Muchos amantes de la música, ya seamos teóricos, prácticos, melómanos o diletantes, gustamos de retorcer el lenguaje para, mediante la sátira, remover los pensamientos dormidos, y ya si acaso, despertarlos; por lo que cuando nos ponen delante un programa de una orquesta, banda, grupo de cámara, piano, o lo que sea, somos muy amigos de hacer bromas tipo: “Muy moderno, el compositor más joven lleva cien años muerto” o “¿De quién es el entierro?”, o la simpática “Llévate un plumero, que el asunto está un poco polvoriento”… entre otros muchos chascarrillos.
Hay que entender que no hay maldad ninguna en este tipo de comentarios, ya que los utilizamos (la mayoría) como una forma de hacer entender que la música clásica en España (y en otros países también, por supuesto), todavía tiene esa rémora vetusta, y la creencia generalizada, en muchos casos errónea, de que, si el compositor está reconocido históricamente (y muerto, por supuesto), es infinitamente superior a alguien vivo que está componiendo música hoy en día… ¿Nadie se ha parado a pensar que cuando Beethoven escribió su Novena Sinfonía todavía estaba vivo? ¿Y el pobre Mahler? Lo consideraban “demasiado cerebral” en su época…
¿Que cuando se escribió la ópera que dio paso al Romanticismo (“El cazador Furtivo” de Carl Maria von Weber), el compositor tenía 35 años, o que Richard Wagner tenía esta misma edad cuando compuso “El Ocaso de los Dioses”…?
¿Todavía estamos tan ciegos para no darnos cuenta de que podemos admirar con la misma fascinación a compositores vivos, y no esperar a su muerte para darnos cuenta de su genialidad? ¿No ha habido siglos de injusticias frente al talento de tantos compositores (¡¡el propio Bach!!) para que sigamos cometiendo el mismo error? En este nivel de conocimiento teórico práctico en el que nos encontramos, ¿es todavía necesaria la tan cacareada “Criba del Tiempo”? Yo creo que no.
Después de esta visión general un poco pesimista, vamos a sacar pecho, y a decir, que en los últimos años, e incluso antes, en Buñol, hemos tenido bastante elegancia en este aspecto, y hemos combinado, tanto en los Feos cómo en los Litros, y en el Conservatorio, el repertorio de gente viva con el de gente muerta, y solo hay que ver repertorios de los últimos años…
Como ejemplo, el certamen de Kerkrade último donde Los Litros concursaron con una obra del buñolense Santi Miguel (joven y muy buen compositor), y de dos compositores vivos más, y bien buenos; o la interpretación de la “Quinta Sinfonía” de Takeshi Yoshimatsu (65 años, y vivito y coleando) en el Mano a Mano. Por otra parte, Los Feos estrenaron “El simposio” de Robert Groslot (67 años). O en la Bienal anterior, con Andrés Valero, donde Malsujeto y los Feos estrenaron en España el “Concierto para Grupo de Rock y Banda Sinfónica” de Jon Lord.
Es un orgullo, al menos para mí, poder decir que en mi pueblo se combinan repertorios históricamente importantes, de gente muerta, con música hecha hoy, o al menos por alguien que sigue vivo.
La alegría en este aspecto, continúa si observamos a los más jóvenes, a las Bandas Juveniles, que en muchas ocasiones hacen sus espectáculo de una manera mucho más moderna, como por ejemplo el “Concierto de Cine” con bandas sonoras de películas de Marvel, o la “Noche de Rock and Roll” que nos ofreció la Banda Juvenil de los Feos (en confluencia con el Club de Rock Buñol), o los muchos temas modernos que ofrece la Banda Juvenil de Los Litros, como el reciente “Despacito” (con cuerpo de baile incluído), o la magnífica y estelar actuación de Rubén Casas con esta misma banda interpretando magistralmente “Mi Gran Noche”, al más puro estilo Raphaeliano, sin olvidar los temas de Deep Purple que hicieron junto a músicos eléctricos. Destacable también la música enraizada que, junto a Aitana Ferrer, ofreció la Banda Sinfónica del Conservatorio de Buñol en el Palacio de la Música, hace relativamente poco tiempo, o la modernidad contrapuesta a la historia de las actuaciones del Coro de dicho centro.
Personalmente vaticino un futuro muy prometedor en cuanto a repertorio, en la vida musical de Buñol, donde podremos disfrutar de obras antiguas de gran importancia histórica (fundamentales también para la formación de los muchos profesionales que Buñol todavía tiene que ofrecer al mundo), de la mano de músicas actuales, e incursiones en el Pop, Rock, o cualquier otro estilo de música, por lo que, en conclusión, animo a todo el mundo a apoyar nuestro patrimonio musical, que aunque lo tengamos normalizado, es envidiable, y sin nosotros, el público, tenderá a la desaparición. Démosle vida, apoyemos lo nuestro, y a los nuestros; debe suponer un placer, no un esfuerzo. Buñol, con la música, siempre hacia adelante. Hagamos del 2019 un gran año musical.
Enrique Hernández Pérez
Profesor de Hª de la Música