fortes, licenciada y novelista. Julio es verano puro y duro, un alto en el camino de ver pelis y series y dedicarlo a leer cine debajo de una sombra, de una sombrilla o de una garrofera.
Para quien ama el cine como lo amo yo, el leerlo es un perfecto complemento para tener una visión distinta de las pelis tal y como las vemos. Revistas especializadas y libros me han enseñado a ver una película con una gran amplitud de miras. Soy buen lector de revistas de cine, algunas como Fotogramas forman parte de mi educación cinéfila, otras como Sofilms o Caiman me enseñan a ver el cine con ojos más ¿intelectuales?. Todas me ayudan a tener otra visión de cualquier película, y siempre el resultado final es tener una opinión propia sobre el cine, el séptimo arte.
¿Y qué hablar de los libros de cine? Los colecciono, y algunos más que leerlos, me los bebo, me los meto directamente en vena. Desde clásicos como el de las conversaciones entre Trufaut y Hitchcook, hasta ensayos sobre los distintos oficios del cine, pasando por inolvidables biografías de actores, actrices o directores –María Luisa Ponte, Cary Grant, la Bardem, George Cuckor, Almodovar o Billy Wilder–…. El material existente es inacabable.
En este julio 2019 estoy releyendo cosas tan distintas como “Alegrame el día”, de Jesus Palacios, sobre el cine de Hollywood en sus mejores frases o “Este rodaje es la guerra”, crónica de los rodajes de películas como La diligencia o Lawrence de Arabia, entre muchas más.Tambien “Jack Lemmon nunca ceno aquí”, crónica de Diego Galán sobre los años que dirigió el Festival de San Sebastian. Y “La censura franquista en el cine de papel”, un apasionante recorrido por los carteles, fotos, postales y programas de mano prohibidos en la España de Franco. “Chicos duros, hombres canallas”, sobre los duros del cine clásico, con sus fotos más sugestivas y sus eternas frases. Y una joyita como “La vida a través del cine”, de Javier Ocaña y prologado por Alejandro Amenábar. La lista es interminable, pero ya sabéis: el saber no ocupa lugar y cualquier excusa es buena para saber más sobre el cine que, al igual que la poesía, es un arma cargada de futuro.
Nos vemos en septiembre.
Arny Carrascosa Villar
Cada día más loco por el cine